Rajoy también pone en juego su poder

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El Estado español se la juega hoy en Cataluña y su Presidente de Gobierno probablemente la continuidad de su mandato.

Es que los partidarios del independentismo son conscientes de que si bien es probable que la cantidad de votos sea insuficiente y aún estén muy cuestionados en su legalidad y aún en su legitimidad, habrán conseguido una victoria moral que ningún tribunal conseguirá arrebatarles.

En ese caso seguirá en peligro la unidad de España. Y políticamente el Gobierno en general, en particular su presidente, pagarán los platos rotos por su fracaso en evitar la consulta aunque su celebración y sus posteriores consecuencias sean declarados nulos.

A la hora de sacar conclusiones de la derrota habrá que exculpar a los jueces y fiscales que, pese a algunas dudas iniciales, han cumplido con el papel de actuar en la primera línea contra la ofensiva secesionista.

También quedarán impunes de críticas los partidos constitucionalistas que han apoyado al Gobierno en las últimas semanas, pese a hacerlo de mala gana, ya que tienen la esperanza que esta crisis se lleve por delante a Rajoy, pero también a Puigdemont,

Con su estrategia antireferendo Rajoy ha dejado perplejos a esos ciudadanos que se manifestaron en pueblos y ciudades y que tienen colgadas banderas de España en sus balcones.

Especialmente a buena parte de sus votantes, que no entienden por qué el Gobierno ha renunciado a difundir sus mensajes en favor de la unidad de España. O por qué los personajes a los que el Partido Popular ha acusado de dar un golpe de Estado siguen en libertad.

El Ejecutivo no ha tenido sobre la mesa ningún plan B por si los catalanes votan hoy en contra del Estado. Y de Rajoy.

 

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