Rusia movilizó una fragata misilística hacia la región

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La nave “Almirante Grigorovich”, de la flota rusa del mar Negro, fue enviada ayer a la base de Tartús, en Siria y también suspendió el acuerdo de coordinación que tenía con el Pentágono.

La movilización de la nave con capacidad como para detener ataques misilísticos se produjo luego de que el presidente ruso, Vladimir Putin, calificó ayer de “agresión” el bombardeo de EE UU contra una base aérea en Siria, que amenaza el incipiente deshielo entre el Kremlin y la nueva administración norteamericana de Donald Trump.

“UNA AGRESION”

El presidente ruso “considera que los ataques estadounidenses en Siria son una agresión contra un Estado soberano y una violación del derecho internacional, por si fuera poco, con un pretexto inventado”, dijo Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin.

El Kremlin considera que el ataque químico perpetrado el pasado martes en una localidad en el que murieron 86 personas, era la excusa que andaba buscando Washington para bombardear Siria, algo a lo que nunca se atrevió el anterior presidente estadounidense, Barack Obama.

De esa forma, según Putin, el gobierno de Trump querría “desviar la atención de la comunidad internacional sobre las múltiples víctimas entre la población civil en Irak”, donde tropas estadounidenses apoyan a las fuerzas de seguridad iraquíes en la operación contra el grupo Estado Islámico (ISIS).

Pero Moscú no se limitó a la retórica antiamericana, ya que decidió suspender de inmediato el acuerdo de coordinación militar con Estados Unidos para evitar incidentes aéreos en Siria, en vigor desde el pasado año.

También adelantó sus planes de reforzar la defensa antiaérea siria ante futuros ataques y advirtió de que las baterías antimisiles rusas que garantizan la defensa de las dos bases aéreas funcionan las 24 horas.

Además, la novísima fragata “Almirante Grigórovich”, equipada con misiles de largo alcance Kalibr, los más utilizados por el Ejército ruso para atacar las posiciones yihadistas, regresó ayer al Mediterráneo con destino al puerto sirio de Tartús, donde desde la Guerra Fría Moscú mantiene una base naval.

A esto se sumó que Rusia pidió convocar una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU, donde esta semana impidió aprobar una resolución propuesta por Estados Unidos, Reino Unido y Francia que acusaba a Damasco del ataque químico.

El Kremlin considera que el ataque lanzado desde buques estadounidenses desplegados en la zona daña el proceso de paz al suponer una clara violación del cese del fuego en vigor desde el 30 de diciembre y del que Rusia y Turquía, junto con Irán, son garantes. También lo considera un nuevo intento de debilitar al régimen del presidente sirio, Bashar Assad, que desde la intervención rusa en 2015 logró tomar la iniciativa en la guerra.

SEVERA ADVERTENCIA

El primer ministro y ex presidente ruso, Dimitri Medvédev, fue más allá al acusar a EE UU de conducir la situación “al borde de un enfrentamiento (militar) con Rusia”.

De hecho, Putin convocó una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de Rusia, donde se expresó una “profunda preocupación” por las graves consecuencias de esas “acciones agresivas” para los esfuerzos conjuntos.

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