Problemas de todo tipo, más allá de la ausencia de Messi
| 7 de Septiembre de 2016 | 01:05

Por
nicolas nardini
AnAlisis
V aya si habrá sido flojo el desempeño de Argentina en líneas generales en Mérida, que la ausencia del mejor jugador del mundo ha quedado reducida a una mera anécdota. Desconocer la notable gravitación de un jugador como Messi en cualquier equipo, por ende también -o sobre todo- en Argentina, sería un disparate. Ahora bien, el conjunto nacional tuvo tantos problemas que la no presencia del crack fue tan solo un punto en una lista interminable de carencias colectivas (las que más preocupan) e individuales.
Es menester partir de una base: no hay ningún jugador en Argentina (quizás tampoco en el resto del mundo a excepción de Neymar) que pueda siquiera parecerse a Messi en cuanto a capacidad de desequilibrio. No obstante, ello no implica que sin él Argentina no cuente con hombres que tranquilamente puedan ponerse al hombro la conducción del equipo o, al menos, compartir ese rol en un marco de reparto más igualitario de las tareas de creación. El equipo de Bauza no tuvo ni una cosa ni la otra. No contó con un reemplazante a la altura en el plano individual -Lamela fue una sombra- ni tampoco encontró los circuitos de juego colectivos para hallar el camino a la victoria. De hecho, el empate llegó a la desesperada y, luego, en una pelota parada. De elaboración, poco y nada.
Ahora bien: ¿se acaban los problemas de Argentina en hacer hincapié únicamente en que sufrió horrores la ausencia de Messi? Por supuesto que no. Porque Argentina, también, tuvo serios desacoples defensivos producto de una inentendible distancia entre líneas.
Las pocas veces que el equipo se animó a achicar espacios hacia adelante, se vio lo mejor del combinado nacional. Pero esa variante de juego fue tan efímera que hasta se torna complicado enmarcarla cronológicamente. Fue una idea que sólo se plasmó de a ratos, por espasmos, jamás el equipo pudo afirmarse en el terreno como dominador claro del trámite y el campo. Y lo pagó caro, con dos goles que estuvieron cerca de producirle una derrota que hubiera bordeado el papelón.
Anoche los argentinos fueron testigos del colmo del Patón. Un técnico que se jacta de la importancia de defender (verdad de perogrullo, como si alguien fuera a decirle a sus jugadores `salgan y no defiendan, déjense pasar´) y de ser equilibrados en las fases defensa-ataque, anoche consiguió todo lo contrario con su flamante Selección. Argentina sufrió defensivamente ante el último clasificado en soledad de las Eiminatorias Sudamericanas. Allí hubo, además de problemas de bloque y retroceso, extraños rendimientos individuales claramente por debajo de su nivel. El caso paradigmático fue el de “Chiquito” Romero, de rara intervención en la defensa del segundo gol y a punto de regalar el tercero de la vinotinto.
En el ataque, el problema estuvo en la gestación. Di María sigue queriendo demostrar sus destrezas para gambetear a como de lugar, sin importarle si sirve para el equipo o solo para su lucimiento personal, Lamela desperdició su chance entre la intrascendencia y los lujos estériles y los destellos de Banega no alcanzaron para que el equipo contara con un volumen de juego, al menos, aceptable.
No tener a Messi siempre es un problema. Creer que sólo por eso el equipo no ganó, sería un problemón.
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