La falta de cohesión como equipo es el principal reproche a Matosas

Su juego volvió a quedar en deuda. Las carencias colectivas ya preocupan

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Por Martín

Por Mendinueta

¿A qué juega Estudiantes? La pregunta, en tono de queja, acompañó la salida del estadio de los malhumorados hinchas albirrojos. La respuesta tendrá que darla el director técnico, quien, en conferencia de prensa post derrota, pidió paciencia: “No tenemos que enloquecernos y seguir insistiendo”.

Más allá de que Matosas vio al equipo “mejor que contra Arsenal”, el juego de sus dirigidos quedó francamente en deuda. Sólo Fernando Zuqui, casualmente el último refuerzo en sumarse al plantel, estuvo a la altura de la exigencia que representó el partido. Ya demostró vergüenza y carácter. Es intenso y nada tímido a la hora de asumir protagonismo como primer generador de pases en la zona media. El tema, nada positivo por cierto, fue que ni Christian Alemán, ni Gastón Fernández y mucho menos Lucas Rodríguez (fueron nombrados en orden decreciente de rendimiento y partiendo de un nivel muy discreto del ecuatoriano), aportaron soluciones creativas que alimentaran la inquebrantable voluntad de lucha y de búsqueda que mostró Mariano Pavone.

A Estudiantes le hizo bien el ímpetu y la vocación ofensiva por la banda izquierda de Sebastián Dubarbier. A esta altura de los acontecimientos, el rubio que lanza buenos centros ya se ha convertido en un titular que el hincha valora cada vez más.

LE FALTA UN BUEN FUNCIONAMIENTO

Si bien la política de incorporaciones que Estudiantes implementó en el reciente mercado de pases derivó en varias miradas no tan conformes con la extensa nómina de los profesionales contratados, son mayoría los que consideran que el plantel actual cuenta con hombres de muy buenas capacidades. En síntesis, jugadores aptos hay, pero todavía se está lejos de construir un equipo sólido, capaz de imponer diferencias apreciables desde su funcionamiento.

No está en debate si este grupo que trabajará hoy pensando en mejorar bastante ante Colón en Santa Fe, tiene o no elementos de jerarquía individual. El grupo conformado tiene unos cuantos hombres con impecable trayectoria, que se muestran vigentes y capacitados para rendir de un modo superador, aunque ya empezó a preocupar que el equipo no aparece de un modo que entusiasme. Allí radica el nudo que el entrenador uruguayo tiene que desatar.

En lo colectivo, este “León” flácido ha perdido funcionamiento y confianza. Su autoestima está en baja. La falta de cohesión entre líneas impide distinguir con claridad el método que pretende desarrollar su DT para buscar la victoria.

Gustavo Matosas lleva algo más de dos meses de trabajo y cinco partidos dirigidos. Es poco como para establecer un primer balance definitivo, aunque ya hay señas particulares. Está claro que todavía no le encontró la vuelta a un esquema inicial donde sobran mediocampistas y falta un acompañante para el “Tanque”. Pavone solo contra los centrales pelea siempre y consigue réditos de vez en cuando. Exigirlo así no está valiendo la pena. Alemán se desdibujó ante la gran responsabilidad. Perdió chispa. No fue el mismo de titular que aportando frescura como hombre de relevo. “La Gata” se ve desconectada, apagada, nada influyente y eso es malo para el equipo. Otero, cuando jugó, lo hizo arrancando desde muy atrás y se quedaba sin potencia en los últimos quince metros. “Tití” está mal, sin confianza para el desequilibrio. Habrá que tomar decisiones para que el panorama cambie.

Está internalizado en el club que la prueba del próximo 19 ante Nacional de Paraguay por la Copa Sudamericana será un compromiso de fuerte significación. Los diagnósticos individuales que por ahora no convencen se acumulan con pronóstico reservado. Es el técnico el que tiene que potenciarlos desde el esquema y la estrategia. Justamente lo que todavía no está ocurriendo.

 

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