Simbiosis de sangre y letras

Mariela Anastasio y su hija Helena, de seis años, comparten la pasión por la escritura

Edición Impresa

Por JOSE SUPERA
Escritor

1.

Un auto en una ruta en un campo. El amanecer de un día de una semana cualquiera. Madre maneja. Madre se llama Mariela y es profesora y dramaturga y escritora. Atrás va su hijita, Helena, con el guardapolvo blanco puesto. Ella a veces dice que cuando sea grande quiere ser “escribidora” como su mamá. El auto cruza un puente y abajo del puente pasa un arroyo y no es el auto las que avanzan sino ellas, a cada kilómetro, en cada palabra.

Madre mira por el espejo retrovisor a Hija. Parece que Madre está enojada por algo.

Madre: Helena, ¿por qué te portás mal?

Hija: Porque soy “diferente”... quiero ser salvaje.

Madre: ¿Ah, sí? ¿Y te parece que eso está bien?

Hija: Mamá ¿a vos te gustaría ser libre?

2.

Hace unos meses atrás, Mariela le preguntó a su hija Helena si le interesaba participar en concurso de cuentos para niños. Le dijo que una de las reglas del concurso era escribir sobre los libros y la importancia de leer. Helena pensó unos días. Helena grabó la historia que se le había ocurrido. Mariela la escribió. Helena tuvo que dibujar el cuento. Lo mandaron. “Helena me preguntaba todos los días si los señores españoles habían leído su cuento. Yo le había explicado de qué se trababa un concurso, pero también buscaba que entienda que podía no pasar nada, y que eso no la tenía que desanimar a seguir escribiendo. Porque se habían presentado más de 450 cuentos. El concurso al que lo mandamos era para niños de entre 6 y 7 años, organizado por la Biblioteca Infantil de Castilla-La Mancha, España, con la idea de fomentar la lectura y el amor por los libros”.

Esta semana llegó un mail a la casilla de Mariela.

La avisaban que Helena, con su cuento “El libro mágico”, había quedado entre los 10 finalistas. Y también de que el cuento de su hija iba a ser editado en una antología.

3.

La madre de Mariela escribía. Por eso Mariela escribe. La madre de Helena escribe. Por eso Helena escribe.

4.

“Con Hele siempre compartimos un espacio. Ella me ve escribiendo en la compu y entiende que no tiene que molestarme. Un día me vio imprimiendo unas hojas, la versión final de un libro de cuentos que voy a presentar dentro de poco; y Hele me preguntó qué estaba haciendo y le contesté que eso era un libro. Y entonces dijo ‘Yo también quiero hacer uno’. Y así empezamos a escribir juntas. Cuentos chiquitos. Ella me dicta y yo tipeaba. Para el cumpleaños de ella, hicimos una edición casera y les regalamos a todos el libro para que se lo lleven a su casa”.

5.

Hija: ¿Mamá...por qué todo en la vida tiene que ser con plata?

Madre: Y... porque esta sociedad es así, todo se armó así. Para todo hay que tener plata...

Hija: Y para dar un beso... ¿hay que tener plata?

Madre: No...

Hija: ¿Y para dar un abrazo?

Madre: No...

Hija: ¿Y para tener una flor?

Madre: Bueno, bueno, tenes razón... para todo, no.

6.

“El libro mágico”

Por Helena González Anastasio

Hace mucho tiempo, los libros importaban mucho para las personas, porque así es como se comunicaban. Con un lápiz escribían en una hoja y se comunicaban. Después, se lo mostraban a otro y así es como sabían qué es lo que quería decir. Antes de los libros, las personas no sabían cómo hablar. Pero después, un libro mágico apareció de la nada. No existía la electricidad ni nada de eso. Ni tampoco existían las casas de ladrillo. Las hacían todas con paja y con madera. Y así vivían.

Pero un día apareció un libro mágico: estaba lleno de palabras. Nunca se terminaban las palabras. Ahí, decía todo el abecedario y también decía todas las palabras que iban a existir. Después, el libro brilló, explotó y en el cielo cayeron gotitas de brillo. Les cayeron a las personas, a los humanos, y los humanos entonces ya sabían cómo hablar. Ese libro se hizo el Rey de la Tierra. Y nunca más pudieron dejar de hablar. Todos sabían las palabras. Y lo leían siempre. Y a todos les gustaban mucho los libros.

Pero después pasó mucho tiempo, hasta que ese libro (el que se hizo rey de la tierra) dejó de existir, porque los humanos se olvidaron de leer. Eso es triste, pero en realidad el libro aún existe… se fue a un lugar en el Cielo, que nunca se olvida. En una nube que parece un castillo, y nunca se deforma. Si alguno la ve, es que ahí está el libro mágico. Y así es el fin de la historia.

 

 

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