El viejo Mercado, un “mundo aparte” en el centro platense

Como toda ciudad de importancia, La Plata debía y debe contar con su propio mercado de abasto de frutas y verduras, como principales, aunque no únicos, productos alimenticios para consumo de sus habitantes.

En el trazado de Benoit, al mercado se le asignó la manzana comprendida por las calles 49, 48, 3 y 4. Como el ferrocarril ingresaba por Diagonal 80 hasta la estación ubicada en lo que ahora es el Pasaje Dardo Rocha, el sector ubicado en la zona que iba desde las vías hacia la Avda. 1 quedaba, de algún modo, urbanísticamente separado del centro de la ciudad y a partir del establecimiento del centro receptor y vendedor de alimentos para la población local, fue desarrollándose allí un ambiente cotidiano especialmente bullicioso, e incluso bastante distinto socialmente al que se gestaba del otro lado del tendido férreo.

Hay que aclarar que en la zona periférica de La Plata la actividad frutihortícola era por demás incipiente, de modo que los productos de consumo venían desde lugares alejados en grandes carros arrastrados por caballos, cuyos carreros, debían pasar al menos un día de descanso en La Plata para regresar a sus respectivos lugares de origen, por lo que en torno al mercado fueron rápidamente proliferando tanto hoteles y fondas económicos, así como bares y algún que otro “centro de esparcimiento”.

Las viviendas particulares se iban construyendo más que nada desde la calle 50 hacia la zona del denominado Eje Fundacional conformado por las Avenidas 51 y 53.

Un dato que no muchos conocen es que Benoit había planificado tres mercados de abasto en La Plata; uno de ellos es el que nos ocupa, y los dos restantes debían levantarse en 10 entre 43 y 44 y en 10 entre 60 y 61, pero por causas que jamás quedaron claras, nunca llegaron a edificarse.

LA CONSTRUCCIÓN

El oficialmente denominado “Mercado Buenos Aires”, fue comenzado a levantarse cuatro años después de la fundación de la Ciudad por iniciativa del comerciante mayorista Juan Ithurralde.

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El edificio fue diseñado con un estilo bizantino por Francisco Seguí, del Departamento de Ingenieros bonaerense, y erigido por la constructora de José Marinoni entre septiembre de 1885 y el mismo mes de 1886.

La adjudicación de la obra, en julio de 1885, fue la primera en concordancia con lo establecido por la ley provincial sobre Radicación de Industrias y Establecimientos de Caridad y Beneficencia.

El complejo contaba con superficie ligeramente menor a una hectárea, y dos plantas de altura con terrazas esquineras; el estilo de la edificación no desentonaba con el de otros grandes edificios públicos de la naciente ciudad.

El señor Diego Arana, quien vivió su infancia en la residencia familiar de 49 entre 2 y 3, en una nota de EL DÍA rememoró hace muchos años que “a los ojos de un chico, el del Mercado era un mundo muy especial, fascinante, lleno de magia, misterio y fantasía; mis padres me habían contado que (el mercado) era la reproducción de un palacio ruso, y su imponencia lo confirmaba; estaba lleno de cosas para descubrir, desde las fresquerías que había en los subsuelos hasta la planta alta, con departamentos que balconeaban al patio central”, y que conformaban el llamado “conventillo” donde vivían “desde familias de trabajadores hasta los dueños de los comercios que daban a las calles 48 y 49, por las que pasaban sendos tranvías. Asomarse a las calles internas, donde se desarrollaba la actividad mayorista, era aceptar esos códigos de gente curtida, que todas las madrugadas se tomaba una grapa en alguno de los bares del barrio antes de encarar la jornada laboral entrando por los cuatro enormes portones de rejas artísticas”.

EL CONVENTILLO

Con los años, en el popularmente llamado “conventillo del mercado” se establecieron otras familias, muchas de las cuales no tenían nada que ver con la actividad que se desarrollaba en el lugar y comenzaron a suscitarse problemas de todo tipo en el barrio, incluidos numerosos episodios en los que debió intervenir la policía.

Por eso, a mediados de 1949 el intendente Vital Bertoldi intentó que algunas familias que vivían en el mercado se trasladaran a inmuebles que estaban deshabitados en el “Barrio de las mil casas” en Tolosa, pero la iniciativa una escasa repercusión y muchos optaron por seguir viviendo en el céntrico espacio, en el que los olores nauseabundos y las ratas eran un problema que no paraba de agravarse y que iba originando las lógicas quejas vecinales.

Hacia 1960 en el conventillo del mercado vivían en los muy deteriorados “departamentos” del segundo piso alrededor de trescientos inquilinos, que debían compartir sanitarios y espacios para el lavado de la ropa. En los altos de las cuatro esquinas de la manzana estaban las llamadas “mansiones” que contaban con dos piezas, cocina, baño privado, y terraza.

PRINCIPIO DEL FIN

Para ese entonces se había conformado en esa zona de la ciudad una suerte de “comisión vecinal prodemolición” del mercado, la que venía batallando contra los problemas que se generaban de forma creciente en el barrio, y cuyos pedidos ante la comuna no habían producido efectos, debiendo recurrir a la Legislatura bonaerense, la que el 30 de octubre de 1960 sancionó la ley provincial 6392 declarando “de utilidad pública y sujeto a expropiación” el inmueble, entonces perteneciente a la razón social “Mercado de Abasto La Plata Productores Comerciales Agropecuarios SA”.

Pero el decreto de expropiación fue firmado por el Poder Ejecutivo recién en mayo de 1965. El desalojo se vecinos se completó en 1969, año en que los deteriorados muros exteriores fueron pintados de blanco a la cal.

Algunos dirigentes comunitarios, como el recordado Dr. Nicodemo Scenna, realizaron, sin éxito, gestiones para lograr una “puesta en valor con objetivos históricos, culturales y comunitarios”.

DEMOLICIÓN Y DESPUÉS…

Finalmente, y ya trasladado el centro de venta de frutas y verduras a su actual ubicación de 520 y 116 el 16 de enero de 1973, la empresa Morales y Russo comenzó a demoler el “Mercado Buenos Aires”; ante decenas de vecinos que se habían dado cita en el lugar, las cuadrillas comenzaron a tirar abajo, con mucho esfuerzo, las viejas y muy anchas paredes del inmueble, tarea que demandó dos meses.

A principios de 1975 el ministerio de Obras Públicas bonaerense tomó la decisión de convertir esa hectárea “provisoriamente” en playa de estacionamiento a cargo de entidades de bien público hasta el inicio de “las futuras obras del futuro complejo administrativo y cultural”.

Pero ya desde 1972 un sector de predio estaba destinado para los circos que llegaran a la ciudad, lo cual quedó prohibido en 1985.

Mientras tanto, y hasta la actualidad, prosigue una muy intrincada disputa burocrática entre el Poder Ejecutivo bonaerense y la Suprema Corte de la Provincia con respecto a cuál de esos dos poderes de Estado pertenece la manzana donde funcionara el mercado.