Los juegos sexuales que el cine aporta para salir de la rutina

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La llegada al cine del libro “50 sombras de Grey” causó frustración en las millones de mujeres (y muchísimos hombres) que habían fantaseado con la lectura de la historia de los protagonistas Anastacia Steele y Christian Grey. Aquella cinta fue catalogada como una de las peores de la industria pero todo indica que no ocurrirá lo mismo con la segunda entrega “50 sombras más oscuras”, al menos desde el punto de vista de la intensidad, ya que es más fuerte que su antecesora. Los verdaderos protagonistas son los juegos sexuales en los que se involucran los personajes, los cuales, al final del día ponen a la trama un sabor especial que muchos espectadores piensan en recrear.
En esta nota algunas de las prácticas sexuales que vale la pena rescatar para ser imitadas, y que fueron seleccionadas por los especialistas del diario El País de España.


Ser otro


Es importante no quedarse con las ganas y trata de concretar las fantasías. Una de las más comunes es tener sexo con un completo extraño al que conocemos en un bar o en la calle, pero esto es poco probable que suceda. La opción es recrearlo como si se tratara de una obra de teatro o de una película. Muchos pensarán que no tiene gracia, porque ya sabemos que es “armado”, pero quienes lo han probado afirman que engañar a la mente es fácil. Lo único que hay que hacer es armar un guión y cumplirlo.


 ¿Tu tienes el mando?


En una analogía bélica, el orgasmo podría ser visto como el final de una batalla. Llevándolo a un extremo podría ser una rendición, un momento en el que se pierde el rumbo y que genera una pregunta: ¿Es más excitante tener el control o cederlo? ¿Ser el vencido o el vencedor?. Para que el goce sea parejo la respuesta parece obvia: Lo ideal es una mezcla de ambas.


Y para esos momentos en que preferimos que alguien conduzca la situación y que nos tome a su merced, los juguetes eróticos pueden ser de gran ayuda. Es súper necesario un vibrador o un masajeador que funcione a distancia, sí, a control remoto. Eso permitiría incluso probarlo a algún sitio público, jugar y explorar los límites.


Disfrazarse para seducir


La posibilidad de ser “otro”, aunque sea por unos momentos, resulta sumamente excitante. La función del disfraz es dejar de ser uno mismo e interpretar a alguien más, haciendo sentir que lo que pase en ese encuentro sexual se olvidará rápido, sin dejar huella, porque el que actuaba era el alter-ego o las personalidades dormidas, a las que en muy pocas ocasiones se les permite salir.


Pero el disfraz también permite revivir algunos momentos, como la vez en la que la pareja se conoció. Recrear los momentos de seducción del pasado puede ser una experiencia en la que se podría descubrir el nivel de atracción que aún existe.


Atar o ser atado


Independientemente los gustos, toda pareja debiera probar el de ser atado al menos una vez en la vida. Sólo se necesitan unos cordones. Pero se puede avanzar un poco más y usar vendas para los ojos del atado o atada para dejarlo vulnerable e indefenso, a la expectativa de lo que va a ocurrir. Esto hará que suba la adrenalina y la excitación.
Para el que ata, el placer reside en tener el poder y la posibilidad de dejar libre su creatividad. Llevar al límite los sentidos y olvidarse del clásico encuentro sexual que suele ser rutinario.

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