El post clásico dejó oxígeno de un lado y un lío en el otro

Mientras el ciclo Vivas se encamina a entrar a otra copa, el portazo de Alfaro daña a Gimnasia, que se viene ordenando como club

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Por NICOLAS NARDINI

Los clásicos suelen ser partidos bisagra. Por el peso específico mayor a cualquier otro encuentro del campeonato para los dos clubes de la Ciudad, a excepción de algún cotejo en donde se defina la obtención de algún título, estos enfrentamientos establecen, en muchas ocasiones un punto de inflexión. Mucho más si tras los noventa minutos se da a conocer públicamente una decisión de peso, como lo fue la renuncia (decidida antes del 0-1 según marcaron diversas fuentes confiables y hasta el propio entrenador) de Gustavo Alfaro. El clásico tuvo derivaciones para todos los costados.

OXIGENO TRAS UNA MALA CAMPAÑA COPERA

El ciclo de Nelson Vivas luce otra vez erguido. Si tras el varapalo en Medellín el proceso del actual DT languidecía, entre el bajón en el torneo local y la escasa cosecha en el Grupo 1 de la Copa Libertadores, las últimas dos actuaciones robustecieron otra vez al Pincha. Contra Boca, si bien no ganó, mostró personalidad. Frente a Gimnasia alcanzó la victoria y, además, estiró la racha sin traspiés ante su clásico rival. Los tres puntos cosechados contra el Lobo, al margen del notable impacto emocional que produce hacia afuera y hacia adentro, relanzan a Estudiantes en su objetivo de volver a estar en la Libertadores en 2018. El afán de tener status de “equipo de Libertadores” por dos años seguidos, es el gran objetivo albirrojo en lo que queda del semestre. Sumar de a tres resulta vital para esa pelea que promete ser para sacarse chispas entre todos los de arriba hasta la última jornada.

Incluso la victoria clásica revitaliza el estado de ánimo interno para otra excursión internacional. El inminente viaje a Guayaquil encontrará al plantel con el ánimo por las nubes para ir en búsqueda de la hazaña para avanzar a octavos o, en su defecto, acercarse al tercer lugar para, como mínimo, conseguir el traspaso a la Copa Sudamericana, consuelo no menor atento a la relevancia de esta competición en el último tiempo.

Un equipo que nunca bajó de los primeros planos en el orden local, había perdido algo de confianza por la floja campaña copera. El triunfo en territorio cervecero le devolverá buena parte de su autoestima, así como arrojó buenas noticias en la vuelta a los campos de Damonte, pieza importante aunque pocas veces valorado en su justa medida, y en la redención de Dubarbier, quien lucha por sacarse la mochila de ser siempre el apuntado en la derrota.

El espasmo de Alfaro armo un gran lio

Gimnasia se encuentra, como club, en una etapa en la que busca orden, credibilidad y tranquilidad. Está en un proceso de convocatoria de acreedores que fue votado casi por unanimidad por la masa societaria presente en Asamblea, de captación de nuevos socios mediante una fuerte campaña, de relanzamiento de los deportes amateurs, donde la previsibilidad se ha vuelto el gran objetivo del actual gobierno.

Por todo eso, la última movida de ficha de Gustavo Alfaro le generó mucho daño a todo este proceso general. En calle 4 tenían como objetivo cumplir con el contrato del renunciado DT, evaluar pros y contras y decidir, en base a ello, ofrecerle una renovación o ir por otro camino.

Sin embargo, la espasmódica decisión de Alfaro generó un fuerte cimbronazo, porque quedan seis fechas por delante y nadie en Gimnasia quería caer en la desprolijidad de apelar a un interinato, mientras apuran la búsqueda de un DT con mucha más prisa de la deseada.

Algo se quebró internamente en Abasto. A los jugadores no les cayó bien la postura del DT saliente de no ponerse por delante a la hora de la autocrítica y el técnico percibía que ya había perdido empatía hacia adentro. Con este panorama, quizás intuyendo, como buen analista, que la dirigencia estaba más cerca de agradecerle por los servicios prestados que de ofrecerle un nuevo vínculo, Alfaro se adelantó a la jugada y movió pieza. Otra vez, pensó en él, sin importarle los tiempos ni los procesos. Quizás, esta última jugada le permitió al grupo de jugadores constatar lo que muchos piensan en la intimidad.

En definitiva, si bien para el corazón del hincha la derrota en el clásico genera más dolor o daño que la salida del DT, para el proceso de un club que busca cambiar sus pautas internas y establecer nuevos rumbos, la jugada del técnico terminó siendo más nociva que el 0-1 que indicó la chapa del último sábado.

 

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