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Planificar, ahorrar, arriesgar: la experiencia de vivir sin inflación

Platenses que viven en países con estabilidad en los precios, después de haber atravesado contextos inflacionarios en el ámbito local, cuentan cómo repercute la nueva situación en su calidad de vida

Planificar, ahorrar, arriesgar: la experiencia de vivir sin inflación

la inflación en los alimentos, lo que más sorprende a los platenses en el exterior cuando vienen de visita

27 de Enero de 2019 | 02:45
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Una de las primeras cosas que le llamó la atención de la platense Laura Carballo cuando se radicó en Francia en el año 2009 fue que nadie hablaba de inflación. “No era que no les preocupara. Directamente nadie mencionaba esa palabra. No aparecía en las conversaciones de la gente”, dice Laura que llegó a ese país con una beca universitaria y que venía de una Argentina en que la inestabilidad de los precios era (y sigue siendo) una preocupación constante.

Pronto, Laura comenzó a descubrir las ventajas de la estabilidad de los precios. La primera que menciona es el descenso de la ansiedad. Ahora puede, dice, darse el lujo de planificar y de hacerlo con tiempo. Puede, además, ahorrar en la misma moneda en la que cobra sus ingresos sin estar pendiente de posibles devaluaciones. Puede, incluso, organizar sus vacaciones como sus colegas franceses: con mucha anticipación y la seguridad de que los valores previstos no se verán alterados con el paso de los meses.

Como Laura, muchos platenses que hoy viven y trabajan en el exterior describen el fuerte contraste que implica vivir en una economía con precios estables después de haber vivido la frecuente inestabilidad de precios local.

Destacan que esa diferencia en una variable económica clave repercute en muchos aspectos de la vida. Pasan, dicen, de una suerte de estado de alerta permanente relacionado a la economía doméstica, a dejar de ocuparse de ese problema y ganar un mayor margen de previsibilidad.

Pero con esa previsibilidad llegan otras cosas, como la reducción de la ansiedad, una mayor capacidad de ahorro, la posibilidad de elaborar proyectos propios, disponer con más libertad del tiempo, tomar créditos con más confianza y hasta concebir propuestas de trabajo de mayor calidad.

Sus experiencias contrastantes -todos vuelven periódicamente a la Argentina o están en contacto con la realidad económica local a través de amigos o familiares- ganan relevancia en momentos en que la inflación vuelve a ser una de las preocupaciones centrales de los argentinos.

Como se sabe, los datos del Indec para 2018 indican que la inflación correspondiente a ese período fue del 47,6%.

Ese dato puso a la Argentina en el quinto lugar en la lista de los países con mayor inflación del mundo (detrás de Venezuela, Sudán, Sudán del Sur e Irán) y marcó el registro inflacionario más alto para el país desde el año 1991 (ver gráfico).

Germán Muiño es economista del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) y dice que, si bien en la Argentina no se puede hablar de una inflación crónica, sí puede hacerse referencia a períodos prolongados de alta inflación, alternados con breves períodos de estabilidad.

Algunos economistas consideran que la Argentina está en un proceso de elevada inflación que ya suma 10 años y que suele tener picos cuando hay devaluaciones y aumentos de tarifas.

Indican que ese problema recurente se asocia a mútiples factores, desde cuestiones estructuirales relacionadas con la producción, a pujas redistributivas y hasta cuestiones culturales.

En lo que todos coinciden es en que una inflacion por encima de un dígito ya representa un problema para la salud de una economía.

Y apuntan otro aspecto, que desde su experiencia pueden avalar numerosos platenses: los tiempos de estabilidad de precios en la historia reciente del país se pueden contar con los dedos de una mano.

En esta nota, platenses que viven en países del mundo donde la inflación en el 2018 se ubicó entre el 1,8 y el 3% cuentan cómo es la experiencia de vivir en sociedades caracterizadas por la estabilidad de los precios y cómo repercute esa situación en su economía doméstica.

También hablan del contraste que representa volver a la Argentina, cuando lo hacen periódicamente para visitar a familiares y amigos y tener que readaptarse, aunque sea durante un breve período, a contextos de alta inflación.

“cuando un precio sube, la gente no compra”

Alejandro Gorosito vive y trabaja en Miami desde el año 1999 y dice que fueron escasas sus experiencias con la inflación antes de radicarse en Estados Unidos, donde la inflación anual de 2018 fue del 1,9%.

“Me acuerdo de la hiper del ´89 porque lo afectó a mi papá. Ahora cada vez que vuelvo a la Argentina no reconozco ningún precio. La última vez que fui, una cerveza que en mi último viaje pagaba 5 pesos valía 90. No volvería a vivir y trabajar en la Argentina a menos que sea extrictamente necesario”, dice Goirosito.

