Ocurrencias: nudismo, negruras y criptonitas

NUDISMO Y PASARELAS.- De a poco, la moda tiende a la simplificación. Y el minimalismo tan en boga propone una nueva conducta compradora: cuanto menos telas, más caros serán los modelos. Su precio busca responder al costo de las miradas. La transparencia es cosa del pasado, porque le pone antifaz a sus encantos. En las cotizadas pasarelas, el cuerpo femenino cada vez gana más terreno. Empezaron con los escotes recién comprados, siguieron tajos orillando fronteras y así se fueron acercando al desnudo. Y eso fue lo que asombró en la reciente entrega de los Grammy, donde el desnudo de Blanca Censori acaparó todas las miradas. Los modistas hoy tienen ante sí un competidor inesperado. Es como si acabaran de inventar el cuerpo femenino, pero al aire libre, y ponerlo en mano de unas audaces señoritas muy bien terminadas que saben que lo más atrayente es lo que más escandaliza. A la mujer, hoy, los diseñadores le están vendiendo la ritualización de la silueta. Las pasarelas han descubierto lo que siempre se supo: que la piel es el mayor lujo y lo que mejor les queda.

COLORES.- A qué viene este furor por el color negro. Esta vez son los hombres los clientes más fieles. Sobre todo los técnicos de fútbol. Es difícil encontrar en los bancos futboleros, del exterior y de aquí cerca, algún entrenador que se atreva a ir más allá del azul oscuro o un gris subidísimo. Un raro atractivo ejerce el negro en el banco de suplentes. Hoy, donde médicos y naturistas aconsejan vestirse con ropa clara, a muchos técnicos se los ve enfundados en tonos oscurísimos. ¿Creerán que el negro los hace más serios?

Hace unos días leí “Blanco”, de Han kang, reciente premio Nobel. Ella, con un estilo sostenido en frases cortas, leves, casi impresiones sueltas, le confiere al color blanco un poder singular cuando avizora una cortina de encaje tapando la ventana de un edificio: “¿Nos conmovemos cuando nos encontramos con algo tan primoroso porque algo blanco e impoluto tiembla dentro de nosotros?”.

Barrios cerrados con carpinchos y zorros. ¿Habrá que incluir en las expensas lo que gastan en proteccionismo?

Ese recorrido de colores que despierta sensaciones es casi una materia que a su manera comenta el paso del tiempo. Y esta semana, con rachas de lluvia y tormentas de dudas, por aquí volvió el rojo a colorear las aguas. La cosa había empezado hace un par de semanas en un riacho de Avellaneda. Pero ni los estudiosos se dieron cuenta de que ese arroyo pelirrojo recogía la sangre de un Conurbano sobrado de balazos. Ahora ese tono se mudó al mar para desteñir una realidad que por alguna razón puebla las calles con una negrura de miedo.

¿Y qué me cuentan del desfile de carpinchos verdes en las pasarelas de los country? Quizá los peludos se tiñeron para halagar a esos vegetarianos que tanto los defendieron.

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Se habla de que hoy en las ranuras de esos barrios cerrados han aparecido zorros, que son menos decorativos y más agresivos. ¿Habrá que incluir en las expensas lo que gastan en proteccionismo? En cualquier momento llega una barra de pumas a un barrio cerrado y no habrá que molestarlos para evitar ser estigmatizado por los exagerados defensores de todo lo que tenga cuatro patas.

ACTUALIDAD.- En pleno vértigo patrio, esta semana se festejó el Día de la Lentitud. No es un homenaje al ocio y al paso lento, es una manera de vivir que propone la meditación, la pausa porque sí, el saber entregarse a una mansedumbre sin planes, “andar -como dice el italiano Alexandro Baricco- vagabundeando, coleccionando mundo alrededor”.

Para la alemana Andrea Köhler “si hoy algo sobra, es la falta de tiempo”. Pero claro, el acelerado ritmo criollo no acepta otro compás que el frenesí. Y la llegada de esta Libra maliciosa y aprovechadora no hizo otra cosa que darle más urgencia a una realidad sobrada de apremios. Si la criptonita era lo único que doblegaba a Súperman, la cripto de la semana dejó estupefacto al súper de entrecasa. Logró al menos que la omnipotencia presidencial asumiera sus errores y que admitiera a regañadientes que los cachetazos dejan marcas. Pero el volcán sigue en erupción. Por suerte siempre habrá un Caputo a mano para cargar con culpas o logros. Son tantos. Todo en la Rosada pareció tambalear un poco. Como decía aquella chica de Almodóvar: “La realidad debería estar prohibida”.