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Espectáculos |SINÓNIMO DE CINE NACIONAL

Ricardo Darín: “Los verdaderos héroes del Juicio a las Juntas fueron las víctimas”

El actor acaba de estrenar “Argentina, 1985”, donde encarna al fiscal Julio Strassera, que encabezó aquel proceso. En diálogo con EL DIA, dice que espera que la película ayude a “que la gente tenga confianza en la justicia, que tenga confianza en el porvenir”

Ricardo Darín: “Los verdaderos héroes del Juicio a las Juntas fueron las víctimas”

Darín como Julio Strassera, fiscal del Juicio a las Juntas

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

2 de Octubre de 2022 | 04:43
Edición impresa

Desde comienzos de siglo, Ricardo Darín enlazó una serie de películas (“Nueve reinas”, “El hijo de la novia”, “Luna de Avellaneda” y, claro, “El secreto de sus ojos”) que lo convirtieron en sinónimo del cine nacional en Argentina y el mundo. Ahora está ante la que podría ser su obra cumbre: acaba de estrenar en salas “Argentina, 1985”, película que ya suena para los grandes premios de la temporada y por la que, según algunos medios especializados, podría recibir una nominación como mejor actor en los Premios de la Academia.

“El recibimiento de la película fue realmente impresionante”, afirma Darín, tras presentar la película en Venecia y San Sebastián, donde fue recibida con ovaciones y galardones. El actor cuenta que lo que más le llamó la atención es que no solo se emocionaban sino que se respiraba algo universal, “la búsqueda de la justicia y de la verdad en un mundo que está plagado de avasallamientos e injusticias. Siempre va a ser una bandera que todo el mundo abrazará”.

 

“Para los españoles fue imposible eludir la sensación de ‘por qué aquí no’. En las ruedas de prensa, no podían evitar hablar de ‘envidia’”

 

Es que “Argentina, 1985” es a la vez una historia sobre un hecho puntual, clave, de la historia argentina, y una historia universal sobre la búsqueda de justicia y las dificultades para conseguirla: la película, dirigida por Santiago Mitre, retrata el Juicio a las Juntas Militares desde el punto de vista de Julio Strassera (Darín), el fiscal que se tuvo que hacer cargo de intentar cerrar una herida brutal, todavía sangrante en la sociedad argentina, al buscar justicia por las atrocidades cometidas en la dictadura que acababa de llegar a su final.

“Fueron decisiones tan importantes no sólo para nuestro país, sino para el mundo entero, que por fin un tribunal civil pudiera pudiera llevar a juicio el accionar de dictadores, realmente significó algo muy importante, pero se fue palpitando lentamente. Eso es lo que más recuerdo de todo eso”, relata Darín de aquellos días que, en diálogo con EL DIA, dice que vivió, “al principio, con prudencia. Y con el correr de los días, viendo que el Juicio iba a ser llevado a cabo, con entusiasmo”.

Es que “en 1985 en una democracia muy reciente, con un gobierno con complicaciones sobre todo de índole económica y falto de poder real, creo que a todos nos pasó, por lo menos a los jóvenes de ese momento, tener una gran expectativa, pero también es cierto que por un lado al no ser televisado en directo, sin audio y demás, creo que el verdadero entusiasmo empezó a crecer con el correr de los días. Es decir, cuando ya se supo que el juicio sí se estaba llevando a cabo y que toda esta gente había puesto mucho coraje y valentía en hacerlo”.

- Teniendo en cuenta la importancia de Strassera, del Juicio a las Juntas, ¿qué sentiste ante la responsabilidad de encarnar una figura histórica, un hecho tan importante para la historia argentina?

