Cinco claves que dejó el documental de Gustavo Cerati

NatGeo acaba de estrenar su documental de dos partes de la vida y obra de Gustavo Cerati, en el marco de su serie de envíos sobre artistas del rock “BIOS. Vidas que marcaron la tuya”, en el que no solo hablan Charly y Zeta, sino también su madre, Lillian Clarke, su hermana Laura Cerati, sus hijos Benito y Lisa Cerati, y su equipo de cómplices, desde el manager de Soda Daniel Kon, Leandro Fresco y Leo García, al encargado del sonido de Soda, Adrián Taverna.

Y aunque ayer los fans se lamentaban por la ausencia de ciertas voces clave (como la de Richard Coleman), y a pesar de que para los obsesivos seguidores del trío el documental no aportó revelaciones, sí confirmó algunas hipótesis en torno a la separación del trío, deslizando también los excesos que llevaron al artista a su prematuro final.

Lo primero es la familia

El documental, que cuenta con el apoyo de la familia, rescata la historia poco conocida antes de la historia conocida: la familia Cerati como un núcleo muy unido que apoyó siempre a Cerati, que aunque muy esforzado, entrando en los veinte años no tenía un destino perfilado para su vida.

Y entonces, la explosión de Soda, que tanto el manager Kon como Adrián Taverna avisan que fue meteórica y problemática desde el principio. Las giras de cien conciertos por año y el cansancio (incluso, un amague tempranero de Cerati con largar todo, perdido en algún aeropuerto, hastiado de las esperas) comenzaron a hacer mella en la banda ya desde el segundo disco.

El largo divorcio

De hecho, el documental retrata cómo la separación de Soda fue en realidad un largo divorcio, que comenzó mucho antes de 1993, año en que Cerati se tomó un descanso del combo y lanzó su primer disco solista, “Amor amarillo”. Vivía en Chile, donde formaba familia con Cecilia Amenábar y, cuenta Kon, estaba la sensación de que “estaba harto de Soda: pensábamos ‘este no vuelve más’”.

Cerati volvería a la banda, grabarían “Sueño Stereo” y saldrían de gira, pero ya para entonces todo estaba podrido: un recital brindado en el marco del Festival Alternativo en cancha de Ferro marcaría, para Taverna, el final: se había ido “toda la magia”, y Kon explica que para entonces a las diferencias de gustos y personalidad se sumaban graves disputas por cuestiones económicas.

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Cerati necesitaba experimentar, probar otra cosa, dice su entorno: Soda era una etapa cumplida. “Bocanada”, segundo trabajo solista lanzado en 1999, comenzó un proceso de liberación, creativa primero y personal después, tras terminar en 2002 su relación con Amenábar.

La inmersión

Cerati comenzó entonces a sumergirse, cuenta Benito, en sus búsquedas, que iban desde un interés creciente por la electrónica a un misticismo “panteísta” que incluía lecturas de Chopra y estudios mayas, además de una obsesión importante por “Lost”.

Metido en sus sonidos y sus búsquedas y escapando del sonido de Soda, Cerati se fue convirtiendo en un artista ligado a la movida alternativa hasta que, dice su hijo, sintió la necesidad de reconectar con el gran público y regresar al rock: “Ahí vamos” fue un regreso al mainstream que sentó las bases para el retorno de Soda, porque Gustavo “quería volver a Soda con un disco bien exitoso”, aporta Leandro Fresco.

El pacto

La gira retorno comenzó a gestarse tras aquel álbum, pero con límites porque “no sabíamos si nos íbamos a llevar bien”, dice Alberti. De hecho, la gira de 12 shows entró en grave peligro cuando Charly y Gustavo volvieron a trenzarse. El baterista cuenta que se dijeron de todo, pero que limpiaron el aire y hasta provocaron que la serie de shows subiera a 22.

Pero a pesar de las comodidades de la gira más grande de la historia de la música latinoamericana, las rispideces continuaron y los Soda llegaron a un acuerdo: lo mejor para una banda que “pagó muchísimo el éxito” era parar y, cada cinco años, regresar y pasarla bien durante un rato. La promesa quedaría trunca.

El cigarrillo

La reunión nunca llegaría porque en 2010 Cerati tuvo un ACV mientras mostraba su último disco, “Fuerza Natural”, en Venezuela. Convalecería durante cuatro años antes de morir: su entorno liga su muerte al cigarrillo, su gran vicio, que continuó a pesar de una trombosis que sufrió años antes y que lo asustó.

“Trató de hacer ejercicio, de caminar, pero le duró un ratito”, cuenta Taverna, y Charly revela que incluso llegó a tener cruces con Cerati por el tema. Sin embargo, explica Leo García, después en “Fuerza Natural” “él tomó la decisión de vivir a pleno y hacerse cargo de las consecuencias”, lo que implicaba dejar de controlar el tema del cigarrillo.

Aquel disco reflejaba esa nueva visión de la vida de Cerati, que afirmaba en una entrevista que “estoy mucho más relajado. La edad, la suma de millaje... cada vez se me hace más necesario disfrutar el trayecto, paladear el instante. Ya probé donde te lleva el vértigo, ahora disfrutemos más del viaje”.