El clásico del Pe Sa Me y una figura excluyente que se repite

Llovía en el Bosque. La cancha estaba pesada. Había charcos por todos lados. El Clásico 128 de la era profesional tenía todos los números para ser trabado y aburrido. Error de pronóstico. Fue uno de los más lindos de la década, sobre todo, para los hinchas del Lobo.

Ambos equipos llegaban dulces al encuentro. Los mens sana venían de un triunfazo por 2 a 0 ante Unión en Santa Fe y los por entonces dirigidos por Néstor Craviotto, de una buena victoria contra Colón, en La Plata, por el mismo resultado. Gimnasia aterrizaba con 8 puntos y Estudiantes, invicto hasta el momento, con 9. Era 10 de septiembre del año 2000 y el Lobo de Carlos Timoteo Griguol debió ponerse el overol y embarrarse para sacar adelante un Clásico que comenzó torcido pero que se cargó de emociones con el correr de los minutos. Mucha disputa, desborde de entusiasmo y goles. Fueron cinco: tres para el Lobo y dos para el Pincha. Victoria agónica albiazul por la fecha 6 del torneo Clausura que terminaría con el mens sana en la tercera posición y con Boca como campeón. Dos veces estuvo arriba en el marcador la visita, pero Gimnasia se recompuso abrazado al ímpetu y a la garra y redondeando un triunfo que luego sería recordado como el Clásico del Pe Sa Me por los goles de Pereyra, Sava y Messera, aunque alterados en el orden simplemente para darle sentido a un latiguillo. Y fue el último de los intérpretes mencionados, la figura excluyente del partido.

Mariano Messera, con la 10 en la espalda, llena de barro, había anotado el empate luego de la apertura del marcador de Juan Manuel Azconzábal. Alejandro Osorio, con un bombazo, había puesto el 1-2, pero lo volvería a empardar Ariel Pereyra: y el Colorado Facundo Sava pondría el tercero para salir a gritar contra la tribuna de 60 tapando su cara, como invitado a una fiesta, con un antifaz negro que cobijaba entre sus medias. Noce; Sanguinetti, Cufré, Pereyra, Adinolfi; Cavallo, Gómez, Favio Fernández; Messera; Sava y Enría, fueron los titulares en esa tarde de tribunas repletas y de algarabía azul y blanca.

Ese derby es recordado por Messera como el más lindo que le tocó vivir en su carrera desde adentro del campo. Ahora, casi 21 años después, volverá a embriagarse de emociones y nervios, sufriendo y disfrutándolo detrás de la línea de cal. En ese entonces era Potrerito y lo primero que hacía cuando tenía el primer fixture del año en las manos, era buscar el próximo cruce con el rival de siempre. Le tocó convertirle tres goles a Estudiantes, pero siempre destacó ese que había significado el empate transitorio, contra el arco del Bosque y cruzando un derechazo prácticamente desde el suelo cuando iban 10 minutos del primer tiempo. Aunque tampoco olvidará su debut contra el eterno rival, en una goleada a favor por 3 a 0 en 1998.

El actual DT, en dupla con Leandro Martini, también gritó en un empate 2 a 2 en noviembre de 1998 tras ir ganando 2-0 en 1 y 57 y en otro que fue derrota por 3-2 en 2002, también en el estadio albirrojo. Le tocó festejar bastante en una década dorada para el Lobo de la mano de Griguol y también le tocó perder en otro periodo olvidable. Ahora comenzará a escribir una historia nueva, desde un lugar distinto, pero viviéndolo con la intensidad de siempre.

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