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La batalla que ganaron los "hombres muertos": a 110 años de la hazaña del ejército de "zombies" rusos

Se trató de un feroz contraataque de soldados malheridos por gases tóxicos en la Primera Guerra Mundial que provocó el retroceso alemán en la lucha por quedarse con la fortaleza de Osowiec. Este episodio refleja el horror de la guerra química, que causó sufrimientos indescriptibles y dejó una marca indeleble en la historia militar

La batalla que ganaron los "hombres muertos": a 110 años de la hazaña del ejército de "zombies" rusos
6 de Agosto de 2025 | 07:31

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“Y ahí es cuando los muertos marchan de nuevo
Osowiec una y otra vez
ataque de los muertos, cien hombres
enfrentándose a la cabeza una vez más
cien hombres
cargan otra vez
mueren otra vez”

Esa fue la letra de una canción sueca, referida a un episodio ocurrido hace exactamente 110 años un 6 de agosto de 1915  -en plena Primera Guerra Mundial-, fecha en la que tuvo lugar uno de los episodios más aterradores y heroicos de la contienda: el “ataque de los hombres muertos” en la fortaleza rusa de Osowiec.

Situada en la frontera occidental del Imperio Ruso, esta fortaleza se convirtió en escenario de una resistencia casi sobrenatural cuando un centenar de soldados, gravemente afectados por un ataque con gas tóxico alemán, se lanzaron al contraataque causando pánico y confusión en el enemigo. Este evento, que parece sacado de una película de terror, es uno de los primeros testimonios del uso de armas químicas en la guerra moderna y del coraje extremo de quienes las enfrentaron.

La fortaleza de Osowiec: un bastión estratégico

Ubicada en lo que hoy es el noreste de Polonia, cerca de la frontera con Prusia Oriental, la fortaleza de Osowiec fue construida entre 1882 y 1892 por el Imperio Ruso para proteger su frontera occidental ante una posible invasión alemana. Su diseño correspondió al ingeniero militar Nestor Aloiziyevich Buinitsky, un experto en fortificaciones que adaptó la estructura a los avances bélicos de la época, con gruesos muros de hormigón, trincheras y alambradas que la hacían una fortaleza difícil de conquistar.

Durante los primeros años de la guerra, Osowiec resistió varios ataques alemanes, que intentaron sin éxito tomar la posición. Sin embargo, en 1915, tras la fallida ofensiva rusa en Tannenberg y la presión creciente del ejército alemán, la fortaleza se convirtió en un objetivo clave para los alemanes que buscaban abrirse paso hacia el interior ruso. El asedio se intensificó con bombardeos masivos y ataques de infantería, pero la defensa rusa, compuesta por aproximadamente 500 soldados del 226º Regimiento de Infantería Zemlyansky y varios cientos de milicianos, resistió con tenacidad.

Gases tóxicos: una nueva y aterradora arma de guerra

La Primera Guerra Mundial fue el escenario del debut masivo de armas químicas, que cambiaron para siempre la naturaleza del conflicto. Aunque en 1914 los franceses habían empleado gases lacrimógenos, el verdadero avance tecnológico y letal vino de parte alemana con el uso de gases tóxicos como el cloro y el bromo.

El 6 de agosto de 1915, aprovechando un cambio favorable en los vientos, los alemanes lanzaron una nube de gas tóxico sobre las posiciones rusas en Osowiec. La mezcla, principalmente de cloro, formó una densa y siniestra nube verde que penetró las trincheras y fortificaciones. El cloro, al entrar en contacto con la humedad de las mucosas y tejidos, se transformaba en ácido clorhídrico, provocando quemaduras internas, asfixia, dolor insoportable, sangrados y daños irreparables en los pulmones.

La mayoría de los defensores rusos no contaba con máscaras antigás, por lo que intentaron protegerse con improvisados vendajes empapados en agua o incluso en orina, un recurso desesperado que solo mitigó parcialmente los efectos del gas. El resultado fue devastador: tres compañías fueron exterminadas y los supervivientes quedaron en un estado crítico, con la piel quemada, ojos hinchados y una tos violenta que les hacía escupir sangre y pedazos de pulmón.

El contraataque de los “hombres muertos”

Cuando los alemanes creyeron que la fortaleza estaba derrotada, enviaron a su infantería para tomarla sin mayores dificultades. Sin embargo, lo que encontraron fue una escena dantesca: un grupo de entre 60 y 100 soldados rusos, liderados por el subteniente Vladimir Kotlinsky, emergió de las ruinas con bayonetas caladas, envueltos en harapos ensangrentados, con la piel quemada y los ojos oscurecidos por el gas.

Este grupo, casi irreconocible y que parecía salido de una pesadilla, avanzó hacia las líneas alemanas con una determinación desesperada. Su aspecto espantó a los atacantes, que entraron en pánico y comenzaron a retroceder desordenadamente, muchos cayendo atrapados en sus propias alambradas o siendo capturados. Este contraataque, aunque breve, fue decisivo para detener el avance alemán y permitió que llegaran refuerzos rusos.

El subteniente Kotlinsky murió poco después debido a las heridas y efectos del gas, pero su heroísmo fue reconocido con la Orden de San Jorge. El episodio pasó a la historia como un símbolo de resistencia y sacrificio en condiciones extremas, y fue inmortalizado en canciones, relatos y leyendas.

El legado y la memoria de un episodio olvidado

El “ataque de los hombres muertos” ha sido durante mucho tiempo un episodio poco conocido fuera de círculos militares e históricos especializados. Sin embargo, con el paso del tiempo, la historia ha resurgido a través de libros, películas y canciones como la del grupo sueco Sabaton, que han ayudado a difundir la memoria de aquellos soldados que lucharon hasta el final.

Este episodio también refleja el horror de la guerra química, que causó sufrimientos indescriptibles y dejó una marca indeleble en la historia militar. Se estima que en el Frente Oriental alrededor de medio millón de soldados rusos fueron afectados por gases letales, con decenas de miles de muertos.

Finalmente, la fortaleza de Osowiec fue evacuada semanas después debido a la falta de recursos y la caída de otras posiciones estratégicas, pero la valentía mostrada en aquel ataque quedó grabada para siempre en la historia como un ejemplo de coraje humano frente a la adversidad extrema.
 

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