Necesidad de una política integral para sanear las aguas del Río de la Plata
Edición Impresa | 5 de Julio de 2021 | 03:37

El proyecto que propicia la instalación de un sistema de barreras en los arroyos del distrito platense para contener, de ese modo, los residuos más grandes y evitar que se sumen a las aguas ya contaminadas del Río de la Plata constituye una medida acertada, aún cuando debería formar parte de una política integral destinada a sanear las aguas de uno de los estuarios más ricos del planeta.
La iniciativa presentada en el Concejo local, reclama del Ejecutivo municipal que interceda ante el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) para gestionar la instalación de un sistema de barreras flotantes con el fin de detener la llegada de basura al Río de La Plata.
Se destaca que los arroyos que atraviesan el partido exponen el grave problema que significa mucha basura flotante, pudiéndose detectar, asimismo, lixiviados o vertidos industriales que generan contaminantes químicos que se incorporan al agua. Por ello, su detección y contención es más difícil.
El Río de la Plata no sólo es el más ancho del mundo, sino que conforma una de las mayores reservas de agua dulce del planeta. Sin embargo, particularmente en cercanías de nuestras costa abundan los focos contaminantes orgánicos e inorgánicos, en situaciones que han obligado varias veces a prohibirle a los turistas bañarse en las playas de Punta Lara, un balneario que se ve perjudicado por esa razón.
Por cierto que lugares altamente contaminantes, como la desembocadura del Riachuelo que arrastra todo tipo de contaminantes emitidos por efluentes fabriles, más el hecho de que varias ciudades descargan en sus aguas los líquidos cloacales, también conspira contra la calidad del río.
También los clubes que concentran la presencia y actividad de centenares de veleros se pusieron varias veces al frente de los reclamos, por los daños inferidos a las embarcaciones. En oportunidades se formularon denuncias ante la Justicia. Así también, algunas plantas del polo petroquímico fueron denunciadas como presuntas responsable de las aguas empetroladas que corren por sus canales laterales y que desembocan en el río.
Asimismo, desde hace años, se denuncia en nuestra zona costera la presencia de grandes manchas de hidrocarburos –algo que se vuelve ostensible en el canal Río Santiago-, ya sea por derrame de combustibles o por el lavado de tanques de los buques petroleros, con gravísimas consecuencias para la flora y la fauna. Resulta difícil de entender el motivo por el cual no se impiden esos incidentes.
Seguramente que nadie puede ni desea propugnar la interrupción de emprendimientos industriales, que son indispensables para el desenvolvimiento económico. Pero, al margen de los accidentes que han ocurrido y ocurren en todo el mundo, existen formas de hacer las cosas y precauciones tendientes a disminuir percances que parecen estar ocurriendo demasiado frecuentemente.
Está demostrado que el progreso y el respeto a los recursos naturales pueden ser perfectamente compatibles.
El patrimonio natural de las aguas y costas interiores, así como de las cercanas al Puerto, es sumamente valioso. Y está, inclusive, aún inexplotado en toda su potencialidad como recurso turístico.
Lo que debe decirse, al ver la realidad de nuestra zona, es que nada impide que puedan convivir el progreso y un entorno natural en condiciones, dentro del cual el Río de la Plata debe mostrarse completamente a salvo de toda acción que pueda degradarlo.
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