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Enrique Barba: un prestigioso historiador, que fue una insignia para la Ciudad

A lo largo de toda su vida desplegó una descomunal tarea tanto investigativa como docente y ocupó los principales cargos de las instituciones académicas más importantes de su especialidad en el país

Enrique Barba: un prestigioso historiador, que fue una insignia para la Ciudad

Enrique Barba, durante una entrevista

2 de Marzo de 2025 | 00:19
Edición impresa

El platense, doctor en historia, Enrique Mariano Barba fue una figura consular de la historiografía argentina del siglo pasado, destacándose como un riguroso investigador que indagó exhaustivamente el pasado de nuestro país, produciendo significativos descubrimientos a través de la prolija interpretación del contenido de documentos, como también el hallazgo de nuevas e importantes fuentes históricas.

Al mismo tiempo, como dedicado docente, se ocupó en formar una verdadera “legión” de historiadores de fuste, entre los que se destaca su hijo Fernando, que desde lo académico siguió su orientación para prolongar en los tiempos el rigor en la búsqueda de los diversos hechos que fueron forjando nuestra historia, y más que nada, interpretarlos en el contexto de las respectivas épocas, evaluando sus derivados aconteceres.

Se dedicó también a llevar a cabo un estudio meticuloso de la fundación de La Plata y de los motivos reales de época que la motivaron, al tiempo que se sumergió en la investigación de la historia latinoamericana.

Escribió numerosos libros y ya en 1955 fundó una revista de historia, que rápidamente cosechó una importantísima cantidad de suscriptores en todo el país, pero fundamentalmente en nuestra ciudad y en la de Buenos Aires.

Las obras de Barba son fuente ineludible de estudio en la totalidad de las carreras universitarias de Historia del país y de obligada consulta para los cursos de postgrado.

Durante lustros escribió decenas de artículos en EL DIA y fue fuente permanente de nuestra consulta periodística.

Enrique Barba y la historia misma

SU PROPIA HISTORIA

Enrique Mariano Barba nació el 19 de enero de 1909 en nuestra ciudad, en donde falleció el 30 de noviembre de 1988.

Ya desde niño los relatos históricos acaparaban vívidamente su atención y durante la adolescencia procuraba la ávida lectura de los trabajos de historia argentina existentes en la época, los que le fueron despertando incógnitas de distinto tipo e interpretaciones de hechos que a veces no se condecían con las realidades emanadas de esos propios acontecimientos.

De esa forma, comenzó a hacerse preguntas que dieron nacimiento a su posterior sistema de estudio e investigación historiográficos, el que sin duda creó la escuela académica más importante de Argentina y con muchos seguidores profesionales, que en la actualidad prosiguen aplicando el método investigativo de Enrique Barba.

Al terminar sus estudios secundarios, ingresó a la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata con notas sobresalientes, cursando la carrera en forma acelerada y obteniendo el título de profesor de historia.

Un dato saliente de los inicios de su carrera es el que indica que, a los 25 años de edad, en 1934, se doctoró con honores en su especialidad en la Universidad de Madrid.

Estaba casado con Georgelina M. Tizio, con quien tuvo dos hijos, Guillermo Mariano y Fernando Enrique.

De regreso en nuestro país, el Dr. Barba fue designado profesor de historia en el antiguo Colegio Secundario de Señoritas de la UNLP (luego Liceo Víctor Mercante). Al mismo tiempo, la facultad de Humanidades local lo designó como director de Lectura de Textos Históricos.

Paralelamente a su labor docente, siempre se consagró a estudiar e investigar con profunda dedicación, lo que le permitió, en 1941, alcanzar el título de Profesor titular de la cátedra de Historia Americana Contemporánea en la Universidad platense, al tiempo que condujo la de Historia Americana del siglo XIX y el Seminario de Historia.

Enrique Barba fue un muy prestigioso historiador

DESTACADO ACADÉMICO

En 1945 Barba fue nombrado Vicedecano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP. Posteriormente se desempeñó como profesor titular de Historia en la facultad de Humanidades de la Universidad de Buenos Aires.

Otro dato saliente de su personalidad profesional era que pensaba que el cabal conocimiento popular de la historia argentina era de suma importancia. Y esa misma inquietud por la divulgación masiva de la historia argentina lo llevó, como se dijo, a fundar la revista “Honoria” en 1955, la que tuvo un gran éxito desde el principio. Por otra parte, durante décadas contribuyó activamente en distintas publicaciones históricas, como por ejemplo la conocida “Todo es Historia”, creada y dirigida por Félix Luna, con quien mantenía una sólida amistad personal.

Su carrera fue ganando prestigio y cobrando notoriedad por lo que en 1962 fue designado titular del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires.

En 1976 fue nombrado Presidente de la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina, ocupando ese cargo hasta su fallecimiento en 1988.

Con el ansiado regreso de la democracia, en 1984 el profesor Enrique Barba fue nombrado director nada menos que del Archivo General de la Nación, la máxima distinción a la que un historiador puede aspirar en nuestro país.

