La rica historia de una localidad siempre pujante
Edición Impresa | 11 de Mayo de 2018 | 06:11

City Bell cumplió ayer 104 años. Esta localidad es una de las de mayor crecimiento urbano de la última década en la Región y se convirtió en el sitio elegido de quienes quisieron radicarse en un ámbito verde y tranquilo.
Además de ser una de las zonas con mayor expansión habitacional, se desarrolla una importante actividad comercial que se extiende desde la principal calle Cantilo hacia las calles adyacentes.
City Bell tiene una fuerte actividad social, con numerosos lugares de encuentro que van desde los cafés del centro a clubes, centros de fomento y cooperadoras.
Los orígenes de la localidad se remontan al año 1910, cuando, tras la muerte de Jorge Bell, su hijo Eduardo quedó a cargo de la administración de la prestigiosa Estancia Grande. Los herederos aceptaron la propuesta de la Sociedad Anónima City Bell presidida por Adolfo Labougle, que consistía en la creación del pueblo de City Bell en una fracción de tierras de trescientas hectáreas ubicadas al norte del casco de la estancia, frente a las vías del ferrocarril.
El 2 de febrero de 1914 la Sociedad Anónima City Bell propuso al agrimensor Esteban Panelo para efectuar el trazado del nuevo pueblo. El 27 de febrero de ese año se produjo el informe de la Dirección General de Tierras y Geodesia. El mismo consideró que el proyecto del centro urbano City Bell estaba en condiciones de ser aprobado.
El Poder Ejecutivo provincial, por resolución del 10 de mayo de 1914, aprobó la traza del pueblo al que denominaron City Bell en honor a la familia de don Jorge Bell.
Ese mismo año, pese a los problemas económicos, la Sociedad encaró obras de importancia: la pavimentación de la calle 14 -hoy Cantilo-; la construcción de un tanque para la provisión de agua corriente con extensión de una red de cañerías de 12.000 metros; el primer chalet en avenida Cantilo esquina 7; y la construcción la primera estación del ferrocarril que funcionó durante algunos años en una casilla de madera. Se cuenta que en el primer tren que paró en la flamante estación viajaron don Eduardo Bell y su esposa (Cora Vidal Malbrán), quienes venían en viaje de bodas a la Estancia, cuyo casco se hallaba ubicado en el predio donde hoy se encuentra instalada la Agrupación de Comunicaciones 601.
Por otra parte, en 1915 se concluyó la pavimentación del camino General Belgrano que recién pudo ser inaugurado un año más tarde cuando se construyó el puente sobre el arroyo Rodríguez.
Los años que siguieron fueron fundamentales para el crecimiento del pueblo. La Sociedad Anónima construyó diez chalets y, de inmediato, otro núcleo de quince. Muchos de ellos fueron adquiridos por conocidas familias que comenzaron a poblar la localidad.
Entre los primeros vecinos que vinieron a habitar la zona se recuerda a las familias Ferrando, Büchele, Baglioto, Altube, Mariscotti, Choscot, Carnevale, Labougle, Traverso, Peñalva y Cao, entre otras.
Con la instalación de las primeras familias se hizo indispensable dotar al poblado de servicios esenciales. En 1922 comenzó la instalación de una usina eléctrica para uso familiar y alumbrado público. Un año después, la localidad contaba con luz y agua corriente.
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