Desde hace años, la Selección no entusiasma porque insinúa mucho más de lo que concreta

Messi, sin frescura, continúa siendo el líder por juego, pero no por su carácter. Scaloni apuesta a la renovación y a la buena relación con el plantel

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Por MARTÍN MENDINUETA

@firmamendinueta

La Selección Argentina, que descansa en la comodidad de una muy buena ubicación en la tabla de posiciones de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Qatar, no consigue entusiasmar al pueblo futbolero. Así de simple.

Y no hay feeling porque desde hace años, cuando Alejandro Sabella dejó la conducción del equipo nacional, con diferentes técnicos (lo sucedieron Gerardo Martino, Edgardo Bauza, Jorge Sampaoli y ahora, Lionel Scaloni) ha prometido muchísimo más de lo que terminó concretando.

Afirmar que juega mal sería tan exagerado como temerario. Pero tampoco luce de acuerdo a las figuras que tiene. Sus buenas intenciones, como la de ser protagonista a partir de una tenencia dinámica, con buen pie desde el círculo central (recuerden que el volante central es Leandro Paredes, a quien conocimos como enganche en la primera de Boca) y con extremos punzantes por las bandas, muchas veces, como pasó el últimos jueves, terminan infectadas por la tibieza.

La Selección “vive” lejos de la gente. Y eso es mucho más que una metáfora. Casi todos vienen desde Europa y no están, más allá de la buena cantidad de puntos sumados, consiguiendo generar empatía con los que quieren ver a una escuadra nacional más vehemente y no tan europeizada.

¿DÓNDE QUEDÓ LA GARRA ARGENTINA?

Que el cuerpo técnico tiene muy poco tiempo para trabajar con sus elegidos, es tan cierto como que todo lo que se observó en Santiago del Estero quedó librado a la inspiración de cada uno.

Lionel Scaloni, que accedió al sitial de privilegio que hoy tiene de un modo cuanto menos desprolijo (recuerden que fue colaborador de Sampaoli en Rusia 2018), ha llevado adelante una necesaria renovación del plantel que viene dejando muy satisfecho al presidente de la AFA.

Evidentemente, su residencia permanente cerca de las mejores ligas del mundo lo ha llevado a observar y a convocar a jugadores prácticamente desconocidos para los hinchas que sufren y gozan con los equipos que forman parte de su vida cotidiana.

Emiliano Martínez, Cristian Romero (dejó una buena imagen y fue la figura) y Nahuel Molina son ejemplo de ello. Más allá de sus condiciones y méritos acumulados, todavía son desconocidos para el público masivo.

Probablemente, el paso del tiempo y hasta la inminente Copa América ayuden para adosarle calidez a una relación que luce fría.

JULIÁN ÁLVAREZ, UN CRÉDITO BIEN ELEGIDO

La modorra que se había hecho carne entre muchos de los que estábamos frente al televisor, se sacudió bastante con el auspicioso ingreso del joven delantero de River. Ese pibe tiene lo que más le gusta al hincha medio nacido en esta tierra: Juega cada pelota como si fuera la más importante de su carrera. Pone el mismo énfasis para gambetear, jugar a un toque, patear al arco o para tirarse a recuperar ejerciendo presión ante los defensores rivales.

Fue una muy buena decisión de Scaloni llevarlo a la exigente alfombra de las eliminatorias. Jugadores con ese temperamento son los que están haciendo falta para acercar al equipo con los vecinos de cada pueblo o ciudad.

LA GENTE SUEÑA CON RECUPERAR LA ÉPICA EN CELESTE Y BLANCO

En un puñado de días, cuando comience la tan convulsionada edición de la Copa América en Brasil, los amantes del fútbol en especial y buena parte de nuestra población esperarán ver a una Selección Argentina que salga a jugar con la única meta de recuperar la épica de consagraciones ya lejanas.

Estará en cada uno de los que la integren hacer que los hinchas vuelvan a encariñarse fuerte con la escuadra albiceleste. Hoy importan mucho más los vaivenes resultadistas de la camiseta del club de cada uno, que la suerte de la selección de todos. Es muy difícil que eso cambie, pero al menos debieran procurar que los partidos de la selección dejen de ser un entretenimiento, a veces bastante precario, que, de tanto en tanto, nos convoca a sentarnos frente a la pantalla.

Scaloni, quien no ha dirigido en clubes y debutó como entrenador principal nada menos que con Messi y el resto de las figuras, tiene otra enorme oportunidad (ya estuvo en Brasil 2019) para ser el conductor que convenza a sus hombres de tirarse de cabeza a buscar la gloria. La recompensa será gigante. Quedar en la memoria popular no tiene precio.

 

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