Los galos disputarán su tercera final, con una victoria y una derrota

Un cabezazo letal de Samuel Umtiti en los albores del segundo tiempo bastó para sellar el pasaporte de Francia a la tercera final de su historia en la Copa del Mundo, al imponerse 1-0 a Bélgica en San Petersburgo.

En un saque de esquina ejecutado por Antoine Griezmann a los 51 minutos, Umtiti consiguió anticiparse a Marouane Fellaini, su custodio del primer palo. El zaguero del Barcelona saltó y sentenció en las narices al arquero Thibaut Courtois, quien simplemente levantó las manos en un intento infructuoso por impedir que el balón ingresara en sus, hasta entonces, bien custodiadas redes belgas.

Y por enésima vez en este Mundial, una jugada de pelota parada resultó crucial y decisiva. Esta vez definió a un finalista, y Francia chocará el domingo por el título en Moscú con Inglaterra o Croacia, que se medirán en la otra semifinal, también en la capital rusa.

El tanto francés no hizo sino radicalizar la estrategia que cada equipo había mostrado en el primer tiempo: Una Bélgica más agresiva y una Francia que apostó siempre a la contra.

Abofeteados, los Diablos Rojos se lanzaron en forma desbocada en busca del empate.

Les Bleus, en cambio, se organizaron mejor atrás y apostaron a alguna transición rápida que les permitiera ampliar el marcador.

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Pero, quizás por la desesperación o tal vez por el cansancio que derivó de un encuentro disputado a un ritmo muy dinámico, las aproximaciones belgas fueron generando cada vez menos peligro.

VOLVER AL PARTIDO MÁXIMO POR TERCERA OCASIÓN EN SU HISTORIA

La del domingo significará la tercera posibilidad francesa de levantar la Copa.

En la primera final, Francia se coronó como anfitriona en 1998, merced a una goleada por 3-0 sobre Brasil, en aquella noche en que Ronaldo estuvo muy lejos de su mujer versión y en la que las dos apariciones de Zinedine Zidane y el posterior contragolpe de Petit, sentenciaron a la selección carioca.

En Alemania 2006, Francia quedó muy lejos de sus aspiraciones y en un segundo de furia vio apagarse su sueño ecuménico. En aquella oportunidad sucumbió por penales ante Italia, tras el infame cabezazo que recibió Marco Materazzi y que significó la expulsión de Zinedine Zidane y su despedida absoluta de los mundiales, tras que Elizondo le mostrara el cartón rojo.

Por ende, la que se jugará en Moscú el domingo, representará la tercera oportunidad para un equipo galo que, al igual que en el Mundial que lo tuvo como anfitrión, también compartió fase de grupos ante Dinamarca, e incluso avanzaron a octavos en el mismo orden final.