- Interpretar a Strassera no tiene relación con haber vivido esa época, sino con el impacto que me produjo la idea que Santiago (Mitre) me transmitió, algo que se multiplicó cuando leí la primera versión del guión: cuando sentí la dimensión del cuento que teníamos entre manos, lo viví con mucho entusiasmo. Estuve al tanto del proyecto desde que no era todavía un guión, era la intención, la idea, que estaba en la cabeza de Santiago Mitre y Mariano Llinás. Y cuando leí la primera versión, me impactó muchísimo. Pero tomé la responsabilidad con mucha naturalidad: nuestro enfoque fue más humano, nunca estuvimos mareados con el tema histórico, nos parecía que la mejor manera de abordarlo era con naturalidad, permitiendo que nos atraviese la situación, el contexto, como tiene que ocurrir. Porque cuando uno está a cargo de un personaje metido en algo tan histórico, uno tiene que intentar mostrar es cómo lo vive, día a día. Eso nos sirvió para estar enfocados, para quitarle un poco de trascendencia, transitarlo de forma más humana.

- En este sentido, queda claro que no intentaron imitar desde la actuación a las personas reales, sino encarnarlas con naturalidad.

- Sí. No estuvimos nunca detrás de la idea de imitar: queríamos recrearlas, poner nuestra imaginación al servicio de lo que requiere la historia. Con el diario del lunes, tengo la sensación de que estuvimos acertados: las imitaciones son siempre complejas, o das la nota exacta… o te quedaste corto.

 

“Los verdaderos héroes son las víctimas. Fueron un conjunto de ciudadanos que en un momento muy importante del país tuvieron la valentía de ir para adelante sin medir las consecuencias”

 

- La película recrea las presiones que soportaron Strassera y Luis Moreno Ocampo al intentar demostrar que el terrorismo de Estado tuvo como método la tortura, la desaparición de personas, la apropiación de bebés y la ejecución sumaria, en una época donde los militares todavía ostentaban el poder. Pero Strassera es un héroe gris, un funcionario, como él mismo dice, un engranaje de la democracia, sin ínfulas de grandeza.

- Es el tipo que se tiene que hacer cargo del Juicio a las Juntas… y en la casa la tienen cagando (risas). En realidad, me gusta pensar en algo que dice el personaje de Moreno Ocampo: los verdaderos héroes son las víctimas. Hay sobrevivientes que pudieron contar, hay mucho dolor detrás de la recreación de esta historia: fue un conjunto de ciudadanos que en un momento muy importante del país tuvieron la valentía de ir para adelante sin medir las consecuencias. Y no porque no hayan encontrado obstáculos.

- Algo que ha llamado la atención del público es el uso del humor: la película no deja de retratar el horror de la dictadura, el sufrimiento de las víctimas, pero no duda en matizar la historia con el uso del humor.

- La fiscalía también manejó el humor como una pequeña barrera frente al horror que estaba investigando. Una válvula de escape, tantas veces utilizada, incluso inconscientemente: es algo que surge porque es demasiado pesado lo que hay delante. Pero en la película no son chistes: es como una descompresión que permite que el oxígeno vuelva a ingresar. Creo que esa modulación es muy beneficiosa.

 



Darín, junto a Axel Kuschetvatzky, Alejandra Fletcher, Santiago Mitre y Peter Lanzani, en conferencia de prensa

 

- Hablando de la modulación, la película tiene también momentos impactantes desde lo emocional, y uno es el famoso alegato final de Strassera, un momento tan icónico que debe haber sido complicado de realizar. ¿Cómo fue rodar ese momento histórico?

- Hicimos lo imposible por ser sintéticos y contundentes, pero no queríamos que fuera solo una declaración: queríamos que tuviera esa modulación necesaria para llegar donde queríamos que llegue. Lo filmamos durante tres días, y en todo momento había una gran cantidad de personas que como todos sabemos, con las repeticiones, terminan sintiendo fastidio, cansancio, aburrimiento… Pero nunca hubo una retoma donde yo no viera que todos los extras, el equipo técnico, no estuviera emocionado por el relato. A pesar de que lo habían escuchado 20 veces…

