Dios es Misericordia
| 6 de Agosto de 2016 | 23:40

Escribe Monseñor DR. JOSE LUIS KAUFMANN
Queridos hermanos y hermanas.
Porque Dios es Misericordia se manifiesta infinitamente misericordioso en toda la historia de la humanidad.
En el Antiguo Testamento la Misericordia es la actitud habitual de Dios y, el recurso a ella, es como el remedio universal para todas las necesidades de la persona humana. Con razón el Salmista asegura que la Misericordia del Señor llega hasta el cielo (Ps 36, 6; 57, 11; 108, 5); que Dios es rico en Misericordia con aquellos que lo invocan (Ps 86, 5); que el Señor es bondadoso y compasivo, lento para el enojo y de gran Misericordia (Ps 145, 8).
Confiando en la infinita Misericordia de Dios, imploremos la gracia de ser siempre misericordiosos con todos, particularmente con quienes más la necesiten
El campo que abarca la Misericordia de Dios es impensablemente más extenso que las mismas necesidades del ser humano: toda necesidad física o moral parece conmover a Dios e impulsarle a prestar su ayuda.
Jesús es, en el tiempo de la Nueva Alianza, la encarnación de la Misericordia de Dios. Él vino a perdonar, a reconciliar, a salvar. Él, siendo manso y humilde corazón, brinda alivio y sosiego a todos los atribulados.
En el Nuevo Testamento – continuación y complemento del Antiguo – la Misericordia sigue siendo la manifestación característica de Dios. San Pablo afirma que Dios es Padre de las Misericordias y Dios de todo consuelo (2 Cor 1, 3), y que es rico en Misericordia (Ef 2, 4).
Todo el Evangelio de san Lucas es un himno fervoroso a la Misericordia de Dios. Así el cántico de la Virgen (cf 1, 46-55), el canto de Zacarías (cf 1, 68-79) y la preocupación por los pecadores (cf 7, 36-50; 19, 1-10). Especial relieve tienen las parábolas del capítulo 15, llamadas de la Misericordia.
En toda la Sagrada Escritura existe una aguijadura por parte de Dios para que los seres humanos tengan sentimientos de Misericordia. El motivo es la misma Misericordia de Dios: Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es Misericordioso (Lc 6, 36). La venganza queda proscrita y se manda el perdón generoso y el amor a los enemigos. La Misericordia es como la cúspide de la perfección, si bien todo depende no del querer o del esfuerzo del hombre, sino de la Misericordia de Dios (Rom 9, 16).
En el programa moral de Jesús, conocido como “sermón de la montaña”, el Señor declara: Felices los misericordiosos, porque obtendrán Misericordia (Mt 5, 7). Sin embargo, la Misericordia es una gracia de Dios, a la que no se tiene derecho, si bien deberá suplicarse humilde e insistentemente.
La Misericordia es la más grande de las virtudes, pues se inclina sobre las demás para remediar sus deficiencias o desgracias; es una virtud moral reducible a la justicia, pero está también íntimamente ligada a la caridad. No hay Misericordia sin justicia y sin caridad: ambas son necesarias para que haya Misericordia.
Sin embargo, la Misericordia es sobre todo un atributo propio de Dios y en ella resplandece su omnipotencia en grado máximo.
Confiando en la infinita Misericordia de Dios, imploremos la gracia de ser siempre misericordiosos con todos, particularmente con quienes más la necesiten.
Jesús Misericordioso, ten piedad de nosotros y del mundo entero; por tu infinita Misericordia no permitas que caigamos en manos de los enemigos de la fe.
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