El arbolado platense desafiado por el clima y necesitado de un censo

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El fuerte viento que otra vez sopló en La Plata en las últimas jornadas dejó la preocupante huella de más de 800 árboles caídos y, una vez más, la sensación de que el arbolado público de la Ciudad, desafiado por un clima cada vez más hostil, necesita de un estudio y de acciones de fondo destinados a resolver su evidente vulnerabilidad frente a los retos meteorológicos.

Así surgió de un informe publicado en este diario, acompañado por el testimonio de un especialista que aludió a la necesidad de “confeccionar un plan regulador concreto y asequible”, así como “censar en detalle el patrimonio forestal”.

Entre otras de las medidas que debieran impulsarse, se sugirió también las de “crear un registro de podadores; intervenir sólo los ejemplares que lo necesitan e implementar planes de reposición permanente”.

En el informe de este diario se detalló que las lluvias torrenciales y ráfagas superiores a ochenta kilómetros por hora, que eran excepcionales, empezaron a volverse usuales, algo que viene siendo señalado tanto por organizaciones del medio ambiente como por parte de los profesionales con incumbencia forestal.

Si bien en el curso de las décadas la mayoría de los ejemplares, con adecuados criterios técnicos, demostraron una notable resilencia ante las adversidades climáticas, se coincidió en que “no son indestructibles”.

“Cuidar lo que hay y sumar donde falta”, fue a grandes rasgos la pauta esencial defendida para revertir la degradación forestal urbana. Lo que pidieron reiteradamente las ONGs –de acuerdo a lo que se dijo en la nota-, es que las autoridades locales pongan manos a la obra con una serie de medidas de corto plazo, que incluyan, por ejemplo, relevamientos, plantaciones -con énfasis en especies autóctonas-, reposiciones y podas, pero muy selectivas y como último recurso ante determinadas situaciones.

Por su parte, el dictamen del especialista platense aludió también a la necesidad de jerarquizar el vivero municipal; plantar con riego periódico y control de plagas -si no lo hay, la amplísima mayoría de los retoños, muere-; y otorgar poder de acción a las delegaciones municipales, porque hoy por hoy las plazas y sus arboledas están desatendidas.

Se ha dicho en forma insistente en esta columna que la disponibilidad de un valioso arbolado público urbano forma parte de las premisas de los fundadores de La Plata y que las sucesivas generaciones respetaron ese mandato, aún cuando se hace cada vez más evidente, a partir de la extensión de la Ciudad, la necesidad de incrementar y cuidar ese patrimonio, hoy también amenazado, como nunca antes, por los dictados de un clima feroz.

 

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