Roberto Romagnoli

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Doctor en Ciencias Químicas, investigador y docente, Roberto Romagnoli realizó durante casi cuatro décadas un destacado aporte a la consolidación y el crecimiento del Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnología de Pinturas (CIDEPINT), un espacio con sede en nuestra ciudad que no tiene equivalentes en América Latina. Su fallecimiento, a los 65 años, provoca pesar entre quienes valoraron su compromiso científico y su vocación pedagógica, que complementó con una honda espiritualidad.

Hijo de Clara Suetta y Albino Romagnoli, hermano de Mirta, nació en la localidad de Wilde el 28 de mayo de 1953. Tras cursar los estudios secundarios en el colegio Normal Nacional de Quilmes, llegó a nuestra ciudad a instancias de su padre tornero para inscribirse en la facultad de Ciencias Exactas, en cuyos claustros se graduó a fines de 1978 como doctor en Ciencias Químicas con orientación en Química Analítica.

Investigador principal del Conicet, dirigía desde 2011 el CIDEPINT, al que había ingresado en noviembre de 1980; dedicó buena parte de sus esfuerzos en los laboratorios de 52 entre 121 y 122 a especializarse en técnicas de análisis químico y desarrollo de pinturas anticorrosivas e “inteligentes”, capaces de no contaminar y administrar sus propios componentes.

Miembro de las asociaciones iberoamericanas de Corrosión y Protección, y de Electroquímica, fue galardonado por el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva nacional por el proyecto “Submicropartículas inteligentes para la protección anticorrosiva del acero”. Desplegó sus vastos conocimientos sobre los procesos relacionados con la corrosión y la protección de sustratos metálicos en más de 90 publicaciones.

En el terreno docente ejerció numerosos cargos, tanto en la UNLP como en la UNNOBA, y fue asiduo miembro de comisiones evaluadoras, jurado de tesis y concursos, así como coordinador de múltiples espacios de gestión y formación de recursos humanos.

Coleccionista de estampillas, apasionado por los viajes, aficionado a la jardinería, abrió sus puertas para difundir la interpretación evangélica de las Sagradas Escrituras. Casado con María Cristina Arena, tuvo dos hijos -Gabriel Matías, contador, y Damián Ezequiel, inminente ingeniero electrónico-, quienes se prolongaron en dos nietas: Emma y Sara.

 

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