En 87 oportunidades se desempeñó como evaluador en jefe de acreditación docente; de carreras de doctorados (Coneau) en distintas universidades del país; y evaluador externo del Conicet y de proyectos de incentivos. Director de tesis doctorales en Historia y jurado en 33 oportunidades.

En Universidades nacionales, sociedades académicas y profesionales de las cuales fue miembro, se desempeñó como jurado para cargos de profesores titulares ordinarios en cuarenta y cuatro ocasiones.

En el plano internacional, fue miembro correspondiente de las sociedades de historia de España, Perú, Uruguay y Paraguay, entre otras.

Participó en sesenta congresos y jornadas académicas nacionales e internacionales, siempre como expositor, conferencista o comentarista.

Los libros que escribió fueron, Don Pedro de Cevallos (1937), La misión Cavia a Bolivia (1941), La misión de Quiroga al norte (1941), El gobernador Balcarce y sus opositores (1941), Los jefes federales ante la separación de Jujuy (1943), El norte argentino y Bolivia en la época de Santa Cruz (1949), Cómo llegó Rosas al poder (1956), Rastrilladas, huellas y caminos (1956), Correspondencia entre Rosas, Quiroga y López (1958), Unitarismo, federalismo, rosismo (1972), y En torno a la cédula grande de 1743 (1979).

Como reconocimiento a sus valiosas contribuciones a la historia argentina, el Concejo Deliberante de la ciudad de Rosario, hace años, decidió dedicar el nombre del académico platense a una de sus calles.

ELOGIADA OBRA

La dilatada carrera y profusa obra desplegada académicamente desde su juventud despertó los más elogiosos comentarios por parte de quienes fueron colegas y discípulos en distintos ámbitos.

“Como historiador, su formación dentro de la llamada Nueva Escuela Histórica se advertía en el rigor heurístico que su talento enriqueció con interpretaciones novedosas y libradas de posiciones apriorísticas. Sus trabajos son aún hoy de ineludible consulta para las nuevas generaciones que intentan revisar y enriquecer los estudios del pasado argentino. La influencia que este hombre ejerció a lo largo de su vida en las generaciones más jóvenes es destacable, tanto en la docencia como en la investigación, sus criterios de pluralismo, creatividad y respeto han marcado a sus discípulos. Sus recomendaciones de no ajustarse a modelos estáticos para enriquecer los análisis, la exhaustiva consulta documental y la revisión bibliográfica para preservar la honestidad intelectual. La transmisión de los avances de las investigaciones con prosa clara y precisa se advierten en las profusas correcciones que hacía en los márgenes de los borradores con su letra característica”, escribió sobre el Dr. Enrique Barba la destacada Profesora María Elena Infesta, del Instituto de Historia de la Universidad Nacional Platense.

El libro Correspondencia entre Rosas, Quiroga y López

“El doctor Barba que recuerdo -añadió- es aquel preocupado por analizar el pasado sosteniéndose en tres soportes: espacio, tiempo y cultura. Se dedicó a la cuestión de la configuración del espacio y su interconexión en “Pedro de Cevallos” y posteriormente en “Rastrilladas, huellas y caminos” publicado en 1956. En este último, a partir de material cartográfico y relatos de época, mostró el diseño de las comunicaciones terrestres y la relaciones de ese espacio económico y social, desde la época colonial hasta la construcción de las rutas en el siglo XX, problema desarrollado posteriormente por la historiografía argentina. Sus preocupaciones por la interdisciplinariedad con la geografía, manifestada en sus clases, las puso en evidencia en la convocatoria a geógrafos, urbanistas e historiadores que en 1971 participaron en el Segundo Congreso de Historia de los Pueblos de la provincia de Buenos Aires cuando Enrique Barba era el Director Honorario del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires. Por otra parte, en los trabajos que dirigió sobre el problema de la tierra insistió en la necesidad del uso de mapas y planos para una completa percepción de la ocupación del espacio”.

INÉDITA SITUACIÓN

Tal como publicara EL DIA hace unos años, el prestigioso historiador platense Fernando Barba, hijo de Enrique se convirtió en el nuevo presidente de la Academia Nacional de la Historia, institución que hasta 1988 fuera presidida por su padre, de quien siguió sus pasos como Profesor titular las cátedras de Historia Argentina, y de Historia General, de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata, y también fue director del Centro de Historia Argentina y Americana.

De ese modo, por segunda vez la presidencia de la Academia Nacional de la Historia fue ocupada por un historiador de La Plata, pero más que nada lo inédito de la situación se traduce en que por primera vez se dio el caso de que padre e hijo se hayan hecho cargo -en distintas etapas- de la presidencia de esta institución.

Como reflejó tiempo atrás este diario en un artículo, hace unos treinta años también se dio el caso de que Enrique Barba, el padre, era director del Archivo Histórico de la Nación y al mismo tiempo su hijo, Fernando, era director del Archivo Histórico de la Provincia.

Enrique Barba fue un destacado profesor

 

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