José Daniel Enríquez

JOSÉ DANIEL ENRÍQUEZ

Fue un respetado profesional que trabajó para prestigiosas firmas locales y nacionales, pero por sobre todas las cosas José Daniel Enríquez se destacó por su bonhomía y los fuertes lazos afectivos que lo unieron a su familia y amigos; por eso su fallecimiento representó una dolorosa e irreparable pérdida para quienes lo conocieron.

Daniel, como lo llamaban sus allegados, fue el mayor de los cuatro hijos de Aurora Páscolo y José Enríquez; había nacido el 2 de octubre de 1947 en La Plata y se crió en la zona de 28 y 45, barrio del que nunca se alejó.

Cursó sus estudios primarios en la Escuela N°16; los secundarios en la Escuela Industrial N°4 “Juan Bautista Alberdi” y el 23 de diciembre de 1971, con un destacado promedio se graduó de la Universidad Tecnológica como ingeniero mecánico.

Afecto a los deportes, en su juventud jugó como arquero de los torneos inter colegiales, también practicó atletismo en el Club Estudiantes, pese a ser un fervoroso simpatizante de Gimnasia.

Trabajó para reconocidas firmas como Petroquímica Sudamericana - hoy Mafissa - Techint y Sidercolor de Berazategui, donde se desempeñó como jefe de obra. Además fue parte de numerosas obras civiles junto al ingeniero Gustavo Scarpinelli.

El apego a su familia fue tan importante para Daniel Enríquez que decidió dejar su empleo de Techint cuando esa empresa le propuso radicarse en Venezuela.

En junio de 1982 ingresó a la firma Austral Ingeniería, fundada por Jorge Dalla Salda con quien además de una sociedad estableció una inquebrantable amistad que se consolidó a lo largo de tres décadas. Juntos realizaron importantes obras para empresas como Techint e YPF, pero también para clubes y entidades barriales de la Región. En esta etapa Daniel pudo conjugar su pasión por la ingeniería y el trabajo del que no proyectaba retirarse.

Consolidó su proyecto familiar el 10 de enero de 1975 junto a Norma Nicolini, juntos levantaron su hogar en la zona de 27 y 42. De la unión nacieron sus hijos Gonzalo y Rodrigo y, entre sus logros familiares más importantes, estuvo la felicidad de haberse convertido en abuelo de Agustina, hija de Gonzalo, por la que se desvivía.

Entre sus pasatiempos preferidos estuvo criar palomas mensajeras, la canaricultura y el cultivo de plantas de flores, ámbitos en los que tenía un gran conocimiento.

También le gustaba realizar salidas de pesca con amigos y presenciar carreras de ciclismo y peleas de boxeo.

Además disfrutaba de viajes a playas del Caribe, Miami y las Bahamas y hace unos años pudo cumplir un sueño que tenía desde su infancia, viajar a Sudáfrica para participar de un safari.

Los afectos siempre rigieron la vida de Daniel Enríquez, por eso fue un hijo dedicado; un gran esposo y como padre, una figura siempre presente. Los suyos destacaron la rectitud de su vida ejemplar y los valores de los que nunca se apartó y dejó como rica herencia.