Ingresantes de la UNLP: señales de la grave crisis sobre el aprendizaje de Matemática en la escuela secundaria
Edición Impresa | 11 de Julio de 2022 | 04:50

Los aplazos masivos que se sucedieron en materias del primer año de la facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y que este diario dio a conocer semanas atrás ofrecieron, entre tantas, una fotografía contundente: el bajo nivel de preparación con el que llegan los alumnos de la escuela secundaria, según apuntaron en pleno revuelo desde la propia unidad académica. Fueron además una señal de alarma que, lejos de ser aislada y con matices en cada caso, empieza a verificarse en otras facultades. Sobre todo en aquellas en las que saber matemáticas se vuelve crucial y donde, pandemia mediante, se reflejan las mayores dificultades.
“No es nada fácil lo que nos está tocando”, reconocieron en la facultad de Ingeniería
“No es nada fácil lo que nos está tocando”, admitió en diálogo con EL DIA Rossana Di Domenicantonio, profesora titular de la cátedra Matemática para Ingeniería (Mate Pi), primera materia del plan de estudios de la carrera, que se dicta varias veces al año (incluyendo una modalidad intensiva de cinco semanas en el verano y otra anticipada, que se puede cursar desde el secundario, en agosto) y que a la vez sirve como curso de ingreso para los que recién empiezan su recorrido académico.
PORCENTAJES
Con los datos de la modalidad intensiva en la mano, Di Domenicantonio advirtió que en esa cursada solo un 30 por ciento de los inscriptos promocionó Mate Pi. Antes el porcentaje subía al 40 ó 45 por ciento, recordó la profesora de Ingeniería, mientras aclaró que al considerar el número de estudiantes activos (que no desertaron y realizaron las actividades propuestas cada semana) el porcentaje de aprobados “aumenta al 57 por ciento”.
De todas maneras, la docente observó falencias . Entre ellas, enumeró “la falta de hábitos de estudio, la necesidad de ver todo de manera instantánea y la poca ejercitación en temas básicos de matemática como cálculos combinados, poca comprensión lectora que dificulta el entendimiento de problemas planteados y la poca vinculación con conocimientos previos”, a la par que reparó en otro dato clave: “Hay estudiantes que no tienen manejo algebraico básico que dificulta comprender el resto de los contenidos a abordar”.
Como primer puente entre el colegio y la Universidad, Mate Pi tiene entre sus premisas “fortalecer la enseñanza de las matemáticas como herramienta necesaria” para las distintas carreras de Ingeniería.
Pero los alumnos “no están acostumbrados a ser exigidos, a dar lo mejor de ellos. Cuesta bastante trabajo”, lamentó Di Domenicantonio, que como Secretaria de Articulación Educativa y Seguimiento Académico de 1 y 47 viene de participar de un encuentro con el decano, Marcos Actis y directivos de escuelas secundarias de la Región. Allí, todos los actores insistieron, una vez más, en la necesidad de “que la brecha entre la secundaria y la Universidad no sea tan grande”.
HUELLAS DE LA PANDEMIA
Pegado a Ingeniería, en la facultad de Ciencias Exactas las primeras evaluaciones en las materias cuatrimestrales del primer año, si bien arrojaron “resultados heterogéneos” mostraron que “los porcentajes de aprobación son algo menores a los de años anteriores a la pandemia”, según reconocieron desde la Secretaría Académica a cargo de Leandro Andrini. No obstante, aclararon que “no pueden tomarse como datos concluyentes porque aún restan instancias de evaluación para poder compararlos con los años pre-pandemia”.
Aún así, en Exactas desgranaron que, “sin dudas, el recibir estudiantes que transitaron los últimos años en virtualidad -ya sea en la facultad o en la secundaria- plantea desafíos”. En ese sentido, aportaron datos de una encuesta reciente en la que “la mayoría de los estudiantes responde que le resulta más difícil cursar en la presencialidad que en la virtualidad” dado que “las estrategias de estudio, preparación de evaluaciones y organización de tiempos aprendidas en la virtualidad no siempre resultan útiles en la presencialidad”.
“La decadencia del sistema educativo argentino viene de lejos y la pandemia lo agravó. Pero es anterior. Es muy bueno que las universidades sumen su voz de alarma sobre la situación”
Guillermina Tiramonti
Investigadora de Flacso
En la unidad académica que conduce el decano Mauricio Erben aseguraron además que “un número considerable de estudiantes refiere que le resulta complicado acomodar los tiempos a lo exigido en la presencialidad, la asistencia a las clases y el estudio por fuera de éstas” y que a partir de esa inquietud se trabaja en la implementación de iniciativas para mejorar los niveles de permanencia en el (demorado) regreso a la presencialidad, haciendo especial hincapié en los primeros años de las carreras y disponiendo de herramientas como “recursadas de materias y cursos intensivos de invierno”, entre otras.
También en las cátedras de Matemáticas de la facultad de Arquitectura notaron “dificultades en la interpretación de consignas u operaciones de cálculos” entre los estudiantes, algo que relacionaron con “el desarrollo educativo en las escuelas y colegios del sistema secundario”.
