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Juegos Olímpicos |RECONCILIACION. EN RÍO SE TERMINÓ POR CICATRIZAR UNA HERIDA ABIERTA DESDE HACE MUCHO TIEMPO

Se llevó el mejor premio, el afecto de toda la hinchada

Delpo “transformó” la indiferencia marcada, en reconocimiento

15 de Agosto de 2016 | 01:46

Si algo se lleva Juan Martín del Potro de los Juegos de Río 2016, además de la medalla de plata, es sin dudas el reconocimiento de los hinchas argentinos, seguramente entre ellos alguno que hace tiempo en el Parque Roca le cuestionó su no participación en la Copa Davis.

El aguante del público argentino, sabedor de las desventajas que otorgaba Del Potro en la final, se desplegó a través del aliento sin pausa de una treintena de banderas, exhibidas de todos los rincones del país en distintos lugares del court central del Centro Olímpico de Barra de Tijuca.

El “vamos vamos Argentina, vamos vamos a ganar...”, el “Oooooh, vamos Delpo, vamos, ooooooooooh...” y el “¡Fuerza Martín!” fueron sus cantos y gritos predilectos.

Esta vez el estadio tardó en completarse, a diferencia de las topadas con Djokovic y Nadal, aunque el marco fue igualmente espectacular pese a las butacas amarillas y rojas vacías. Además, la realización de las finales de dobles femenino y de dobles mixto, sin grandes nombres salvo el de Venus Williams, le quitó emoción a la previa de la final.

Finalizada la ceremonia de premiación del doble mixto el aliento de los hinchas argentinos se hizo sentir y las gradas se cubrieron con el color celeste y blanco de muchas camisetas de la selecciones de fútbol y algunas de Los Pumas. También los clubes de fútbol aportaron lo suyo y se vieron preferentemente las que identificaban a Boca, además de River, Rosario Central, Unión y Estudiantes.

Las banderas y los simpatizantes británicos no abundaron, pero los “hermanos brasileños”, con las camisetas de su selección, reforzaron con su apoyo.

Los ingresos de Del Potro, siempre primero desde que empezó el tenis en Río, y Murray dividieron aplausos y silbidos, bien al estilo cancha de fútbol. Estilo que se mantendría en el intervalo entre cada servicio y en detalles como festejar un error no forzado, una herejía para los puristas del tenis.

Las alternativas del primer set, plagado de servicios quebrados, fueron calentando las gargantas y el aliento no decayó pese el 7-5 para Murray.

El quiebre rápido del segundo set recargó las pilas de Del Potro y de los hinchas argentinos, y los “palazos” de fondo del tandilense fueron acompañados por el tradicional “y pegue, y pegue, y pegue Delpo, pegue...”. Hasta que llegó la eclosión con el derechazo que marcó el 6-4 del segundo set.

El tercer parcial fue un momento de respiro hasta que en el sexto game Del Potro cometió dos dobles faltas consecutivas, Murray lo quebró y los gritos de apoyo resurgieron. Un estridente “el que no salta es un inglés” copó el ámbito del Centro Olímpico de Tenis, aunque no impidió el 6-2 para el británico.

Los gritos de apoyo se redoblaron en el arranque del cuarto set con otro quiebre prematuro del argentino. El “que esta noche cueste lo que cueste” fue como una cortina musical. Se sucedieron los quiebres, la “Torre de Tandil” ajustó el GPS y pudo llevarse el set, pero el agotamiento pudo más y su ilusión se terminó.

Pero lo que no terminó fue el reconocimiento de los hinchas que lo ovacionaron como si hubiera ganado y lo confirmaron en la ceremonia de premiación, en la que los argentinos coparon el cielo carioca.

Y el pico máximo de reconocimiento emotivo tuvo lugar cuando Del Potro, que seguramente volverá a verse las caras con Murray dentro de un mes por semifinales de Copa Davis, volvió al lugar de la cancha para mostrarle a sus devotos hinchas la medalla de plata, pero en este caso envuelto en una bandera argentina.

Entonces sobrevino la última explosión, el estruendoso gesto de cariño que para el tandilense seguramente volvió oro a la plata. Digno, emotivo y merecido cierre para “una semana inolvidable” como él mismo la calificó.

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