La fractura de JxC empezó a cocinarse mucho antes de la derrota del domingo
Edición Impresa | 26 de Octubre de 2023 | 02:30

Por MARIANO PÉREZ DE EULATE
No fue el anuncio de Patricia Bullrich respecto a su apoyo a Javier Milei en el balotaje lo que realmente fracturó a Juntos por el Cambio. Tampoco la posterior declaración de los radicales Gerardo Morales y Martín Lousteau quienes ven afuera de la coalición a la reciente candidata presidencial y a Mauricio Macri, uno de los fundadores. Ni siquiera la necesidad estratégica de neutralidad de los 10 gobernadores electos del espacio. Lo que hizo implosionar a Juntos fue, en rigor, el desastre electoral del último domingo, que precipitó algo que se venía cocinando desde mucho antes. Hilando muy fino, acaso desde la derrota de 2019.
Después del resultado de las Primarias de agosto último, ese segundo lugar detrás de Milei que fue una piña que nadie esperaba, Juntos se mantenía unido en las formas sólo por la ilusión de entrar al balotaje. Ya ni siquiera de ganar el domingo pasado. Esa era la argamasa que juntaba las piezas que, en rigor, estaban desencantadas entre ellas desde mucho antes.
Las PASO en las que resultó triunfadora Bullrich y derrotado Horacio Rodríguez Larreta fue destructiva, al revés del discurso políticamente correcto que dice que suelen ser enriquecedoras desde el punto de vista de la democracia interna de los partidos. De esa elección en la que se dijeron de todo sólo surgieron odios y rencores.
Los coqueteos de Macri con Milei durante la campaña posterior de cara a octubre, maquillados a último momento, anticiparon intramuros lo que podía suceder si Juntos por el Cambio quedaba afuera de la segunda vuelta. Hay que recordar que, allá por abril de 2022, hubo un intento de sumar al libertario a la alianza para que jugara la Primaria por adentro. Fogoneado por Macri y por Bullrich y resistido, bajo amenaza de ruptura, por el radicalismo y la Coalición Cívica. Por eso, las diferencias de criterio sobre este tema son historia vieja, reflotadas ahora por la amargura de la derrota y llevadas desde ayer hasta la fractura de hecho del espacio.
Ayer a la tarde Larreta se diferenció de Macri y Bullrich en el mismo sendero que lo hicieron un rato antes los radicales de Morales: no apoyará a Milei ni a Massa. “Son dos opciones muy malas”, dijo el porteño. Una apuesta a la neutralidad en línea también con los gobernadores de Juntos, un lote de una decena de dirigentes que se percibe como la renovación partidaria y en el que, dato no menor, está incluído a Jorge Macri.
Es que el exintendente de Vicente López le debe su nuevo cargo de jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a la obstinación de su primo Mauricio y su rechazo visceral a la idea de que ese distrito donde nació el PRO quedara en manos de un radical como Lousteau. Ese era precisamente el plan inicial de Larreta, a cambio del apoyo del centenario partido a su (al final fallida) pre-postulación presidencial. Ahora se habla de un distanciamiento entre Mauricio y Jorge, quien aspira a ser un “primus inter pares” dentro del pelotón de gobernadores de JxC.
La relación de Larreta y Mauricio estaba rota hace rato. La del aún alcalde porteño y Bullrich también, más allá del actuado anuncio de la ex candidata, una semana antes de las elecciones, de sumar a su exrival como eventual jefe de Gabinete nacional. También estaba rota la relación entre Macri y Bullrich, por un lado, y los radicales de Morales por el otro. Que es la vertiente más socialdemócrata de ese partido y para quienes el expresidente siempre fue “de derecha”. Tuvieron que soportarlo como líder durante los cuatro años de su presidencia pero a fuerza de mucha “Buscapina”. Más allá de que oficialmente se declaren neutrales, ante la disyuntiva “Massa o Milei” siempre estarán con el actual ministro de Economía. Por historia previa compartida y oportunidades futuras vinculadas más a lo material. Detalles.
Desde ayer, si siguiera existiendo como una coalición Juntos por el Cambio quedará re- configurado, acaso con un perfil que acentúe un cierto progresismo. Es probable que el ala moderada de PRO quede adentro del esquema.
Macri y Bullrich pretenden llevarse con ellos la identidad de un antikirchnerismo visceral, lindero al odio, un tema que marcó la campaña presidencial de la dama. Y que, en rigor, es el sello identitario de Juntos por el Cambio pero sobre todo del amarillo PRO. El dúo dice estar convencido de que el 23,83% que obtuvo Bullrich el domingo pasado y el 29,98 % de Milei (en total, 53,81%, a lo que debería sumarse el 7% de Juan Schiaretti) hablan de un país que quiere un cambio de rumbo, que rechaza la continuidad del peronismo/kirchnerismo.
¿Pero es Milei, sospechado de llegar hasta donde llegó apalancado por el peronismo, el indicado para liderar esa corriente crítica? Tal vez Macri, el cerebro detrás de la movida rupturista de Bullrich concretada con la conferencia de prensa de ayer al mediodía, entienda que no; pero que su presencia sí le da al libertario la pátina que le falta en este sentido de cara al balotaje.
Incluso si llegara a triunfar Milei el 19 de noviembre, el ex presidente estaría pensando en una fusión de espacios. Ayer se hablaba de un pre-acuerdo entre ellos dos que incluiría ministerios y demás recovecos de poder para darle sustentabilidad política y gobernabilidad al libertario, que en rigor viene medio flojo de equipo.
En este sentido, para Macri y Bullrich será un desafío ver cuántos dirigentes del PRO los siguen en una aventura que tiene un posible final cantado si llega a salir mal: serán culpados de la ruptura de la que, hasta ahora, fue la única experiencia política en lo que va del siglo que supo ganarle al peronismo mientras éste ejercía el poder.
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