Vuelven a hacerse sentir las quejas vecinales por los molestos estorninos

Aunque cada atardecer protagonicen un hipnótico baile en las alturas, los estorninos no logran ser bienvenidos en la Ciudad y por estas semanas muchos vecinos se quejan porque las veredas están plagadas de heces de esas aves. La avenida 53, desde Plaza Moreno hasta Plaza Malvinas, y la zona de diagonal 80 y 48, fueron algunos de los puntos donde mas cantidad de esos pájaros se observa.

“No se puede descansar por esa plaga que ensucia todo y causa un deterioro importante en el patrimonio urbano de la Ciudad”, sostuvo ayer Susana, una vecina de 53 y 16.

En una línea similar se expresaron vecinos de la zona de la basílica San Ponciano. “Es impresionante verlos a todos parados en las antenas de los edificios, pero lo peor es la suciedad que causan”, afirmó un comerciante de diagonal 80.

Sin embargo, el problema que causan esas aves no es fácil de resolver. Diego Montalti, doctor en Ciencias Naturales y especialista en ornitología, explicó ayer que todos los métodos para alejarlos de la Ciudad tienen efectividad limitada.

“Lo ideal es recurrir a la combinación de sonidos de aves rapaces o estruendos; no basta con salir a talar árboles”, apuntó el especialista.

Montalti sostuvo que la razón por la que volvieron a verse numerosas bandadas de estorninos está vinculada a su reproducción. Esas aves terminaron de reproducirse en diciembre y, teniendo en cuenta que por año tienen dos nidadas de hasta 6 pichones cada una, su número de población creció de manera considerable.

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“Cuando dejan de reproducirse vienen a la Ciudad por las noches a buscar una atmósfera mas cálida que el campo porque su metabolismo es alto y para mantener su organismo requiere de mucha energía”, sostuvo el ornitólogo. Ese “ahorro” le permite a los estorninos salir por las mañanas a buscar su alimento, ya sean semillas, frutas o insectos.

El especialista aclaró que el estornino tiene una tasa reproductiva muy alta y vive mas naturalmente que las palomas, no tan pegado al hombre.

“En otros lugares como Australia o Nueva Zelanda constituyen un problema muy grave porque atacan los sembrados, se comen todo”, apuntó Montalti.