Entre el FMI y Sampaoli, la “Chiqui” sale ganando
Edición Impresa | 10 de Junio de 2018 | 03:54

Se viene el domingo, es decir, el día del descanso, el tiempo del relax, del asado o las pastas en familia y uno busca tema de conversación, claro, que aleje las tensiones y que ayude a una sana digestión.
Si hay que atenerse a lo que ocurrió en la semana que culmina, por un lado surge el anuncio del acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional y el consiguiente préstamo de los 50 mil millones de dólares (lo vamos a poner en números para tener una idea, al menos, del largo de la cifra: U$S 50.000.000.000) con el que, con no poco esfuerzo, se supone, habremos de transitar en relativa calma el tiempo que nos separa de las presidenciales del año que viene. Eso, al menos, es lo que nos dicen desde “arriba”, pero uno, que no se chupa el dedo, sabe que esto es la Argentina, ¿vio? y que aquello de “transitar con relativa calma” el tiempo que nos separa de octubre-diciembre de 2019, es más o menos lo mismo que confiar ciegamente con que Sampaoli y su ballet nos vayan a traer la Copa que se juega, desde esta semana, en Rusia.
Y, precisamente, es ese el otro tema del que se podría hablar en la mesa dominguera: el inicio del Mundial de Rusia que ya nos queda ahí, al alcance de la mano.
Es decir. Estamos ante la disyuntiva de utilizar el almuerzo familiar para hablar de la deuda externa, o de Sampaoli y sus intrépidos muchachos.
Voceros generalmente bien informados, pero que piden estricta reserva de identidad, cuentan en la más absoluta confianza que ya se han visto en numerosos despachos oficiales fotitos de Messi rodeadas de velas y cartitas de promesas. Es bien sabido que todo triunfo deportivo -y más en fútbol- disminuye de manera inversamente proporcional el interés que, en circunstancias normales despiertan la inflación, el valor del dólar, la inseguridad o la desocupación. Es decir, si la foto de Lagarde con Macri puede despertar el mismo entusiasmo que dos 4 y una sota en una mano de Truco, un gol de Messi vendría a ser algo así como una flor de espadas, con el “siete bravo” y el ancho. El problema es que tal como viene la mano, da la impresión de que vamos “orejeando” con altas probabilidades de irnos al mazo, sin siquiera cantar el embido.
Pese a todo -y volviendo a la charla dominguera- uno tiende a inclinarse por la opción mundialista, pero ahí nomás se le viene a la mente el dislate de la suspensión del amistoso con Israel y la consiguiente imagen del “Chiqui” Tapia haciendo su aporte a la paz mundial, y decide que, tal vez, lo mejor será quedarse callado, prender la tele y almorzar con la otra “Chiqui”, la Legrand.
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