Sin respiro por el delito: otro robo, una almohada y mucho miedo en La Plata
Edición Impresa | 19 de Marzo de 2025 | 03:13

El horror se apoderó de una vivienda en 637 y Diagonal 130 en la madrugada del domingo, cuando una banda de delincuentes irrumpió con violencia, maniató a una madre y a su hijo y saqueó el hogar durante una interminable hora de angustia y terror.
Era cerca de las cuatro y media cuando la pesadilla comenzó. El joven de 23 años descansaba en su habitación, ajeno al infierno que estaba por desatarse. De repente, varios hombres encapuchados y con guantes forzaron la puerta corrediza del living y la ventana del garaje, irrumpiendo en la casa como sombras siniestras. Sin darle oportunidad de reaccionar, se abalanzaron sobre él, lo redujeron con violencia, lo amordazaron y lo ataron de pies y manos. Como si eso no fuera suficiente, le cubrieron el rostro con una almohada, ahogando sus súplicas y dejándolo completamente indefenso.
Los minutos que siguieron fueron un tormento. Mientras el filo de un cuchillo le rozaba la garganta, los criminales lo presionaban con amenazas despiadadas, exigiendo dinero. Con absoluta impunidad, recorrieron cada habitación, revolviendo, destruyendo, apropiándose de todo lo que encontraban a su paso. En el dormitorio contiguo, su madre dormía sin saber que el mal se había colado en su hogar. Sin embargo, no tardaron en alcanzarla y someterla de la misma manera. La casa entera quedó secuestrada por el pánico y la desesperación.
Durante al menos 45 minutos—una eternidad para las víctimas—, los delincuentes revisaron hasta el último rincón, llevándose una fortuna en bienes. Cuando finalmente decidieron escapar, uno de ellos desató al joven y le ordenó con frialdad que permaneciera quieto durante 20 minutos. Como un último acto de burla y sometimiento, se llevaron su auto, un Chevrolet Ónix, dejando tras de sí una estela de miedo y desolación.
Cuando el silencio reemplazó el caos, el joven se armó de valor y corrió hasta la habitación de su madre, temiendo lo peor. Por suerte, ella no había sido golpeada, aunque el terror de la experiencia la había dejado en shock. Juntos, tambaleantes y aún temblorosos, salieron a la calle en busca de ayuda. El botín de los delincuentes fue cuantioso: 100 dólares y 100 mil pesos, una olla a presión, una procesadora, una batidora, dos televisores, una notebook, una tablet, dos celulares, documentación y tarjetas de crédito.
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