IMPACTO EMOTIVO

Darín habla de emoción en una película que produce varios de esos silencios atroces solo posibles en el cine. Y ha sido así no solo en las proyecciones argentinas: en Venecia, en San Sebastián, el público se sentía azorado, se reía, lloraba. “Teníamos como guía un guión que para mí es un ejemplo de guión: por su claridad, porque se construye a sí mismo, tengas o no referencia de cómo ocurrieron los hechos, el guión se encarga de que uno pueda acompañar el paso a paso del relato. Por eso ocurre lo que ocurre a nivel emocional. Esto lo pudimos comprobar cuando llevamos la película a Venecia, y demostró claramente que estés o no al tanto, el relato se encargó de llegar. Es muy difícil encontrar una sociedad que no se haya sentido en algún momento avasallada, deshilachada: el espíritu llega a todos lados”, dice al respecto Darín.

Y relata incluso que para los españoles que la vieron en San Sebastián, la película fue especial, la sintieron cercana. Y a la vez, lejana: “Para los españoles fue imposible eludir la sensación de ‘por qué aquí no’. En las ruedas de prensa, no podían evitar hablar de ‘envidia’. Yo traté de poner paños fríos a eso, entiendo que son contextos diferentes, más allá de la reflexión emocional que genera… Pero ellos estaban encendidos con esa idea, decían que hacía tanta falta... Sobre todo a la luz de lo que ocurre hoy en día, cuando se han reavivado algunos fuegos en algunas latitudes y parece que la humanidad no tiene memoria. En algunos lugares del mundo están desestimando que el Holocausto haya existido…”, relata el actor.

- La película llama a hacer memoria en un momento donde, como decís, aparecen voces que cuestionan la dictadura, los desaparecidos, que reivindican a la Junta. ¿Qué le dice la película al presente?

- Creo por un lado que el contexto en el que se desarrolló el juicio, la sensación térmica de ese momento, es incomparable con este. Creo que la sociedad está mucho más entrenada, enfocada, atenta. No nos olvidemos de que en el principio de la democracia veníamos de un júbilo inimaginable, pero encontramos una serie de inconvenientes económicos, sociales y políticos, inesperados, porque cuando recuperamos la democracia pensábamos que era todo lo que había que hacer. Y no. Ahí empezaba la democracia. Pero lo que ocurre hoy creo que tiene que ver con aquel momento: tenemos que estar atentos, tener calma, ser reflexivos… y tratar de no cometer los mismos errores. Creo que en la película queda establecido que el camino de la violencia no lleva a ningún lado. Son tristes en ese sentido las cosas que ocurren no solo en Argentina si no en el mundo. Insisto, hay que estar atentos, lúcidos, porque estamos ejercitando la democracia, la democracia se nutre del día a día, de cada uno de nosotros.

 

“No estuvimos nunca detrás de la idea de imitar: queríamos recrearlas, poner nuestra imaginación al servicio de lo que requiere la historia”

 

- ¿Cuáles son tus expectativas frente al estreno en Argentina?

- Uno puedo estar lleno de expectativas, incertidumbres, ansiedades y pretensiones con respecto a lo que es la muestra de un trabajo, pero en especial en “Argentina, 1985”, mi mirada siempre estuvo enfocada en cómo llega esto a la gente joven, por muchos motivos. Primero, porque es razonable entender que por una cuestión generacional es algo que me genera mucha expectativa por ver cuál es su reacción. Mi máxima expectativa es que el mensaje de esta película, que para mí es profundamente humanista, llegue como debe ser a la gente, a lo más jóvenes, que son los que ya están construyendo el futuro, porque creo que eso es lo que necesita nuestra querida Argentina, que la gente tenga confianza en la justicia, que tenga confianza en el porvenir. Y creo que eso se va ladrillo a ladrillo, con ejemplos más que con discursos, y creo que esta película es un ejemplo. Es recuperar un gran ejemplo.

 



Darín y su mujer en la alfombra roja de la premiere de “Argentina, 1985”

 

 

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