Festejó en el final

Boca se consagró anoche campeón de la Copa Argentina, al superar a Talleres 5-4 por penales, después de igualar sin goles en los ´90, en el partido decisivo que se disputó ante una multitud en el estadio Madre de Ciudades de la provincia de Santiago del Estero.

De esta manera, el Xeneize alcanzó la estrella número 71 de su historia, y aseguró su ingreso a la fase de grupos de la Copa Libertadores del próximo año, su principal objetivo durante este semestre.

En las tribunas, hubo muchísima efervescencia por parte de los hinchas, pero dentro del campo de juego, los dos equipos quedaron en deuda. No se contagiaron del calor popular que cayó desde los cuatro costados, y en consecuencia, el partido fue un verdadero fiasco.

Hubo mucha intensidad por parte de Boca, pero casi siempre equivocó los caminos, porque tanto Almendra como Cardona no estuvieron finos en las entregas.

Talleres también fue intenso, gracias a la movilidad de Auzqui, Valoyes y Angelo Martino. Y más punzante a la hora de pisar el área rival.

La primera situación clara se produjo ni bien arrancó el partido. Advíncula cerró a destiempo, Rafael Pérez apareció por detrás de todos, se acomodó remató, pero su disparo fue desviado por Izquierdoz con sus rodillas.

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Y en la segunda, Rossi le desvió una pelota complicada a Tenaglia, después de recibir la asistencia de Valoyes.

Boca fue un verdadero desconcierto. Los volantes no hicieron pie (Campuzano llegó siempre tarde a los cruces y Ramírez no encontró espacios para “limpiar” la pelota. Por eso, tanto Almendra como Cardona quedaron desconectados y lejos del circuito de juego que pretendía el entrenador.

Mientras que Talleres se dio cuenta que atacar por los costados estaba el negocio. Entonces, Tenaglia y Enzo Díaz comenzaron a proyectarse con mayor insistencia, aprovechando los cierres tardíos de Advíncula por la derecha y de Fabra por el otro sector.

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A tres minutos del final, Talleres estuvo muy cerca de abrir el marcador. Valoyes recibió de Auzqui; el colombiano que se adelantó y logró sacar un violento derecha, que Agustín Rossi, con cierta dificultad (le picó antes) la desvió al córner.

MÁS DE LO MISMO

La parte complementaria no ofreció demasiadas variantes, ya que los dos equipos volvieron a exhibir similitudes en el juego, respeto del primer capítulo.

Boca, con más entrega que ideas, trató de adueñarse de la mitad de la cancha; mientras que la “T” insinuó algo más, aunque le costó armar un juego asociado, que pudiera lastimar al rival.

Sin embargo, y cuando el partido seguía siendo un fisco, Boca se quedó con un hombre de menos, por la expulsión de Juan Ramírez (fue amonestado tres minutos antes de abandonar la cancha).

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Sin dudas que esto condicionó el funcionamiento del equipo de Battaglia, que dispuso inmediatamente un sistema de 4-4-1.

Y además, permitió que Talleres creciera en lo colectivo. Encontró más espacios, tuvo una mejor coordinación y generó algunas llegadas de peligro.

La más clara se produjo al promediar la media hora, cuando Fértoli no pudo enganchar la pelota, después de un centro de Enzo Díaz.

Boca careció de todo. Sin un patrón de juego, ni conductor, ni hombres de mitad de cancha hacia adelante para desequilibrar.

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Los últimos diez minutos fueron de mucha fricción, interrupciones en un par de ocasiones y nada de fútbol. Decepción absoluta. Ya en los penales, Boca fue mucho más efectivo que Talleres, por eso se coronó campeón.

Convirtió los cinco de la serie y tuvo a Agustín Rossi como la gran figura (como sucedió ante River y Patronato), ya que le atajó el disparo de Héctor Fértoli (el segundo).