Emma Cline: en el corazón del mal

La escritora estadounidense, autora del best seller “Las chicas”, asegura que se inspiró en el mitológico clan Manson y sus brutales crímenes cometidos en la California hippie de los años 60 para hablar de algo más imperceptible como es la “opresión” que sufren las mujeres adolescentes

“Quería escribir un libro basado en un crimen, pero el crimen en sí es lo menos importante, esa es la violencia más obvia, el desafío era exponer otros momento psicológicos de violencia cotidiana, de vergüenza, humillación y traición”, explica Emma Cline (California, 1989) quien no para de cosechar elogios unánimes de la crítica y ser en un éxito de ventas en su país por su primera novela “Las chicas”, donde recrea una secta similar a la familia Manson, nutriéndose de elementos simbólicos de uno de los episodios más célebres de la crónica negra americana pero cambiando el eje de la historia. El foco no está en la figura del psicópata que lideró la banda, que en su libro se llama Russell, sino en Evie, una adolescente de 14 años insegura y solitaria, que se acerca al clan atraída por una de las chicas que lo integran y termina participando de un espiral de sexo, drogas y manipulación que, como se espera, desemboca al fin en un acto de violencia brutal.

“La protagonista de la novela es una ‘outsider’, que está al margen de sí misma y de la sociedad. Creo que muchos adolescentes están en esa posición, porque forma parte de la función educativa a la que los sometemos como sociedad”, afirma Cline, y agrega: “Tener esa perspectiva un poco desde afuera es la parte más importante del personaje, porque estaba escribiendo sobre un grupo con mucha intimidad, fue una decisión consciente”.

Uno de los puntos fuertes de la novela es la construcción literaria. Evie, que narra la historia desde el presente convertida en una adulta, es un personaje ambiguo, complejo, que le da vueltas a las cosas y se analiza en relación a los otros. “Siempre quise tener esta doble perspectiva de la chica joven y ya mayor porque la mente de una adolescente siempre es una mente muy opresiva, que lo ven todo blanco o negro, y para mi la ficción radica en el abanico de grises, y la perspectiva de la mujer adulta te permitía disponer de ese contexto”, argumenta la autora.

Cline reparó en las chicas Manson cuando tenía más o menos la edad de estas mujeres que quedaron inmortalizadas en la memoria colectiva en una foto tomada en el verano de 1969, en el momento en que entraban cantando y riendo al juicio por el que iban a ser condenadas de por vida. Siguiendo con la misión que les había encomendado Charles Manson, “las chicas” habían acabado con la vida de la actriz Sharon Tate, esposa del director Roman Polanski, que estaba embarazada de ocho meses, cuatro amigos de él y el hijo pequeño de su jardinero; al día siguiente, mataron al empresario Leno LaBianca y su pareja.

“Cuando vi las imágenes de esas chicas por primera vez me impresionó su normalidad, se podían parecer a cualquier chica que conocía y me parecían muy jóvenes, ese fue el punto de fascinación”, sostiene la escritora, que utiliza el caso criminal como “elemento meteorológico” para construir un relato magistral sobre la fragilidad adolescente y el traumático paso a la adultez.

“Me preguntaba qué pasó entre esos dos puntos, el de la inocente juventud y el momento de los crímenes”, añade sobre el tema que atraviesa su novela. Cline enfoca su mirada en las chicas Manson no para responder “si el crimen era justificado o se podía justificar”, sino para entender cómo es posible esa deriva.

El libro recupera la nostalgia de los años 60 de la costa oeste de los Estados Unidos, aquellos momentos de amor libre e idealismo hippie, para ahondar en el problema universal de la adolescencia. De ahí que la escritora quisiera escribir un libro “en contra de los clichés y que muestre los conflictos internos de las chicas”.

Cline recibió un adelanto de 2 millones de dólares para su obra hace dos años, levantando grandes expectativas -y también sospechas- en el mundo editorial, más aún por tratarse de una autora novel y tan joven. El editor Jorge Herralde destacó en su presentación que la lectura inmediata de su obra certifica que es “tan buena” como se decía. Con 27 años, este éxito la convierte en un “fenómeno literario”, aunque algunos también utilizan su edad para quitarle mérito, algo que ella vuelve a calificar con la palabra “opresivo”. “Te hace entender por qué hay personas que escriben de manera anónima, bajo seudónimo”, afirma.

Hollywood ya compró los derechos de su libro, pero ella asegura que no está ni quiere estar involucrada en el guión de la película. “He llegado al final con estos personajes”, dice. Y promete cumplirlo.

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