“Lo primero que notás es que te baja muchísimo la ansiedad en torno al tema económico”

 

“En Estados Unidos hay estabilidad de precios, pero eso no quiere decir que los precios están necesariamente quietos. Hay cosas que suben, pero también otras que bajan y de una manera muy discreta. No es como en la Argentina, que todo sube y nada baja. También hay como una especie de autoregulación del mercado, por la cual si algo sube demasiado, la gente no lo compra”, sostiene Gorosito que trabaja en un parque municipal en Miami.

Martín Musaubach, un músico platense que actualmente vive en Taiwán y desde 2007 también vivió en Hong Kong y en el interior de China, dice que “la estabilidad de los precios, afecta positivamente a la economía doméstica, pero desde ahí alcanza a otras áreas de tu vida, como la posibilidad de proyectar, de organizarte y hasta puede ser determinante en la calidad del trabajo que ofrecés”.

Musaubach, que tiene una productora de música, dice que en Taiwán la inflación oscila entre el 2 y el 3% anual y que esa situación le permitió ahorrar y pasar en poco tiempo de un trabajo en relación de dependencia a un emprendimiento privado propio en el que hoy se desempeña.

“Hay un cierto grado de inflación que se nota en cosas puntuales, pero no se traslada a toda la economía. El precio de los combustibles, es un ejemplo clásico. Suele flotar. Pero a diferencia de la Argentina, donde un aumento de los combustibles se traslada a todos los precios de la economía, aquí queda como encapsulado en ese sólo productoi a partir de determinadas herramientas de control de precios a las que recurre el Estado”, indica.

Musaubach agrega que “lo primero que notás en contextos con baja inflación cuando venís desde Argentina es que te baja muchísimo la ansiedad en torno al tema económico. Empezás a planificar con otros tiempos y con otra actitud e incluso eso te alienta a arriesgar más. Hasta el manejo de tu tiempo libre cambia, porque podés prever cuánto le vas a dedicar al trabajo y cuánto a proyectos paralelos. Pero lo que me parece máss importante es cómo incide eso en la calidad de lo que hacés. Si se trabaja tranquilo y con tiempo, el producto que se va a ofrecer va a ser de mayor calidad”.

En estos días, Musaubach volvió a La Plata, donde se quedará hasta febrero, para regresar a Taiwán. Dice que lo que más lo impresionó de la situación económica local fue la inflación en los alimentos.

“Impacta ver cómo el mayor peso de los aumentos recae. precisamente, sobre los bienes de primera necesidad”, sostiene.

Laura Caraballo, desde Francia, que el último año tuvo un 1,8% de inlfación, dice que una de las ventajas que resulta de una situación económica donde “nadie habla de inflación” es la capacidad de ahorro, que “sólo depende de la autodisciplina”.

“Genera mucha tranquilidad saber que el ingreso de uno va a mantener su valor ahorrando en la misma moneda en que se cobra, sin preocuparse por posibles devaluaciones, como en la Argentina. También tranquiliza mucho saber que el precio de las cosas no va a cambiar, lo que permite planificar a largo plazo con más tranquilidad”.

“La verdad es que es muy loco pensar en la profunda diferencia entre un contexto de alta inflación y otro que no lo es. Vivir sin inflación mejora la calidad de vida, vivir pendiente de la inestabilidad de los precios altera. Son dos realidades completamente distintas”, concluye.

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la inflación en los alimentos, lo que más sorprende a los platenses en el exterior cuando vienen de visita

Alejandro Gorosito Vive en Miami “ Cuando vuelvo a la Argentina, lo primero que me pasa es que no entiendo la lógica de los precios, La misma cerveza que en mi última visita había pagado 5 pesos vale 90. En Estados Unidos ese tipo de subas no existen. Puede aumentar un precio, pero hay mucha competencia y a las cosas que suben mucho nadie las compra. También pasa otra cosa que en la Argentina no se ve y es que hay precios que bajan. En la Argentina, la carrera es siempre para arriba, sube un precio y atrás suben todos. La estabilidad de los precios te permite planificar y ahorrar”.

Laura Caraballo, Vive en París “ En Francia nadie habla de inflación. Puede subir algún precio en particular, pero la inflación no aparece en las charlas de la gente. No tener inflación tiene fuertes consecuencias en la vida de todos los días, porque uno deja de vivir alterado pendiente de los precios, puede planificar a largo plazo y ahorrar. Como no existe la preocupación por la pérdida de valor del propio ingreso, el ahorro termina dependiendo solamente de la autodisciplina y hay una fuerte cultura que lo fomenta. No tener inflación mejora la calidad de vida en muchaos aspectos”.

Martín Musaubach, Vive en Taiwán “ L o primero que notás en contextos sin inflación cuando venís desde Argentina es que te baja muchísimo la ansiedad en torno a lo económico. Empezás a planificar con otros tiempos y con otra actitud e incluso eso te alienta a arriesgar más. Hasta el manejo de tu tiempo libre cambia, porque podés prever cuánto le vas a dedicar al trabajo y cuánto a proyectos paralelos. Pero lo que me parece más importante es cómo incide eso en la calidad de lo que hacés. Si trabajás tranquilo, el producto que vas a ofrecer va a ser de mayor calidad”.

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