A dos años del asesinato de un taxista a golpes, la familia continúa esperando el juicio

La madre, la sobrina y una amiga de Jorge Gómez se reunieron con EL DIA en 126 y 50, junto al mural que recuerda donde lo mataron

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A las 6.30 de la mañana del 10 de julio de 2019, Jorge Gómez (52) atendió el primer llamado en la agencia “Taxi Rinn”, de Ensenada, se subió al Chevrolet Corsa y puso primera hacia un destino al que no llegó. Es que antes, en 126 y 50, discutió con Esteban Pérez Zablocky, quien entonces tenía 27 años y una contextura física que no le dejó chances a Gómez de defenderse de los 20 golpes y patadas que sellaron su suerte de muerte allí mismo, aunque formalmente lo declararon fallecido dos días después.

Ayer, en esa misma esquina, la madre del taxista, Laura Esther Solís (78); su sobrina, Guadalupe Olaechea (21) y su mejor amiga, Gabriela Kaldi (45); se reunieron para charlar con este diario junto al mural que recuerda a Jorge desde agosto de 2019. El dolor está intacto; casi como la causa judicial, que “se paró bastante por la pandemia”, coincidieron en decir Solís y Olaechea.

Pérez Zablocky, un joven de Villa Elisa, con vínculos familiares y laborales en Berisso, está actualmente alojado en la Unidad Penitenciaria 35 de Magdalena.

El fiscal a cargo de la instrucción, Juan Menucci, puso el foco en que el puño y el rebote en el asfalto destruyeron la cabeza del ex colectivero, como también resaltó la actitud del agresor, que siguió castigando cuando la víctima estaba sin posibilidad de defenderse.

La secuencia fue filmada en detalle por una cámara de la Municipalidad de Ensenada, imágenes que tuvieron mucho impacto a nivel nacional.

Ahora, la expectativa principal de la familia pasa por “esperar a que nos comuniquen qué tribunal oral hará el juicio y “que lo antes posible sepamos la fecha”. Todas estas engorrosas cuestiones judiciales les llegan a los familiares a través del abogado que los patrocina, Guillermo Von Wernich, quien además impulsa un juicio civil contra Pérez Zablocky, porque “mi hijo era mi sostén económico y su muerte me dejó sin esa ayuda fundamental”, lamentó Laura.

“A mi tío no nos lo devuelve nadie, pero al menos queremos que el que lo mató pague hasta las últimas consecuencias por lo que hizo”, sumó Guadalupe.

Tanto ella como su abuela reclaman para el culpable del homicidio una sentencia a cadena perpetua. Y que la cumpla en la cárcel, claro.

“La familia del asesino de mi hijo es gente de dinero. Por eso, si no fuera por la repercusión mediática que tuvo el crimen, seguramente hoy estaría libre y burlándose de todos, sobre todo de mi familia”, reflexionó Laura.

Poco después del hecho circuló la versión de que el detenido había sido seguidor de deportes de combate, hipótesis que nunca fue probada judicialmente. Guadalupe sí aludió a que “este tipo (por Pérez Zablocky) ya había tenido denuncias por comportamientos violentos”.

Solís se emocionó al admitir que vive “el segundo aniversario del asesinato de Jorge con mucho dolor, porque me lo arrebataron de las manos y de una manera muy cruel, con semejante cantidad de golpes”.

“Mi tío llegó al hospital en estado de coma y con muerte cerebral”, acotó la sobrina de Gómez, indignada al recordar que “el asesino intentó justificar lo que hizo diciendo que había tenido un mal día, como si a cualquiera que tiene un mal día lo asiste el derecho de matar a alguien”.

Atravesada por el dolor y la memoria, la mejor amiga de Gómez también exigió que “se haga justicia. Al que le quitó la vida a Jorge no le cabe otra pena que la prisión o reclusión perpetua”.

“Él era una persona excelente, muy trabajador y no merecía semejante final”, cerró, cerquita del mural y esa familia que no olvida.

 

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