Las bibliotecas populares siguen cumpliendo con su rol social en la Región

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Digitalizadas, expandidas en sus objetivos originales, las cincuenta bibliotecas populares de nuestra ciudad están volviendo a ganar terreno con propuestas alternativas y así atraer a más público. Lo cierto es que estas instituciones supieron siempre asimilarse a los cambios de las épocas y buscaron seguir cumpliendo el trascendente rol educativo, cultural y social que caracterizó siempre a sus prestaciones.

Un informe publicado ayer en este diario detalló cómo -luego de las severas restricciones impuestas en los anteriores dos años por la pandemia- las bibliotecas que se encuentran en clubes de barrio y centros culturales lograron, una vez más, superar los obstáculos y seguir avanzando con nuevos roles sociales, el dictado de cursos de diversas disciplinas y oficios, así como con la ampliación de sus actividades artísticas.

Una de las muestras, representativa de las muchas existentes, puede encontrarse en la biblioteca Mariano Moreno, que funciona en el tradicional Círculo Cultural Tolosano, en donde al mismo tiempo pueden convivir clases de tejido con las de computación y un taller de coro. “Todo está funcionando a pleno”, aseguran los responsables del lugar.

En cuanto a los textos disponibles, allí explican que los adultos suelen solicitar novelas o libros de historia; los adolescentes van en busca de manuales para resolver actividades de las materias de estudio y los más pequeños concurren acompañados por sus padres a solicitar material de lectura infantil.

Desde la Federación de Instituciones Culturales y Deportivas de La Ciudad se destacó el muy valioso el aporte que realizan las bibliotecas populares en la zona. Su presidente indicó que hay unas 35 que perciben subsidio municipal, con lo que generalmente se paga el sueldo a los bibliotecarios, y poco más de 20 que reciben el subsidio de la Provincia.

“Las bibliotecas populares tienen que estar reconocidas por la Provincia, por la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, que otorga dos montos anuales, y por la Municipalidad”, expresaron.

Tal como se ha remarcado en tantas oportunidades en esta columna, el país despegó y se volvió pujante en poco tiempo, al haber fijado como objetivo esencial la educación y cultura de su población, a partir del influjo de hombres de la talla de Manuel Belgrano, Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento.

Este último apostó tanto a la creación de escuelas como de bibliotecas populares y en nuestra ciudad, recién fundada, esas instituciones tuvieron un rápido desarrollo y contribuyeron a la formación de generaciones de platenses que, de otra manera, no hubieran tenido fácil acceso al libro.

La historia de varias de las bibliotecas se remonta a las primeras décadas de la Ciudad y así se puede decir que ellas, de pleno derecho, se convirtieron en factores principales del desarrollo cultural, como auxiliares directas de los grandes establecimientos educativos asentados en La Plata por los fundadores.

Puede decirse, entonces, que cada uno de los barrios y localidades platenses, cuenta hoy con una o dos bibliotecas populares que lograron convertirse, a lo largo de tantas décadas de esforzado funcionamiento, en faros culturales de primer orden.

 

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