Cuando la cama está tomada y no hay espacio para hacerlo

Los consejos para evitar que el ritmo familiar conspire contra el sexo

Hay momentos en la vida de las parejas en los que mantener actividad sexual se torna difícil. En especial eso ocurre cuando los hijos están en una edad en la que pululan a toda hora y suelen tomar la cama matrimonial como territorio propio. Es importante entonces reconocer esa realidad para intentar revertirla, porque si hay una certeza esta es que sin sexo no hay pareja. Es necesario entonces conectar esos hilos invisibles y retomar el lenguaje del amor y la pasión.

Lo contrario puede ser riesgoso, porque puede terminar en fracaso por acostumbramiento. A nadie le gustará que después de organizar todo para el encuentro, ubicar a los chicos en casa ajena, pedir o preparar alguna comida rica regada con alguna bebida espirituosa, los dos terminen adormecidos, tirados en un sillón  mirando una serie.

Para la excusa de la falta de espacio, la primera clave es revisar los pretextos y después aprender las estrategias. Porque en verdad, quien se las ingenia, consigue lugar y tiempo para hacerlo.

“Si están los chicos, en casa no se puede” es uno de los clásicos. Puede sonar lógico porque no todas las familias tienen un ambiente para cada integrante. Y en muchas casas se comparte habitación, especialmente si hay un niño que -ya sea por convicción o porque no queda otra- se mete en la cama grande. 

La respuesta podría ser: “Es muy chiquito y no se da cuenta”, pero sentir inhibición es totalmente natural. También, a muchas parejas con espacio propio les cuesta cerrar la puerta del cuarto porque creen que los chicos se van a dar cuenta.  Son solo excusas

Reglas son reglas

Por norma general, el cuarto matrimonial tiene que conservar cierto grado de intimidad. La explicación es simple: “Papá y mamá están juntos, y este es su cuarto”.

Los padres no deben intentar especular con lo que a los niños le pasará por la cabeza. Ellos ni se enteran de lo que hacen cuando la puerta se cierra. Si la costumbre se instaura los niños sabrán respetarla.

Y si no será necesario buscar alternativas. Y un buen primer paso es habilitar para ello otros espacios de la casa. El baño, la cocina y el living pueden ser opciones muy válidas, obviamente tomando los recaudos necesarios. Y si no bien se puede recurrir al hotel alojamiento, que no es solo para los amantes. 

Espacio mental

El estrés es uno de los principales detonantes para la desconexión sexual. Cuando las preocupaciones son muchas, en el cuerpo aumenta el cortisol, y esto baja la dopamina y los químicos relacionados con el placer. 

Entonces es común sentirse abrumados por las obligaciones. La respuesta sincera es que hay poco tiempo para el sexo porque en realidad el tiempo se hace para todo lo demás, que por supuesto es muchísimo. Así las cosas, las parejas hiperocupadas se acuerdan del sexo en los últimos cinco minutos del día. Ya en la cama se plantear en silencio si da para avanzar. Es el cansancio del día quien suele dar la respuesta negativa.

Por eso, el consejo es no dejar el sexo para lo último o como si fuera una obligación más al final del día. Hay que estar atentos a los “huecos”. Un energizante “mañanero” apenas se despiertan o cuando los chicos se fueron al colegio. O a  la tarde, si hubo un encuentro a la salida del trabajo. 

También hay que saber aprovechar los espacios que dejan los chicos. Cuando ellos salen, por ejemplo, es bueno planificar una cita que tiene que empezar con sexo. Porque si se lo dejan para cuando ya se tomaron un vino, se pusieron hablar de los chicos o de los problemas domésticos o económicos, es probable que las ganas desaparezcan.

Salir del “mundo niños”

En el día a día las parejas suelen perder conexión con su lado sexual, porque quedan atrapadas en los horarios de los chicos, en la materia que hay que estudiar, en el horario de fútbol, en llevarlos y traerlos, en bañarlo. Ni hablar de cuando hay un bebé chiquito. Ahí, el poco deseo se justifica por las hormonas: los altos niveles de prolactina inhiben el deseo sexual.

Para cambiar de chip entre el clima del hogar y el sexual, es necesario que los dos intenten mantener el cortejo, aun en el espacio familiar. El decirse cosas lindas, el halago porque sí o el franeleo mientras cocinan. Será posible entonces volverse psicológicamente disponibles para el sexo. El cortejo involucra todos los sentidos: el olor, el tacto, el oído -poner música suave- e incluso-, el gusto -servirse un trago-. Inmersos en ese clima, encontrar el hueco y el lugar será lo de menos.

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