Es preciso mejorar el estado de las rutas del verano y educar a quienes las transiten
Edición Impresa | 21 de Noviembre de 2022 | 01:57

La Costa Atlántica bonaerense ya hizo en estos días una nueva previa del verano y recibió, en las últimas horas, a grandes contingentes de turistas que se acercaron a Mar del Plata, Miramar, Santa Clara, Pinamar, Villa Gesell y los otros balnearios de la zona, a los que arribaron muchos de ellos por la vía terrestre que ofrecen las rutas 2, 11, 36, 74 y 226, entre algunas otras.
Por consiguiente, lo que más importa en estas jornadas previas al inicio formal de la temporada que se registrará en el ya cercano 1º de enero próximo es tener la seguridad de que las vías camineras que transitan hacia esos lugares preferentes de la Provincia se encuentren en perfecto estado.
Con la salvedad de la ampliación a fines del año pasado de la Ruta 11, a lo largo de dos tramos de 95 kilómetros de extensión en total -uno de 58 km. entre General Conesa y San Clemente del Tuyú, y otros 37 km. entre San Clemente del Tuyú y Mar de Ajo- se sabe que subisten muchos kilómetros de las rutas atánticas que se encuentran en malas condiciones, con ondulaciones en los pavimentos, banquinas mal demarcadas, pastizales a ambos lados, baches y promontorios peligrosos, entre otras deficiencia que deberían ser corregidas a la brevedad.
Otro caso que origina una extrema preocupación es el que plantea la ruta 36, a partir de su conexión en la ruta 2 y hasta pasada la zona de Bavio, por una diversidad de factores –los distintos tipos de vehículos que la utilizan, algunos que circulan a gran velocidad, otros transportes de alto porte y muchos automóviles, camionetas y motos utilizados por vecinos locales- en una situación que vino convirtiendo a ese camino en uno de los de mayor siniestralidad vial.
Por dar tan solo un ejemplo: el ingreso a la excalle 11 de City Bell, que enlaza la ruta 36 con el camino General Belgrano, que sirve a localidades como Colonia Urquiza y Los Porteños, así como a unos cuatro grandes countrys, no se encuentra señalizado en la 36, de modo que allí las frenadas bruscas y las “marcha atrás” son cosa de todos los días.
Está claro también que el cercano inicio de la temporada veraniega y, por consiguiente, de los desplazamientos masivos de vehículos en las distintas rutas turísticas de nuestro país –pero, especialmente, de aquellas que en nuestra provincia conducen a las playas atlánticas- debiera imponer la necesidad de que se ajusten todos los mecanismos preventivos para evitar los accidentes de tránsito, en una tarea que, tal como se dice año tras año, debiera enfocarse fundamentalmente en lo educativo.
Por un lado es imprescindible reducir al mínimo las deficiencias que ofrezcan estas rutas del verano. Sin embargo, resulta medular poner el acento en la prevención y en la educación de los automovilistas. Atenuar la escalofriante estadística de mortalidad en el tránsito debe ser el objetivo esencial. Y para ello es preciso acrecentar la cultura vial en cada uno de los usuarios de las rutas del verano.
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