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Información General |ENTRE FINALES, TRABAJOS PRECARIOS Y FALLAS EDILICIAS

Cómo viven en La Plata más de 500 estudiantes en centros universitarios del interior

En la Ciudad hay más de 30 residencias de toda la Provincia. Algunas fueron compradas por las municipalidades. Pero otras funcionan por autogestión. Las problemáticas más comunes. Relatos y experiencias de jóvenes que tienen en estas casas su chance de progreso

Cómo viven en La Plata más de 500 estudiantes en centros universitarios del interior

En el Centro de Daireaux conviven 30 jóvenes de ambos sexos. La casa está en 45 entre 6 y 7 / César Santoro

Alejandra Castillo

Alejandra Castillo
acastillo@eldia.com

24 de Julio de 2022 | 04:42
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“Amo mucho este centro porque me dio la oportunidad de estudiar, si no, no hubiera podido venir a La Plata. Mi papá era albañil y vivía de la changa”, dice Rosario Reyna (37) sentada en el comedor de una casa “chorizo” de 1905, que tiene clausurado un sector de la galería externa por un derrumbe y es la residencia del Centro de Estudiantes Universitarios Nicoleños (CUEN) desde 1939, cuando una familia local la donó para esos fines.

“Esa es la condición para que la casa no vuelva a la municipalidad de La Plata, pero el negocio inmobiliario nos corre”, cuenta Reyna, aludiendo a ciertas maniobras un tanto raras que tuvieron que esquivar en los últimos años, a medida que el CUEN perdía residentes y la propiedad situada en pleno centro -59 entre 5 y 6- se venía literalmente abajo.

Una de las habitaciones del centro de san Nicolás / Demian alday

La Federación Universitaria Bonaerense (FUB), que desde 1998 nuclea a los Centros de Estudiantes Regionales en La Plata, mantiene contacto con 31 de ellos, aunque no todos cuentan con una residencia para alojar a los jóvenes que quieren venir a estudiar a la UNLP y algunos están en formación. Sin embargo, un relevamiento reciente que impulsó la Subsecretaría de Relaciones internacionales e institucionales de la Provincia, detectó -en el conjunto- realidades en común.

Según los resultados de este informe que se hizo en mayo pasado en 15 Centros Universitarios de municipios bonaerenses que alojan a unos 550 estudiantes, las principales problemáticas están vinculadas a dificultades y fallas edilicias, además de la falta de mobiliario.

“Hay una marcada preocupación por el deterioro de infraestructura básica, vinculada a techos, paredes, electricidad, agua y gas que afectan un hábitat seguro e impiden que residan más estudiantes”, se lee en el relevamiento al que accedió este diario.

La mayoría de los inmuebles depende de personerías jurídicas asociadas a los Centros Universitarios -el 93 por ciento se autogestiona-, mientras que el resto recibe aportes municipales o de entes estatales, resaltando el informe que “la resolución de estos problemas implica inversiones que no pueden afrontar los propios estudiantes”.

“Salvo excepciones, la mayoría de los centros universitarios tienen modelos de sostenibilidad autogestiva en base a eventos culturales y gastronómicos que, al no contar con permisos y habilitaciones, derivan en clausuras o multas”, se lee en las conclusiones.

“HACÉS UNA FIESTA PORQUE SE TE ROMPE EL CALEFÓN”

Reyna llegó a La Plata en 2003 para estudiar la carrera de Arquitectura. En el CUEN había entonces 13 personas, entre hombres y mujeres, hasta que por las complicaciones edilicias -agravadas por la pedrada de 2007- sólo quedaron los cuatro que no podían pagar un alquiler. “Lo único que no se llovía era un pedacito rectangular”, señala Rosario, apuntando a un sector del comedor donde hoy sobrevive un televisor de tubo. “Decidí postergar la facultad para arreglar la casa; necesitábamos materiales, porque la mano de obra la ponía mi papá”, dice, por lo cual se abocaron a organizar eventos entre 2011 y 2015.

Al principio fueron fiestas del CUEN, luego sumaron cumpleaños a cambio de un pequeño alquiler y finalmente reuniones para “dos o tres centros” de la FUB. “En 2012 hacíamos prácticamente una fiesta por fin de semana, pero era muy desgastante y después empezaron los problemas con Control Urbano”, reconoce Reyna, antes de recordar que el quiebre fue hacia 2016, con fiestas organizadas por las facultades de Veterinaria y Periodismo, que incluían torres de sonido y quejas vecinales. “No teníamos otra manera de juntar algo de plata”, admite Reyna, “no es por las fiestas. Es por necesidad, porque se te rompe el calefón o se nos cae el techo”. Lo mismo sucede, suma, con “las casas que venden viandas o comida. No les queda otra”.

