La poesía como campo de batalla

Edición Impresa

Por ENRIQUE SCHMUKLER

En el marco de las conmemoraciones por los cuarenta años de la guerra de Malvinas, la editorial de la FaHCE de la Universidad Nacional de la Plata acaba de publicar el libro “Poesía argentina y Malvinas. Una antología (1833-2022)”, coordinado por Enrique Foffani y Victoria Torres. Es, sin ningún lugar a dudas, uno de los acontecimientos editoriales del año que la mayoría de los languidecientes suplementos culturales argentinos ha decidido, por el momento, pasar olímpicamente por alto.

Como toda buena antología, el libro es un tesoro para curiosos. En este caso, gracias a su rigurosidad, también lo es para especialistas. Se trata de un valiosísimo aporte de historia literaria que demuestra que Malvinas ha sido una preocupación de la poesía argentina desde muchísimo antes de la guerra de 1982. Los antólogos recuperan dos poemas escritos en el siglo XIX. El primero, que es el primer poema escrito en Argentina sobre las islas, es un anónimo publicado en la Gaceta Mercantil en el año 1833, es decir, veinte años antes del nacimiento de la Argentina moderna con la sanción de la Constitución de 1853. Aquello que este texto viene a confirmar es que Malvinas ya era entonces, al conmemorarse el centenario de la usurpación de las islas por el imperio británico, una cuestión inescindible de la demanda de soberanía nacional. El poeta escribe: “¿Es ése el gran monarca, cuyo imperio / se extiende desde el Támesis al Ganges, / Desde Bengala al Canadá remoto? / ¿Es ése el parlamento Soberano, / Cuya justicia el universo admira? / ¿Ese el altivo pueblo, que blasona / De mayor libertad, de más cultura? / ¿Es ésa, en fin, la máquina soberbia, / Llamada Gran Bretaña?”.

La historia de la poesía argentina sobre Malvinas tiene su capítulo más doloroso en la contienda bélica. En este sentido, la antología reserva un lugar destacado al bloque de poesías escritas por los poetas-soldados; los vates excombatientes. Lo hace desde la misma idea rectora del libro, que Foffani y Torres exponen en la introducción, cual es que para muchos soldados la guerra no terminó con la rendición argentina el 14 de junio de 1982, sino que prosiguió, por otras vías, a su regreso en el continente. “La continuación de la guerra implicó entrar en otra, impensada, a la que sucumbieron más de la mitad de los que regresaron vivos y eligieron el suicidio, tal vez el más brutal y doloroso modo de dar testimonio del trauma de la experiencia vivida”, escriben los antólogos.

La poesía de los excombatientes es, pues, una extensión del campo de batalla donde Malvinas no deja de regresar en la lengua de los poetas. La poesía, por tanto, es la lengua soberana gracias a la que los poetas-soldados pueden regresar a la guerra para, a su vez, retornar un poco más vivos (o un poco menos muertos) de la experiencia de la muerte.

Varios de los excombatientes que se aferraron a la poesía como necesidad frente a la experiencia del horror son de la ciudad de La Plata o están radicados en la ciudad hace muchos años: Carlos Giordano, Gustavo Caso Rosendi, Martín Raninqueo y Hugo Emilio Sánchez buscan (o encuentran), frente a una misma experiencia ominosa, originales salidas al laberinto de la experiencia de Malvinas.

 

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