Cómo el horario de muerte jugó a favor de la principal sospechosa del crimen de Solange

Lucila Frend, quien fue juzgada por el crimen de su amiga Solange Grabenheimer, cometido el 10 de enero de 2007 en Vicente López, fue absuelta por el Tribunal Oral en lo Criminal 2 de San Isidro el 12 de julio del 2011, casi cuatro años después del asesinato cuyo autor continúa siendo una incógnita hasta el presente.

Es que los investigadores no pudieron probar la autoría de la principal sospechosa del crimen por un factor que empantanó la causa: el horario de muerte de Solange. Este punto generó fuertes controversias entre los especialistas que aportaron sus diagnósticos y terminó siendo crucial para el fallo del tribunal. 

Una contradicción bastó para que Lucila se convirtiera en la principal sospechosa del crimen. Frend aseguró que el día del hallazgo del cadáver de su amiga ella le pidió al novio de Solange, Santiago, que la acompañara a buscarla al PH. Sin embargo, cuando llegaron no se animó a entrar por que presentía que algo malo había pasado. Dicha afirmación fue corroborada por la Policía, que cuando arribó al lugar la encontró en la puerta.

Con el tiempo, Frend se contradijo al asegurar, en plena reconstrucción del hecho, que la había espantado ver a su amiga asesinada, boca abajo junto a su cama. Hasta ese momento se conocía que ese dato sólo lo sabían los investigadores, quienes descubrieron el cadáver boca abajo. Luego, para realizar las recolecciones de pruebas, los peritos habían puesto el cuerpo boca arriba. 

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El ingreso de Lucila a la escena del crimen se produjo después, cuando ella entró por pedido del fiscal para comprobar si faltaba algo en el domicilio. Para ese entonces, el cuerpo ya había sido dado vuelto: nunca vio, en ese lapso, a Solange boca abajo. 

Además de las declaraciones de personas del círculo íntimo de Solange que indicaron que la relación entre las dos convivientes estaba deteriorada, el dato de la posición del cadáver fue lo que sentó a Frend en el banquillo de los acusados. A partir de ese momento se comenzó a trabajar en la hipótesis de que la amiga había sido la autora. 

Se llevaron adelante distintas pericias y hasta una reconstrucción del hecho. Pese a que no habían pruebas claras que terminaran de cerrar la hipótesis, Lucila continuaba siendo apuntada como la autora. 

Pero cuando parecía que el caso estaba por resolverse, surgió un dato que generó un cimbronazo en la investigación: el horario de muerte de Solange. Por una serie de impericias al momento de examinar el cadáver de la joven de 21 años, nunca se pudo determinar con exactitud la franja horaria en la que se produjo el deceso. Si se hubiese tomado la temperatura corporal de la occisa o si la muestra del humor vítreo no se hubiese contaminado, se habría podido llegar a una mejor conclusión. 

En base a estos datos erróneos se tejieron una serie de contradicciones que derivaron en dicha imprecisión que hubiese podido aclarar si el asesinato de Solange ocurrió cuando Lucila estaba en la casa o en su trabajo. 

El médico forense Eugenio Aranda, denunciado por falso testimonio, declaró que Solange había sido asesinada entre la 1 y las 7 de la mañana. En ese horario Lucila se encontraba en la casa. El testimonio del médico legista Julio César Julián indicó que la muerte se produjo entre las 10 y las 13, horario en que Lucila ya estaba en su lugar de trabajo.