Rosario, que ya se recibió, está convencida de que los centros de estudiantes cumplen “un rol fundamental en el acceso a la educación”, porque aunque las facultades no sean aranceladas, alquilar un departamento para los hijos que estudian resulta prohibitivo para buena parte de las familias. En el CUEN residen hoy siete personas de ambos sexos, que aportan 500 pesos al mes para comprar artículos de limpieza, con un gasto individual que no supera los 3.500 pesos mensuales.

Leonel Arroyo tiene 21 años, hace dos que estudia la carrera de Contador Público en la UNLP y es uno de los 30 residentes que aloja el Centro de Daireaux, en una casona que esa comuna adquirió “hace algunos años” en 45 entre 6 y 7.

“Hay una marcada preocupación por el deterioro de infraestructura básica”

 

“Es mixta y funciona en base a una beca municipal y el pago de una cuota mensual de 800 pesos”, detalla Leonel, sin pasar por alto que estas condiciones facilitan el acceso a la Universidad de personas que cumplen con determinados requisitos: que su familia perciba ingresos que no superen el monto de tres salarios mínimos, tener secundario completo y no haber cursado estudios terciarios. “Cada vez son más” los aspirantes a ingresar al Centro, reconoce el joven, razón por la cual se imponen algunas exigencias para mantener la beca, como aprobar un porcentaje de materias al año (de acuerdo al plan de estudio que se curse). De cualquier modo “se valoran otras situaciones sociales o individuales -aclara-; durante la pandemia muchos no aprobaron materias y eso se tuvo en cuenta”. La cuarentena y el aislamiento obligatorio dejaron a la residencia vacía durante 2020 y buena parte de 2021.

Actualmente viven allí 7 varones y 23 mujeres, que en su mayoría cursan estudios de Ciencias Económicas, Medicina, Psicología, Trabajo Social y Educación Física, entre otras carreras.

Son muchos los jóvenes de Daireaux que se mudan a La Plata (o sueñan con hacerlo) por la falta de propuestas académicas en su ciudad. “Hay carreras de la UBA o de Siglo 21 (privada), pero de la UNLP no”, dice Arroyo, apuntando que quienes no pueden trasladarse para estudiar “se anotan en la tecnicatura en Enfermería”.

Aunque zafan del alquiler, vivir fuera de sus casas resulta muy oneroso para los jóvenes universitarios, quienes afrontan los gastos diarios con ayuda de sus padres, de la beca Progresar (que ronda los 6.400 pesos) y lo que puedan ganar en el trabajo que consigan.

“Está muy complicado”, admite Camila Soledad Tejas, de 21 años y estudiante de Derecho en la UNLP. Ella es una de las 30 personas que residen en las dos casas que aquí habilitó la Municipalidad de 25 de Mayo para universitarios de su ciudad.

Desde 2019 el Centro de 25 de Mayo funciona en dos casas que alquila la municipalidad de esa ciudad / EL DIA

“Siempre está la ayuda de los padres o tutores y de la beca Progresar”, asegura; “los que trabajan lo hacen en bares, en tareas de limpieza o como niñeras”.

El CEV (Centro de Estudiantes Veinticinqueños) se fundó en 1949 “para otorgar becas habitacionales como herramienta fundamental para jóvenes que quieran acceder a una educación universitaria en condiciones económicas desfavorables” y en una de las ciudades “con una de las más amplias y variadas gamas de carrera”, refiere Camila. Sin fines de lucro y con reconocimiento jurídico, al CEV lo conduce una comisión directiva elegida por los becados, que se ocupa de analizar las solicitudes de residencia, tras su apertura en noviembre de cada año.

DOS DONACIONES DE SANGRE AL AÑO

Para acceder a las mismas se requiere ser mayor de edad, haber terminado el secundario y estar inscripto en una carrera de la UNLP, en tanto que para mantenerla la comisión directiva exige “tener aprobadas cierta cantidad de materias con finales, pagar los impuestos y haber hecho al menos dos donaciones de sangre en el año”, en virtud de un convenio que el CEV firmó con el Instituto de Hemoterapia de La Plata.

También son importantes, aclara Camila, “la limpieza y tener una buena convivencia”. Desde 2019 el centro funciona en un par de casas mixtas, una de las cuales está ubicada en 8 entre 46 y 47 y la otra en 45 entre 2 y 3. La Municipalidad de 25 de Mayo paga los dos alquileres.

