Solo, enfermo y en un geriátrico del Conurbano: murió Ricardo Barreda

Ricardo Barreda, autor de una de las masacres mas resonantes en la historia policial argentina, murió ayer a los 83 años en un geriátrico situado en José C. Paz, lejos de la ciudad en la que se desarrolló y donde armó la familia que destruyó a tiros de escopeta el 15 de noviembre de 1992.

Según informaron fuentes de la Policía y del Hogar Geriátrico del Rosario el odontólogo falleció alrededor de las 14, tras una mañana en la que la debilidad provocada por los problemas que arrastraba derivaron en un paro cardio respiratorio.

Patricia González, la licenciada en enfermería a cargo de la institución ayer acompañó toda la última jornada del femicida. “Por la mañana estaba normal, pero luego comenzó a desmejorar”, contó. Según la enfermera, Barreda presentaba un “mal estado general” con un cuadro de insuficiencia renal y prostatitis que lo obligaban a utilizar una sonda en forma permanente.

A eso se sumaba el deterioro provocado por el Alzheimer diagnosticado hace ya algunos años. No obstante eso, González indicó que Barreda “estaba lúcido” y se mostraba como “una persona inteligente y respetuosa”.

También podía recordar quien era, pero no hablaba sobre su pasado y la masacre de hace casi 28 años en la casona situada en 48 entre 11 y 12, donde vivía con su familia y tenía su consultorio de odontología . No lo mencionaba con los residentes y tampoco con el personal del Hogar, en donde González ocupa un rol de especial gravitación, como encargada de la enfermería y de tareas de apoyo emocional. “Ya había pagado lo que tenía que pagar”, analizó sobre los últimos días del odontólogo en el geriátrico.

visita de “un conocido”

Ni González ni otras personas del geriátrico le reprocharon el pasado. No tenía problemas de relación en la casa y prácticamente carecía de trato con el mundo exterior. “Solo recibió la visita, alguna vez, de un conocido”, dijo González sobre el visitante que no dejó otros rastros.

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Poco se sabe sobre el derrotero de Barreda hasta su punto final al noroeste del Conurbano. Algunos meses atrás era ubicable en un hotel del distrito de San Martín. Esa estadía se terminó con un problema de salud que lo llevó a una internación en el Hospital Eva Perón, de esa ciudad.

Algunos vecinos del centro de San Martín contaron que cuando caminaba por la peatonal o se sentaba a comer en un bar de la zona todavía, la gente reconocía su cara y hasta llegaron a pedirle una foto.

Antes de eso vivió un año en los pasillos del Hospital General Villegas de Pacheco. En esa época simulaba ser otra persona y tuvo conflictos con el personal del hospital. Según algún testimonios, para entonces solía hablar solo y gritar.

Desde el geriátrico de José C. Paz se indicó que ahí llegó tras esa internación, el 10 de marzo.

El Hogar del Rosario es una empresa privada que atiende en sus instalaciones a un centenar de adultos mayores beneficiarios de PAMI.

Barrera financiaba su estadía con esa cobertura de la obra social estatal, a la que habría accedido junto con una pensión que le habría sido asignado en 2018.

Para ese momento, llevaba diez años fuera de los muros de la cárcel. Comenzó a recobrar la libertad con salidas transitorias en 2008 luego de que la justicia lo condenara a prisión perpetua por el cuádruple crimen de su esposa Gladys Margarita Mac Donald (57), su suegra Elena Arreche (86) y sus hijas Cecilia (26) y Adriana (24).

El odontólogo primero negó la acusación en su contra e intentó hacer pasar el hecho como un robo a su casa, pero finalmente confesó.

En el juicio dijo que el ataque a tiros con una escopeta “Víctor Sarrasqueta” fue una reacción a los maltratos y humillaciones que recibía de parte de las cuatro mujeres. Contó que ese mediodía de noviembre decidió cometer el hecho cuando su esposa le repitió el apodo con el que lo llamaban: “Conchita”.

Según relató ante el tribunal el desencadenante fue cuando su esposa le dijo: “Andá a limpiar que los trabajos de conchita son los que mejor te quedan, es para lo que más servís”, dijo.

“Lo siento por mi hija más chica, que fue a la que menos le di y de quien más recibí”, declaró en aquel debate oral que lo llevó a la cárcel, donde se dedicó a estudiar Derecho.

Tras concretar el cuádruple femicidio, recorriendo distintos cuartos de la casa de dos plantas en búsqueda de las mujeres, Barreda declaró que arrojó todos los cartuchos de la escopeta en una boca de tormenta.

al hotel con la amante

Luego, según quedó acreditado en el marco de la causa, se deshizo de la escopeta tirándola en un canal de Villa Elisa y por la noche se encontró con una amante, con quien concurrió a un hotel alojamiento.

En 1995 Barreda fue condenado a reclusión perpetua por triple homicidio calificado y un homicidio simple y en mayo de 2008 abandonó la Unidad Penal 9 de La Plata, beneficiado con un arresto domiciliario.

En diciembre de ese mismo año, y luego de varias idas y vueltas judiciales, Barreda recibió la libertad condicional, mientras que en mayo de 2016 se declaró “extinguida la pena impuesta” y se hicieron “cesar las accesorias legales impuestas”.