Con la mitad, Vidal sueña con todo

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El cincuenta por ciento es la cifra que define el capital y el rumbo de la gobernadora María Eugenia Vidal. El capital es un término ambiguo y deseado por los políticos. Expresa votos y patrimonio, que son las contraseñas preferidas del poder. Y define cálculos y expectativas. El capital les quita el sueño a esos candidatos que han convertido a la acumulación en un medio y en un fin. Y que han llenado a su ideología de sumas y restas.

Y el cincuenta por ciento de lo que sea siempre es un porcentual alto. Las buenas sociedades, las comerciales y las amorosas, exigen aportes en mitades para poder sostener el todo. María Eugenia Vidal arañó ese porcentual cuando se alzó con un triunfo electoral que la convirtió en la primera mujer en comandar el destino de los bonaerenses. Y enseguida, apenas finalizado el conteo, tuvo que trabajar duro en la Legislatura para que otro cincuenta por ciento le pudiera dar luz verde a su presupuesto y a su gobernabilidad. Ahora, en la declaración de bienes patrimoniales, reaparece otra vez esa cifra que, como si fuera un karma, identifica a una gobernadora que aprendió, en casa y en la política, que poseer todo es un imposible. Y que la vida enseña cada día a compartir pérdidas y ganancias.

Como se sabe, después de décadas de ocultar datos patrimoniales, el gobierno de la provincia de Buenos Aires publicó días atrás y por primera vez las declaraciones juradas de bienes de todos los funcionarios del Poder Ejecutivo. En general, se nota un tono más austero que el del Gobierno nacional, empezando por la gobernadora María Eugenia Vidal, que aparece en el listado como una de las funcionarias menos pudiente de su gabinete, según se desprende de su declaración jurada.

Vidal declaró la mitad de una casa en Castelar, la mitad de un automóvil Sedan y un patrimonio de 582.000 pesos, a medias con su ex marido. Son muchas mitades para una mujer entera.

Vidal declaró la mitad de una casa en Castelar, valuada en 372.000 pesos, y la mitad de un automóvil Sedan valuado en 210.000 pesos: un patrimonio de 582.000 pesos, a medias con su ex marido Ramiro Tagliaferro. No obstante, parte de este patrimonio está hipotecado: unos 155.000 pesos corresponden a un crédito o una prenda. Declaró, además, ser titular de la mitad de una cuenta corriente por 111.000 pesos y otra mitad de una caja de ahorro por 148.000 pesos. No tiene dólares ni ahorros en moneda extranjera. Y dejó para su inventario personal la mitad de un matrimonio que acaso fue acorralado por excesos de mayorías: los votos que consagraron a él como intendente y a ella como gobernadora acabaron sellando el destino de un vínculo que parecía más fuerte cuando menos tenía, un proyecto familiar al que las expectativas triunfales quizá lo fueron gastando. Porque el amor a veces muere de excesos. Y lo que sobra termina siendo pura pérdida.

Su declaración deja ver que son muchas mitades para una mujer entera. María Eugenia seguramente aprendió, en el ejercicio del poder, que las cuentas impagas y las hipotecas integran el inventario esencial de todo político con ambiciones. El reparto es parte del juego inevitable de los que saben que al todo se llega de a poquito. Y que hay que aprender a dar y aprender a recibir.

Su declaración jurada es elocuente: la gobernadora tiene por delante un patrimonio hecho de mitades. Los números están a la vista. El divorcio también le acabó adjudicando un inventario amoroso bien repartido. Los políticos saben que la unanimidad es más una utopía que una meta. Y por eso apuestan a la mayoría como remedio milagroso. Sus allegados estiman que, por la separación de bienes, su patrimonio material ha ido decreciendo, pero aseguran que su capital político ha ido aumentando. Y saben que muchas veces el cincuenta por ciento de un todo prometedor es un valor considerable para una mujer con planes a largo plazo. Obligada a la repartija, María Eugenia dejó la fórmula matrimonial para probar suerte en la fórmula partidaria. Y el nombre de su nuevo compañero, Salvador, tal vez sea el anticipo de un mañana más beneficioso y menos dividido.

El cincuenta por ciento es la cifra que define el patrimonio y el rumbo de la gobernadora María Eugenia Vidal. Lo dijeron las urnas y lo reafirma su declaración de bienes.

Ella es una mujer que aprendió a repartirse para poder quedarse con todo. Y hay mediciones en su partido que ya le auguran en un expectante futuro político. Es que desde La Plata siempre se planea con poder llegar más lejos. Se gobierna desde los ventanales de la plaza San Martín pensando en los balcones de la Plaza de Mayo. Es que en amor y en política, los que tienen la mitad después quieren todo. Por eso la Gobernadora espera que en el 2017 las urnas le traigan otro cincuenta por ciento. Sin hipotecas ni divorcios.

(*) Periodista y crítico de cine