El rugby platense tuvo mucha presencia en las Islas Malvinas

Si hubo un deporte que se vio afectado de manera particular por la Guerra de Malvinas ese fue el rugby. Al menos ocho jugadores que ya estaban en el plantel Superior de sus clubes tuvieron que interrumpir sus entrenamientos para irse a un conflicto que les era tan impensado como a la mayoría de los argentinos. Hoy, 40 años después, este diario buscó sus historias para recordarlos como lo que son, verdaderos héroes.

Uno de ellos fue Daniel D’Onofrio, integrante del plantel Superior de Universitario al desatarse la Guerra. Había estado en la colimba el año anterior y lo llamaron. Fue directo a las islas, al Royal Marines. “No estuve en combates cuerpo a cuerpo, pero la experiencia fue nefasta. Un sargento primero, de apellido Camicha, nos salvó la vida porque un día antes de la rendición dio la orden de replegarnos”, contó.

Al día siguiente de volver de Malvinas se reintegró a los entrenamientos de la U. En 1983 ya fue capitán y en el ‘84 su equipo logró el ascenso. “El rugby y la ingeniería me salvaron la vida”.

Otro exjugador de la U que estuvo en Malvinas fue Carlos Peláez, de Mar del Plata. Hasta el momento de la Guerra no sabía nada de rugby y tampoco de La Plata. Pero en la facultad lo conoció a Cochicha D’Onofrio, quien lo invitó a jugar: lo hizo ese mismo año en el plantel Superior, luego fue entrenador y durante años colaboró con el rugby infantil. Todavía hoy sigue de cerca a su querido Universitario pero sin olvidarse lo que vivió en Malvinas.

Marcelo Bourdin es categoría ‘59 y en 1981 hizo el servicio militar tras dos pedidos de prórroga para estudiar geología en la UNLP. Había debutado en la Superior (era medioscrum) cuando le llegó la notificación de presentarse en el Regimiento 7, el que había dejado meses atrás. “A los tres días estaba en Malvinas, en Monte Brook, con una PAM que estaba rota”. Volvió, se sumó al plantel albinegro y fue parte de los dos ascensos.

“Sentí tanta vergüenza por haber perdido mi brazo que no quise saber nada con el rugby. No fui más ni al Club. Recién volví de grande para un partidos de veteranos”

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Norberto Santos
Exjugador de Albatros

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La historia de Norberto Santos impacta. Clase ‘62 y jugador de Albatros. Estuvo en las islas y en un bombardeo sobre el final perdió su brazo izquierdo. “Nadie pensaba que podía sobrevivir y un oficial me dio un tiro de gracia para que no sufriera”. Pero Santos no murió, regresó a la Argentina y estuvo dos años internado en un hospital militar en Campo de Mayo. Al volver a La Plata, por vergüenza, no quiso saber nada con el rugby, pese a la insistencia de sus excompañeros. “Recién volví años después. Fue en un partido de veteranos. En el otro equipo había un ex oficial militar que había estado en Malvinas y nos dimos un abrazo”, recordó. Para él ese abrazo fue una suerte de perdón de parte de sus mayores.

“Cuando volví de Malvinas fui al kiosco y el tipo me dijo ‘bah, por lo que hicieron ustedes en Malvinas... Me dio tanta bronca que estuve años sin hablar de la Guerra”

Carlos Cataldi
Exjugador de San Luis

Otro jugador del Tricolor que dejó los entrenamientos para ir a la Guerra fue Alejandro Di Santo. “Soy uno de los pocos clase 1963 que estuvo allá. Justo me agarró la colimba en el Regimiento 1 de Patricios. Primero estuve en Puerto Argentino y terminé en Monte Longdon con los chicos del Regimiento 7. Yo jugaba en la Cuarta campeona de Albatros. No fue fácil mi regreso y por eso tardé 20 años en volver”, dijo en charla con este medio.

El tercer integrante de Albatros que estuvo en las Islas fue Eduardo Sau, que por ese entonces integraba el plantel de la Reserva. Al igual que sus compañeros nunca más volvió a jugar al rugby, ni siquiera en veteranos.

Diego Cueto Rúa nació en 1959 pero recién a los 21 años hizo la colimba: durante tres años había pedido prórrogas para poder estudiar Educación Física. Al recibirse se sumó a los entrenamientos en La Plata RC y retomó el servicio militar, sin saber que la Guerra se iba a desatar en ese momento. Estuvo en el Royal Marines, en Puerto Argentino. “Tengo los peores recuerdos, ví morir a tantos compañeros...”. Al regreso retomó la actividad y fue partícipe del plantel que ascendió a Primera. El Club le entregó una plaqueta lo mismo que a Gustavo Mercerat y Gabriel Sorrarain, otros excombatientes que estuvieron en Río Gallegos.

La última historia es la de Carlos Cataldi, categoría 1962 y jugador de la Cuarta División del Club San Luis. El Negro, como lo conocen, fue trasladado junto a sus compañeros del Regimiento 7 al Monte Brook, en la Isla Soledad. Allí sufrió el mismo abandono que tantos otros y no tiene los mejores recuerdos. En el ‘81 había realizado la colimba y justo cuando estaba por retomar los entrenamientos en paralelo con sus estudios en ciencias económicas, fue convocado. “En el final de la Guerra vivimos combates intensos, donde murieron muchos compañeros y otros resultaron heridos. El recuerdo es horrible, tanto allá como acá”, repasa y sigue con su relato: “Cuando volví a La Plata no jugué más al rugby, me dediqué a estudiar y recién pisé otra vez el Club con mi hijo, cuando jugaba en Pre Décima. Hoy lo miro y lamento esa decisión”.