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“De la noche a la mañana”: perdidos en Valparaíso

En su primera comedia, parte de la competencia argentina del Festival de Mar del Plata, el realizador platense Manuel Ferrari coloca a una neurótica criatura a deambular sin rumbo por Chile tras enterarse de que será padre

“De la noche a la mañana”: perdidos en Valparaíso
14 de Noviembre de 2019 | 02:00

Ignacio Roma es la viva imagen del desconcierto: neurótico y en una crisis que abarca lo laboral, lo material, la identidad, todo, llega a su casa y su novia le dice que está embarazada. Justo cuando le ofrecen viajar a Valparaíso para dar una charla, oportunidad que abraza como quien se aferra a una única vía de escape.

Pero todo saldrá mal, desde ya: charlas truncadas, billeteras robadas y temblores constantes conspirarán contra Ignacio en “De la noche a la mañana”, nuevo largometraje del realizador platense Manuel Ferrari, que participa en la competencia argentina del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

Una comedia existencial que narra “el viaje interior en el que el personaje asimila la noticia”, donde la cámara de Ferrari vuelve a posarse con pasión sobre los ángulos y las formas de lo espacial, de la arquitectura (su padre es arquitecto, al igual que su protagonista, encarnado por Esteban Menis), ahora en la particular Valparaíso, ciudad vertical a la que viaja Roma para su conferencia, y hecha de escaleras hacia la nada y colores; una ciudad que revela bajo la cámara de Ferrari, lejos de la postal, cómo “un patio de una casa conecta con una escalera, cómo está todo en la vereda”.

Aunque allí, en la preocupación espacial, parecerían acabar las continuidades con sus últimos dos trabajos. Ferrari concede: “Esta es la primera película que puedo contar bien de qué se trata”, se ríe el realizador que debutó con una ficción con algunas experimentaciones, como “Cómo estar muerto / Como estar muerto”, en 2008; “después vino la etapa más abstracta”, sonríe quien siguió con los documentales experimentales “Crónicas de Solitude” y “Las expansiones”.

En simultáneo con aquella última cinta, Ferrari ya estaba pensando en “De la noche a la mañana”, que siempre tuvo forma de “ficción clara” que comienza con un desvío en la vida de su personaje y sigue con una serie de complicaciones para su pobre, torturada criatura.

“Nunca había explorado la comedia: soy fanático del género, es uno de los más géneros más geniales para dar cuenta de los problemas, individuales, sociales, políticos”, explica Ferrari, que se mueve entre un humor “asordinado” y peculiar propio de algún cine independiente (la comedia no es terreno habitual de la filmografía nacional por fuera del mainstream), el humor melancólico de Bogdanovich y la comedia existencial de Nanni Moretti.

Menis luce, de hecho, bastante “morettiano”: en su mirada puede verse con claridad como giran las ruedas de la neurosis, los miedos y las dudas a mil kilómetros por hora. El paisaje inhabitual, laberíntico y agotador de Valparaíso asoma como una metáfora de un viaje avasallante para su personaje.

Es que Ignacio Roma encarna cómo “el hombre ya no es una persona segura, que tiene todo resuelto económicamente, que es el que provee, que es el valiente que toma todas las decisiones del futuro suyo y de su familia. Hay algo que me interesa del hombre sensible, me parece que produce un efecto cómico”, explica el director y profesor en Bellas Artes

Roma, “continuamente peleándose consigo mismo”, incómodo en su piel, “no puede encontrar un lugar”: diversas crisis lo atraviesan, pero ronda el eje la angustia de lo material, la tensión entre el dinero y el deseo, “la dificultad de poder hacer lo que a uno le gusta: es un arquitecto pero no quiere hacer edificios uno igual a otro para ganar dinero e irse de vacaciones a Cariló. Quiere escribir libros pero no encuentra fondos o tiempo para hacerlo, trabaja con su suegro, que no quiere, pero le resuelve los problemas económicos… y se encuentra en una edad donde se supone que uno es suficientemente grande como para decidir que hace, pero se encuentra haciendo cosas que no le gustan”.

¿Dónde queda el deseo en una sociedad económicamente difícil, donde nos dicen que hay que hacer lo que nos gusta, pero a la vez ganar plata? “El personaje sufre, embebido en ese mundo contradictorio”, dice Ferrari, que no por casualidad lleva al pobre Ignacio a arrastrar los pies por la Chile neoliberal, encarnación latinoamericana máxima de ese modelo de pensamiento y vida.

Curiosamente, la película tiene como una primera peripecia que se encuentra con los alumnos en toma. Tiempo después llegaría el levantamiento en la Chile supuestamente próspera y orgullosamente neoliberal: un país que, en la película, le ofrece a Ignacio, de repente, dinero, oportunidades. El problema es que, atrapado en el medio, tironeado, Roma no sabe dónde ir, y seguirá su camino de dudas y neurosis hasta el final, comiendo lana de la noche a la mañana.

Ferrari jura que no es una película autobiográfica. “La empecé a pensar mucho antes de que fuera padre: fue una casualidad que se dio”, lanza sobre el guion firmado también por Gabriel Medina y Rodrigo Muñoz Gálvez, aunque, a lo Ignacio, tuvo su propia “parálisis”, pasando seis o siete años sin trabajar de director: “Trabajé mucho como montajista, pero estaba cruzado con terminar un guion”.

El desenredo vino con tres proyectos simultáneos producto de una realización que atropellaba la angustia material que ronda siempre el cine nacional (cómo filmar siendo que filmar es tan caro): “El día que me di cuenta que yo me dejaba seguir llevando, tomar trabajos que me llevaban todo el día y me dejaban solo el final del día para escribir, fue el día que pude cambiar la escala de valores”, cuenta el director que, además, dejó de abrumarse por las limitaciones materiales de rodar en Argentina. “La capacidad de hacer cada película fue saber qué necesitaba cada película: que las carencias que iba a tener la película fueran parte del propio proceso narrativo”, explica. “Dejar de preocuparme por lo que no tenía y explotar las condiciones que tenía”.

 

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