Patricio Loustau, un arbitraje de galera y bastón, de lo mejor de los últimos clásicos

No montó ningún “show”. En un partido difícil, habló lo justo y necesario, y hasta supo cambiar lo que le marcaron sus asistentes

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Walter Epíscopo

wepiscopo@eldia.com

Ninguno de los protagonistas podrá decir absolutamente nada del árbitro. ¡Ojo! Los hinchas tampoco. Después de mucho... pero mucho tiempo, un partido muy difícil como es un clásico, tuvo un arbitraje a la altura del partido.

Por lo pronto, mil puntos mejor que Silvio Trucco en marzo en el 1-1; y que Darío Herrera en el 4-4 de diciembre del año pasado.

Nada que reprocharle a Patricio Loustau, que dirigió de manera impecable. Llevó el juego dentro de los carriles normales y no se dejó llevar por delante por las famosas “pulsaciones altas” de los jugadores que pierden la cabeza.

Ni los gritos del público local pidiendo algo, o alguna exageración de un futbolista visitante, lo sacaron de su sobriedad.

A los pocos minutos de empezado el partido no se “comió” una aparatosa caída del paraguayo Ramón Sosa en el área albirroja cuando se iba para el arco de Andujar.

Después, hay formas de dirigir un clásico. De entrada sacar amarillas para tener a todos en línea, o ir llevándolo, hablando lo justo y necesario, y advirtiendo. Pato Loustau eligió este último camino.

La primera tarjeta amarilla la sacó a los 38 minutos del primer tiempo a Leo Morales, que debió hacer una falta si o si, al enmendar un error de Insaurralde. La segunda, otra falta “táctica” para cortar un ataque, en este caso a los 22 minutos del complemento fue para Agustín Cardozo.

En Estudiantes, el árbitro le sacó una amarilla al Loco Díaz por protestar a 5 del final, cuando el delantero claramente entró más a pelear que a jugar.

Y en el tumultuoso final, hubo amonestaciones para Rodrigo Rey en el Lobo, y Mati Pellegrini en el Pincha.

Es verdad que tampoco hubo jugadas polémicas ni finitas. El gol anulado en el primer tiempo a Eric Ramírez, estuvo bien anulado por posición adelantada. Desde el VAR, donde estaba Darío Herrera, también lo supieron asesorar correctamente.

Pero hay más, Loustau estuvo tan firme, que supo de alguna forma, desautorizar a sus asistentes que habían cobrado otra cosa diferente a lo que el había visto, tanto al número 1, Facundo Rodríguez, como al número 2, Sebastián Raineri.

Otra cosa para resaltar del trabajo realizado por Loustau, es que nunca se dejó atropellar por ningún futbolista de los “habladores” que hay en ambos equipos. llámese Fernando Zuqui en el Pincha y Brahian Alemán en el equipo Tripero, que en el clásico anterior se sacaron chispas y literalmente le “relataron” el partido al árbitro. Esta vez no hubo nada de esto, y si bien el “diez” albiazul por momentos estuvo un tanto intenso, no fue ni la sombra de otros partidos.

En definitiva, Loustau (terminó el partido 22 segundos antes) tuvo un arbitraje de lujo en 1 y 55. Nada para reprochar esta vez al juez. Y está bien, el clásico platense lo merecía alguna vez.

 

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