Varones y mujeres duermen en cuartos separados y comparten los espacios en común, con un horario de estudio comprendido entre las 8 y las 23, en el que no se puede escuchar música ni hacer ruido. “Nos llevamos todos muy bien, somos parecidos. Tenemos una comisión de limpieza que ese encarga de hacer una lista para organizar los días y sectores que le tocan a cada uno”, explica Camila. Las carreras más elegidas entre los becados son Medicina, Derecho, Psicología, Veterinaria, Educación Física y Contador Público. En 25 de Mayo no hay facultades públicas. Sólo una privada y el Instituto de Formación Docente, por lo cual hay muchos interesados en solicitar la beca.

María del Rosario Reyna en la casona del Centro de San Nicolás, en 50 entre 5 y 6 / Demian Alday

¿Cómo es la convivencia en el centro de Daireaux? “Ha habido muchas situaciones a lo largo de los años, gente con la que por ahí no te llevás bien, pero tenés que acostumbrarte”, dice Leonel, puntualizando que en la casa hay diez habitaciones, en la más grande de las cuales duermen seis chicas. La convivencia “es tranqui. Tenemos un hall de estudios adecuado para eso, un comedor y cocina que también compartimos y una chica de limpieza que es empleada municipal”, para ocuparse de esas tareas que antes se asignaban mediante grilla.

En el caso del CEV, los residentes asumen el pago de los impuestos entre todos y cada mes aportan “un monto para un pozo general, por si surge algún problema o hay algo para arreglar”. Para reforzarlo, cada 21 de septiembre organizan, en ocasión del cumpleaños del Centro, rifas y una cena show en un salón que contrata la comuna en esa ciudad. El objetivo a futuro es comprar la casa propia, pero “por ahora estamos bien”, rescata Camila.

DE CONTENCIÓN Y GRAFÓLOGOS

Además de la ayuda económica que implica el alojamiento, los centros de estudiantes funcionan como ámbito de contención y adaptación para los estudiantes que están lejos de sus familias.

“Llegás de tu ciudad y estás solo en otro lugar; no conocés a nadie. Ponerte en contacto con gente de tu misma ciudad hace que te sientas acompañado”, reflexiona Rosario.

A diferencia de lo que pasa con algunos centros, como el de Daireaux, el de 25 de Mayo o el de Saladillo, por citar ejemplos que los propios residentes mencionan, con la municipalidad de San Nicolás “la relación es tensa”, asegura Rosario, básicamente por el control de las asignaciones de las becas, a cargo ahora de la Comisión Directiva.

Después de la pandemia, la FUB comenzó a recuperar los vínculos

 

“Antes teníamos un grafólogo que analizaba la carta de presentación del solicitante para saber si había elegido bien la carrera, si era apto para la convivencia y alguna característica personal”. Con el grafólogo jubilado y la reapertura de las becas, a partir de 2015 la comisión directiva optó por visitar con un asistente social a quienes piden las becas, a fin de verificar la situación socioeconómica de su familia. “Queremos conservar el poder de decisión para que ingresen quienes lo necesiten y no por acomodo político”, resalta Reyna. En esa vieja casona, con habitaciones de piso de pinotea que ya no resisten el deambular de más de una persona, residen actualmente siete personas, aunque podría alojar a 16.

No son tantas las solicitudes de ingreso por año, ya que muchos jóvenes optan por estudiar en Rosario.

“Del relevamiento se reconoce que hay una demanda significativa vinculada al asesoramiento para la regularización de personerías jurídicas de los centros que facilitaría la gestión de becas, subsidios, acceso a tarifas y otras gestiones que implican la mejora de la vida de los estudiantes residentes”, deduce el informe de la Subsecretaría de Relaciones internacionales e institucionales de Provincia. Pone el foco también en que “un porcentaje significativo tiene acceso a becas universitarias”, en tanto que anuncia el análisis de un proyecto de pasantías en empresas, que “posibilite un ingreso económico además de la inserción de estudiantes en el sistema laboral”.

Reyna fue, durante varios años, secretaria de la FUB en representación del CUEN: “Me emociona conocer todas esas historias porque somos muchos los chicos que no podemos estudiar si no tenemos una casa”.

Una de las residentes que vivió en el centro de San Nicolás es Anabella Araudo, una astrónoma que actualmente trabaja en la investigación de agujeros negros en el Instituto de Astronomía de la Academia de Ciencias Checa en Praga.

 

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