Doblan rejas con un crique y se llevan hasta la alianza de casados de una pareja

Una familia de San Carlos pasó a conformar en las últimas horas la larga lista de víctimas de una modalidad que desde hace varios años se encuentra enquistada en la Región: los escruches.

En esta oportunidad, el blanco del golpe resultó ser un taxista. Sucedió ayer por la tarde en una casa emplazada en 49 y 154, durante una ventana de tiempo de casi cinco horas en las que tanto el chofer como su familia estuvieron ausentes.

Tal como lo especifica la definición de escruche, robo en ausencia de los ocupantes, la banda de ladrones se aprovechó de que los propietarios habían salido a cumplir con una serie de compromisos y terminó irrumpiendo por la fuerza a su propiedad.

Para acceder a la morada, los delincuentes desprendieron las rejas de una habitación amuradas a la pared y luego las doblaron hasta generar el espacio suficiente para que pudiera pasar un individuo. Tras colarse en el domicilio, los intrusos registraron cada espacio de la casa cargando cada objeto de valor y asequible que fueron hallando. Entre ellos, dinero, dispositivos electrónicos y hasta una alianza de oro.

Si bien todo apunta a que se trató de un robo al voleo, todas las acciones llevadas a cabo en el lugar demuestran que se actuó sin improvisación. Se tiene certeza que los -por ahora- desconocidos llegaron al lugar con herramientas que les permitieron arrancar de cuajo la reja de la pared. En este sentido, los investigadores casi dan por descontado que los hampones emplearon un crique.

La circunstancia fue descubierta por el propio dueño de casa de una manera casi fortuita. Justo acababa de terminar un viaje a la vuelta de su morada y, casi como un acto reflejo, decidió pasar el frente para ver cómo estaba todo. Fue así que desde la calle alcanzó a ver que la puerta estaba levemente abierta lo que lo obligó a descender para hallar una explicación a lo que acababa de descubrir.

Al principio quiso creer que su familia había vuelto pero casi no había dudas de que la inseguridad lo había visitado. Al ingresar un abrumador desorden lo recibió confirmando sus sospechas.