Dolor por la muerte del abogado platense Eduardo H. Benavides
Edición Impresa | 14 de Junio de 2025 | 01:41

El fallecimiento de Eduardo Herculano Benavides, a sus 79 años, dejó un profundo pesar en el ámbito jurídico de la Ciudad, familia y allegados, quienes, no sólo lo recordarán por su destacada inteligencia en el marco legal, sino también por su legado de inmensa bondad, generosidad y solidaridad.
Nacido el 22 de marzo de 1946, el “Ñanga” o “Negro”, como solían apodarle, vivió toda su vida en City Bell, lugar en donde pasó su infancia y realizó sus estudios obligatorios.
Al terminar la secundaria, con sus recientes 18 años, decidió estudiar en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) la carrera que lo marcaría para toda la vida, abogacía. Sin embargo, sus estudios se vieron interrumpidos por el servicio militar obligatorio, que tuvo que realizar en su localidad natal.
A pesar de esa pausa forzada en su vida, logró recibirse en 1973 y hasta encontrar a su primer amor, Delia María Irure, “Beba”. Se casaron en 1970, creando una hermosa familia con tres hijos: Eduardo Fernanda y Cecilia.
Ávido lector de jurisprudencia, al año de titularse como abogado entró a trabajar en la Fiscalía de Estado de la provincia de Buenos Aires, en la que llegó a ser Subsecretario.
Luego de 40 años prestando servicio, se jubiló en 2012, sin antes dejar una huella imborrable de compromiso en el ámbito jurídico entre sus colegas y amigos. Formador incansable del derecho, quienes fueron sus compañeros supieron destacarlo como “el gran maestro de muchos profesionales” que pasaron por su lado.
Asimismo, dentro de la fiscalía conoció a su segundo gran amor, Graciela Zecchi, con quien tuvo a Ángela y supo compartir 21 años de una hermosa historia.
En este sentido, sus cuatro hijos y seis nietos no sólo heredaron su amor incondicional de padre y abuelo, sino también su pasión por el Club Gimnasia y Esgrima La Plata, institución de la cual era socio y ferviente hincha.
Amante del asado y asador por excelencia, entre sus mejores hobbies estaban los encuentros con su familia y amigos en donde no podía faltar compartir un buen vino o un champagne. Es por todo eso, que su familia, amigos y allegados lo recordarán siempre con una enorme sonrisa.
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