El Vaticano renuncia a ganancias millonarias al prohibir la venta de cigarrillos

Lo ordenó el papa Francisco, al considerar que ningún beneficio puede ser legítimo si le está costando la vida a la gente

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El papa Francisco ordenó la prohibición de vender tabaco en la Ciudad del Vaticano, al considerar que ningún beneficio puede ser legítimo si le está costando la vida a la gente, a pesar de que la venta de cigarrillos constituye la segunda fuente de ingresos en ventas después de la gasolina libre de impuestos en esa ciudad.

El portavoz del Vaticano, Greg Burke, confirmó que el Papa ha decidido que el Vaticano deje de vender cigarrillos a sus empleados a partir de 2018, por el simple motivo de que “la Santa Sede no puede cooperar con una práctica que daña claramente la salud de las personas”.

El Vaticano recuerda que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaco causa más de siete millones de muertes al año en todo el mundo.

Hasta ahora, los empleados y pensionistas del Vaticano podían comprar los cigarrillos con descuento en el supermercado que se encuentra en el Estado pontificio, lo que suponía una fuerte fuente de ingresos para la Santa Sede.

“Sin embargo, ningún beneficio puede ser legítimo si le está costando la vida a la gente”, es el pensamiento del pontífice argentino.

UN INGRESO MILLONARIO

Con esta medida, el Estado Vaticano renuncia a unos 10 millones de euros (11 millones de dólares) anuales en ganancias.

Según “Avarizia”, un libro de 2015 basado en documentos filtrados del Vaticano, las ventas de cigarrillos aportan unos 10 millones de euros anuales al Estado Vaticano.

El libro, sin embargo, afirma que las ventas de cigarrillos son un ejemplo de cómo el estatus libre de impuestos del Vaticano se presta al abuso.

Debido a que los impuestos a las ventas en Italia ascienden al 22%, los afortunados portadores de un carné del Vaticano consiguen acceso a una gran cantidad de productos de alta calidad a menor costo. Por ejemplo, pueden comprar alimentos, medicinas, llenar su tanque de nafta e incluso hacer sus compras navideñas, todo sin pagar impuestos.

Incluso pueden tener acceso a productos exclusivos como habanos, televisores de pantalla plana y vinos tan prestigiosos, que el Vaticano figura constantemente como uno de los estados de mayor consumo vinícola.

En teoría, sólo empleados, pensionados y residentes del Vaticano, además de diplomáticos y miembros de congregaciones religiosas, tienen derecho a la tarjeta especial.

La firma consultora Ernst & Young calculó, en el 2013, que la cifra de portadores de esa tarjeta especial debería ser de unos pocos miles, pues el Vaticano emplea a aproximadamente 5.000 personas. Sin embargo, según la auditoría de esa firma citada en el libro “Avarizia”, hay en uso 41.000 de esas tarjetas.

Según las normas del Vaticano, los portadores del carné no pueden comprar más de 80 cajas de cigarrillos al año, pero según la última auditoría, 278 clientes excedieron ese tope.

Más allá de esta decisión papal, la guerra contra el cigarrillo se está dando en casi todo el mundo, y hasta por parte de las propias tabacaleras. Philip Morris, por ejemplo, la mayor empresa tabacalera del mundo, con presencia en casi la totalidad de los países del globo, anunció hace unas semanas que comenzará con un proceso de reconversión de su actividad comercial que tiene como eje central abandonar la venta de cigarrillos y concentrar sus esfuerzos en la comercialización de productos libres de humo.

 

 

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