Feroz golpe comando: lo atacan con una maza y le sacan todo
Edición Impresa | 2 de Julio de 2025 | 03:09

Un matrimonio de jubilados y su hijo vivieron ayer por la madrugada una verdadera pesadilla en su vivienda de calle 13 entre 526 y 527, cuando dos delincuentes armados con una masa irrumpieron violentamente en el hogar y desataron un calvario. En cuestión de segundos, lo que era una tranquila velada familiar se transformó en una escena de terror: los ladrones irrumpieron por el garaje con rostros cubiertos, armas improvisadas y una amenaza brutal que aún retumba en los oídos de las víctimas.
Eran alrededor de las 22.30 cuando todo comenzó. El dueño de casa, un jubilado de 80 años, se encontraba viendo televisión junto a su esposa y su hijo cuando un estruendo los sobresaltó. Del otro lado de la casa, dos figuras oscuras atravesaban el garaje a toda velocidad. Vestidos con ropa negra, pasamontañas y empuñando una masa de albañil, los delincuentes se metieron en la finca como una ráfaga. No hubo tiempo de reaccionar: los redujeron en segundos y comenzaron a gritar desesperadamente una y otra vez: “¡Dame la plata!”.
Acorralado y con el corazón latiendo a mil por hora, el hombre se dirigió temblando hacia su dormitorio. Sabía que no había otra opción. Fue así que entregó una billetera con lo que tenía guardado como un pequeño colchón para enfrentar otros gastos. Eran 1.200 dólares y 30 mil pesos. Pero la furia de los asaltantes no cedía. Uno de ellos -el más alto, según relató la víctima- revisó rápidamente la casa y tomó una cartera de la esposa, donde había más dinero, tarjetas bancarias, documentación y un celular.
De pronto, el horror subió de nivel. Uno de los delincuentes volvió a gritarle al jubilado que entregara más plata. El hombre respondió que no tenía nada más. Fue entonces cuando el atacante levantó la masa y lo golpeó con violencia en la cabeza, usando el mango del arma como garrote. El impacto lo obligó a agacharse, aturdido y con miedo a ser rematado. Mientras tanto, los agresores seguían revolviendo cajones, tirando objetos al suelo, buscando más dinero. Antes de escapar, se apoderaron también de una computadora y lanzaron una última amenaza despiadada: “Si llaman a la Policía te mato”, le gritó uno de ellos al abuelo, todavía temblando en el piso.
Una vez que se fueron, el silencio fue igual de aterrador. Transcurridos unos minutos, mientras lágrimas brotaban y las manos temblaban, uno de los miembros desobedeció la orden impartida por los intrusos y activó el control de la alarma y llamó al 911. A los pocos minutos, un móvil policial llegó al lugar. La víctima tenía una herida en la cabeza y un susto que, probablemente, no olvide jamás. El testimonio fue claro, pero la bronca y la impotencia se mezclaban con el miedo. La vivienda, mientras tanto, era un caos de pertenencias revueltas y puertas forzadas.
Las primeras hipótesis apuntan a un robo al voleo perpetrado por una banda organizada, que elige atacar domicilios de zonas residenciales con la esperanza de hallar ahorros importantes. En paralelo, los investigadores analizan las imágenes de las cámaras de seguridad de la cuadra para intentar reconstruir los movimientos previos y posteriores de los delincuentes. ¿Había un vehículo de apoyo? ¿Realizaron inteligencia en días anteriores? ¿Fueron más de dos? Cada cuadro de video es ahora una pieza clave en el rompecabezas que busca dar con los responsables de este brutal asalto.
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