Un encuentro que reavivó el compromiso de esclarecer el ataque a la Embajada de Israel

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A treinta años de haberse registrado en Buenos Aires el cruento atentado terrorista contra el edificio de la embajada de Israel, en el que murieron 29 personas y cientos resultaron heridas, funcionarios del Gobierno de ese país acusaron a Irán por el ataque. Pero además formularon un duro cuestionamiento al nulo resultado de las investigaciones judiciales y policiales realizadas para esclarecer el hecho. Tal como reseñaron las crónicas periodísticas, el día de aquel ataque el edificio se derrumbó como un castillo de arena socavado por el mar.

Al estallido le siguió el silencio profundo ulterior a toda catástrofe, hasta que fue quebrado por los gritos de los heridos, los pedidos de auxilio y las corridas de quienes intentaban ayudar. La explosión, todavía no se sabía con exactitud qué había pasado, había afectado también al colegio Josefa Capdevila de Gutiérrez, un jardín incorporado a la parroquia y colegio Mater Admirabilis, del que estaban por salir a la calle ciento noventa y dos chicos de tres a cinco años, guiados por veintidós adultos, y a la residencia de ancianos Hogar San Francisco, donde murió al menos una persona.

“¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar para que se haga justicia?”, preguntó el vice primer ministro y ministro de Justicia de Israel, Gideon Sa´ar, en el acto central realizado ayer en el lugar en que se encontraba la anterior sede diplomática en la capital federal. Al encuentro también asistieron representantes del Gobierno nacional, funcionarios israelíes y familiares de las víctimas.

Ya se ha dicho en anteriores aniversarios en esta columna que si la justicia argentina hubiera investigado y esclarecido el ataque, los autores -de haber recibido la condena penal más severa que contempla nuestra ley penal- ya habrían cumplido la condena como responsables de uno de los más trágicos atentados en la historia de nuestro país.

“Estar ante ustedes es muy significativo para mí, es un momento de unión, Israel y Argentina comparten el dolor de este terrible atentado. Somos dos pueblos unidos en memoria de nuestras víctimas”, manifestó el viceprimer ministro israelí. “Este fue un atentado terrorista contra mi país, contra nuestra embajada y nuestros compatriotas, sin embargo, también fue un atentado contra la Argentina, país en el que mi padre nació y creció”, detalló.

El jefe de la comitiva visitante señaló también: “Este horrendo atentado tiene un autor claro: Irán. Irán cometió este terrible atentado terrorista a través de su representante, Hezbollah. Tenemos la obligación moral de ir detrás de quienes cometieron este delito despreciable. Estas personas tienen nombres y rostros. Exigimos que sean llevados a juicio por sus crímenes contra la humanidad”.

No faltaron, por cierto, referencias al atentado a la sede porteña de la AMIA -registrado el 18 de julio de 1994- que provocó la muerte de 85 personas y dejó más de 300 personas heridas.

Ambos atentados dejaron heridas profundas en toda la sociedad argentina y secuelas muy amargas, como la muerte del fiscal Alberto Nisman, tampoco esclarecida. Fueron esos ataques expresiones de un odio irracional y de un desprecio absoluto por la vida. Frente a ellos el Estado argentino se ha mostrado impotente para evitarlos y después exhibió una flagrante incapacidad para esclarecerlos y hacer justicia frente a tanto dolor. Lo que se siente es que se debe alzar de nuevo la voz del reclamo contra la impunidad y el olvido.

 

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