El Pasaje Dardo Rocha, emblema de la evolución urbanística platense

Como, literalmente, La Plata fue una ciudad llevada del plano original trazado por Pedro Benoit a la realidad concreta, es importante analizar no sólo la materialización de una idea monumental, sino, además, su evolución, las correcciones que hubieron de hacerse y el producto resultante luego de catorce décadas.

Nuestra ciudad, desde su fundación misma, fue adquiriendo una particular y novedosa fisonomía que la hizo famosa entre los más destacados urbanistas de Europa. La cuadrícula del damero urbano original mostraba características inéditas y muy ponderadas, pese a lo cual algunas de ellas no se fueron respetando cuando la urbe comenzó a crecer notoriamente fuera del casco fundacional, particularmente desde la segunda mitad del siglo XX.

Hay que puntualizar que La Plata fue galardonada en la Exposición Universal de París en 1889, evento en el cual a la nueva urbe se la premió con dos medallas doradas en las categorías “Ciudad del Futuro” y “Mejor realización construida”.

Pero ya a pocos años de su fundación hubo un tema controversial en el plano de la funcionalidad urbana de la zona céntrica platense y que generó encendidas polémicas no sólo entre sus habitantes, sino también en muchos visitantes.

Se trataba del emplazamiento de la estación de trenes en pleno centro de la ciudad, en el actual Pasaje Dardo Rocha, lo que provocaba que las pesadas formaciones ferroviarias debieran ingresar por Diagonal 80, impidiendo el necesario y armónico crecimiento de un sector neurálgico de La Plata.

Las edificaciones construidas a la vera de la Diagonal 80, arteria denominada oficialmente “Ferrocarril”, eran bajas y algo precarias debido a que cualquier construcción sólida se deterioraba rápidamente por el estrepitoso paso de los trenes. Además, virtualmente la ciudad quedaba dividida en dos, con la zona Este menos valorizada que el sector céntrico.

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Finalmente, el problema quedó subsanado el 30 de septiembre de 1906 con la inauguración de la estación de trenes en 1 y 44. Rápidamente, la Diagonal 80 se convirtió en una arteria elegante de ostentosos palacetes y casas de departamentos, además de comercios de categoría. Pero al mismo tiempo, el gran edificio de la manzana delimitada por las calles 7, 6, 49 y 50, quedaba, podría decirse, ocioso.

UN EDIFICIO DESTACADO

Lo que más llama la atención del Pasaje Dardo Rocha es que, pese a su refinado estilo arquitectónico, fue pensado para albergar a una terminal ferroviaria, cuestión que a su vez demuestra lo que el Gobernador de la época tenía pensado hacer de la flamante capital de la Provincia.

Todos estaban de acuerdo con que era uno de los más bellos edificios públicos platenses.

El proyecto fue elaborado por el arquitecto italiano Francisco Pinaroli, destacado profesional que diseñó lo que luego sería la “Estación 19 de noviembre”, una edificación amplia con una combinación de los estilos clasicista francés y neorrenacentista italiano.

El enorme portal principal daba, como aún en la actualidad, hacia la calle 50, con lo que se lograba que el visitante, al dejar la estación, tuviese como primera vista del centro platense la Plaza San Martín.

La obra se inició a mediados de marzo de 1883 y fue inaugurada el 30 de agosto de 1887; durante ese tiempo se produjo un gran incendio que obligó a modificar el diseño original del techado.

Hasta el momento de la inauguración, los trenes que venían de Buenos Aires a La Plata llegaban hasta la estación de Tolosa, desde la cual se debía continuar el viaje hasta el centro platense en carruaje.

Cuando el 1899 el Ferrocarril del Sud adquirió el ramal ferroviario que llegaba a La Plata, el funcionamiento de la estación ya era motivo de quejas y de pedidos de traslados hacia un sector más alejado del centro. Por eso, la compañía decidió emplazar la terminal ferroviaria a 1 y 44, obra que se inició en 1903 y se inauguró el primero de octubre de 1906.

ABANDONO Y DETERIORO

A partir de ese momento, como se dijo, el impactante edificio de 7 y 50, incomprensiblemente quedó cerrado, sin uso alguno. Y así, lo que durante 19 años fue un orgullo urbanístico de nuestra ciudad se convirtió en un símbolo discordante de dejadez y abandono.