En la unidad académica de calle 47, sin embargo, el porcentaje de aplazos informado en matemáticas resultó menor que en las demás unidades académicas consultadas: “En un primer examen parcial el índice de aprobación fue superior al 70 por ciento; un 35 por ciento tuvo calificación de 7 o mayor, 40 por ciento, entre 4 y 7 puntos y un 25 por ciento no aprobó pasando esa evaluación a instancia recuperatoria”, precisó a este diario el decano de Arquitectura, Gustavo Páez, y destacó que para corregir las falencias presentes entre los ingresantes “se generan estrategias pedagógicas en las distintas cátedras, aportando a la formación y al acompañamiento sostenido que requiere el primer año de estudios superiores”.
“Todavía estamos a tiempo de resolver la problemática. Para eso la alfabetización académica tiene que ocupar un lugar relevante y la educación superior debe reconocer el nivel con el que recibe a sus estudiantes”
Irene Kit
Pta. de Educación para Todos
La dificultad de los alumnos del primer año para realizar operaciones matemáticas básicas. Pero además las deficiencias en comprensión lectora y redacción junto a la carencia de hábitos y técnicas de estudio fueron detectados también por los responsables del curso de ingreso que las carreras de la facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas (a la que popularmente se conoce como Observatorio) dictaron entre febrero y marzo.
Según indicaron en el Observatorio, los principales problemas se presentaron al resolver contenidos de “matemática elemental necesarios para comenzar las materias de primer año” en clases diarias de 4 horas, a lo largo de 5 semanas y en forma mayoritariamente presencial. Sin ser obligatoria ni eliminatoria y, por tanto, sin requerir aprobación (aunque incluyendo parciales con “corrección cualitativa”) esta es una instancia “altamente recomendable para hacer la transición entre el colegio secundario y la UNLP”, subrayaron desde la unidad académica ubicada en el corazón del Bosque.
Al cierre de esta nota, desde el Observatorio no habían precisado si las falencias detectadas en el ingreso se replicaban también en las materias y parciales del primer año.
Sobre la misma consulta tampoco hubo respuestas de Económicas, Veterinarias, Odontología ni Informática, desde donde aclararon que como todavía no finalizaron las cursadas del primer cuatrimestre “no se hizo ningún relevamiento”.
VOCES DE ALARMA
Este mosaico parcial de facultades y lo que en cada una de ellas dicen profesores y decanos parece confirmar lo que hace años muestran pruebas estandarizadas como Aprender: el bajo rendimiento (sobre todo en matemática) con el que egresan los jóvenes del secundario. Por caso la medición 2019 (la última disponible) arrojó que el 72 por ciento de los estudiantes del último año del secundario está por debajo de los niveles deseados y que solo el 28,6 por ciento alcanzó un buen desempeño.
En Lengua, el nivel satisfactorio y avanzado era del 61,7 por ciento, y la cantidad de alumnos que no lograba un nivel básico era del 18,6%.
Más de dos años (y una pandemia con escuelas cerradas) después, esos indicadores podrían haber empeorado, según vienen alertando los especialistas.
Así lo aseguró a este diario la experta en temas educativos de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Guillermina Tiramonti: “La decadencia del sistema educativo argentino viene de lejos y la pandemia lo agravó” e inmediatamente subrayó: “Pero es anterior”.
En este sentido, Tiramonti destacó que “es muy bueno que las universidades sumen su voz de alarma sobre la situación, porque son ellas las que registran en sus ingresantes las falencias de aprendizajes”.
La investigadora aportó otro dato de interés como es que las pruebas Aprender realizadas el año pasado entre los alumnos de sexto grado del nivel primario mostraron una fuerte caída en lengua: un 44% presentaba serias dificultades para comprender un texto. En 2018, el desempeño básico o por debajo del básico alcanzaba al 24,7% de los adolescentes.
“La caída fue mucho menor en matemática (en cuatro años se pasó de un 42,6% al 45,2% en niveles básicos)”, reconoció Tiramonti, que enseguida aclara lo obvio: “Se trata de una caída en relación a un alto porcentaje de alumnos con niveles de rendimiento muy bajos”. Y que si bien no se cuenta con datos fehacientes de pruebas en la secundaria, “es de suponer que los chicos que hoy están ingresando a la Universidad vienen de transitar los dos últimos años del secundario con bajos aprendizajes”.
El 72% de los alumnos del último año del secundario, por debajo del nivel básico en matemática
Sobre ese supuesto, y aceptando que la interrupción de las clases presenciales en la escuela dejó sus huellas, la presidenta de la Asociación Civil Educación para Todos, Irene Kit, planteó la necesidad de que el nivel superior “reconozca” en toda su dimensión el problema e intensifique los mecanismos de “alfabetización académica”, sobre todo entre los ingresantes. “Todavía estamos a tiempo”, aseguró Kit a EL DIA y propuso que esa herramienta incluya, entre otras propuestas, talleres de comprensión lectora y de escritura “para acrecentar la formación del estudiante como lector hábil y competente para enfrentar determinados textos”.
El proceso de alfabetización académica, insistió Kit, “tiene que ocupar un lugar relevante y la educación superior debe reconocer el nivel con el que recibe a sus estudiantes. Siempre, pero más aún en esta pospandemia que todos preveíamos que iba a ser muy dramática”.
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