Recién en 1910 se construyó un contrapiso de cemento cuyo objeto era el de tapar las vías férreas que se encontraban en la nave central del inmueble en un espacio de 85 metros de largo y 18 de ancho.

Tres años después, el Poder Ejecutivo bonaerense decidió “aprovechar” el edificio, que ya había sufrido los deterioros propios de la falta de uso, para trasladar algunas reparticiones públicas como el Boletín Oficial, la oficia de Telégrafos de la Provincia, poco después el Registro Civil; y dos años más tarde la sede provisoria de la Caja Popular de Ahorros.

Las críticas hacia el destino que se le estaba dando al Pasaje, lejos de cesar, se multiplicaron. No era lo que se había proyectado para la gran capital de la Provincia.

MONTEVERDE FRUSTRADO “SALVADOR”

Cuando el primero de mayo de 1918 José Camilo Crotto asumió la Gobernación bonaerense, el exintendente platense, Luis Monteverde, se convirtió en el Vicegobernador y, desde el comienzo de su gestión y como vecino de La Plata (nada menos que la Avda. 7 lleva su nombre), se interesó en recuperar el céntrico edificio que se seguía deteriorando y continuaba sin nombre.

Tras asumir la Gobernación el 20 de mayo de 1921, el ingeniero Monteverde anunció que la otrora primera estación ferroviaria de La Plata se convertiría en un complejo artístico y cultural de grandes proporciones.

El Gobernador, a quien le sobraba iniciativa y no así modestia, había propuesto que el inmueble se denominara “Pasaje Monteverde” y casi de inmediato contrató obras de reparación y remodelación de algunos sectores, pero unos meses después dejó la titularidad del Ejecutivo provincial para ocupar una banca en la Cámara de Diputados de la Nación. De ese modo, los trabajos se detuvieron abruptamente.

José Luis Cantilo sucedió a Monteverde como Gobernador y, sin realizar nuevas obras en el edificio, decidió denominarlo “Palacio Rocha” y, paulatinamente, ir trasladando allí otras dependencias como la Dirección de Obras Sanitarias, los ministerios de Acción Social y el de Trabajo, LS 11 Radio Provincia, la Asesoría Letrada y el Archivo Histórico de la Provincia.

Luego se lo denominó Pasaje Dardo Rocha y en 1944 de allí desaparecieron las distintas oficinas provinciales para dar lugar al Correo Argentino, que funcionó allí hasta 1978.

RECUPERACIÓN Y ESPLENDOR

Cuando el Correo se fue del Pasaje, las instalaciones tuvieron uso casi nulo; el gobierno militar de entonces trasladó allí algunas dependencias de distintos ministerios, pero al acercarse el Centenario de La Plata se comenzó a manejar la idea de que el inmueble pasara al dominio municipal para convertirlo en un centro cultural.

De ese modo, el 19 de noviembre de 1982 el gobierno provincial firmó el decreto respectivo y el histórico edificio, que se encontraba en un muy avanzado estado de deterioro, se sumó al patrimonio comunal.

El 19 de noviembre de 1982 el edificio pasó a ser patrimonio de La Plata

Con el advenimiento de la democracia, comenzaron a realizarse las principales obras de puesta en valor del Pasaje; debieron invertirse muchos fondos y varios años para que ese emblema arquitectónico de nuestra ciudad recuperara un destino que ha resultado ser inmensamente mejor al pensado originalmente.

Desde hace años el Pasaje Dardo Rocha por fin ha vuelto a ser un orgullo para los platenses, como también lo es la intensa actividad cultural y artística que alberga.

El largo, tortuoso y burocrático periplo recorrido por esta joya edilicia de excelencia desde el lejano agosto de 1887 ha quedado como un exponente de los vaivenes de la política argentina. La Plata en su crecimiento siempre ha tenido al Pasaje como una inalterable representación del rumbo definitivo que nuestra ciudad debiera tomar.

El edificio del Pasaje Dardo Rocha frente a la plaza San martín, cuando se reformó para ser un centro cultural