Detrás de los “trapitos”, el accionar de mafias que llegan desde el Conurbano

LA JUSTICIA VOLVIÓ A PONER LA MIRA SOBRE LAS MAFIAS QUE OPERAN DETRÁS DE LOS “TRAPITOS”, DESPUÉS DE QUE UN JUEZ DICTÓ LA PRISIÓN PREVENTIVA DE TRES ACUSADOS POR “TENTATIVA DE EXTORSIÓN”

La reciente y novedosa resolución judicial que convirtió en prisión preventiva la detención de tres “trapitos” acusados de “tentativa de extorsión”, por supuestamente pedirle dinero a un espectador para cuidarle el auto en inmediaciones del Estadio Unico, renovó el debate en torno a la por ahora irresuelta cuestión de los cuidacoches en la Ciudad.

Y lo que esta vez quedó al descubierto es parte de la operatoria de esos grupos organizados, que llegan a La Plata desde distintas localidades -se estima que en especial desde el interior del conurbano bonaerense- para desplegar una actividad que, pese a estar prohibida, origina diariamente toda clase de conflictos.

Tanto en el ámbito judicial como en el municipal reconocen que, en gran porcentaje, “la persona que se dedica a esa actividad no es de La Plata”, lo que constituye una de las principales trabas al momento de sancionar una práctica que regula el Código Contravencional Municipal.

Un capítulo importante de la historia de la cuestión de los cuidacoches se remonta a marzo del año 2000, cuando tras un amplio debate (ver recuadro en página 25) finalmente se sancionó la ordenanza 9127, que prohibió expresamente la presencia de lava-autos en las calles de la Ciudad.

Desde entonces, se hacen contravenciones a quienes infringen esa norma, pero la presencia de los “trapitos” nunca se erradicó por completo.

¿Cómo se implementa el cumplimiento de la ordenanza desde los organismos encargados de la prevención y qué inconvenientes aparecen en la práctica? La secretaria del Juzgado de Faltas de la Comuna, Teresa Razzari, explicó a EL DIA que, entre otras medidas, desde el año pasado se realizan operativos en inmediaciones del Estadio Unico cada vez que hay un espectáculo de gran convocatoria de público, “para evitar que haya trapitos”.

La funcionaria señaló que Control Urbano actúa en forma conjunta con personal de la Policía Bonaerense (son quienes pueden pedir los datos personales), y subrayó que se labran “entre 40 y 50 infracciones cada vez que hay un evento importante”.

Al acusado se le toman los datos y puede ser sancionado por el Código Contravencional Municipal. En su artículo 146 establece que “el que lavare vehículos o animales con agua proveniente de lagos artificiales, surtidores, canillas o similares ubicados en pases, parques, plazas, ramblas, veredas o demás lugares de acceso público, será sancionado con multa de 5 a 150 módulos”.

La secretaria del Juzgado de Faltas explicó que “el módulo tiene hoy un valor de 33 pesos (el 2 por ciento del sueldo municipal mínimo)”. Y si bien el monto de la infracción es determinado por el juez en cada caso particular, habitualmente la primera contravención ronda los 160 pesos.

En el caso de los lava-autos, Razzari agregó que “(al sancionado) se le hace el decomiso de lo que tiene ahí, que generalmente es el balde, la franela y el secador”. Esa incautación la realiza la Policía.

Pero ante los grupos de individuos que llegan a La Plata específicamente para desarrollar esta actividad y después se van, esa metodología encuentra sus limitaciones. “Generalmente -explica Razzari- la persona que está cumpliendo esta función no es de La Plata. En el domicilio que declara en el documento obviamente no vive más. Nosotros por ejemplo recibimos el acta. Y del acta hay que mandarle una notificación para que venga a hacer su defensa y descargo; sino nosotros no podríamos estar sentenciando, porque todo ciudadano tiene derecho a una defensa”.

De esa circunstancia, afirman, se aprovechan para evitar ser alcanzados por las sanciones. “Cuando se le manda la notificación obviamente que el domicilio que tiene no es el domicilio real. Entonces, la notificación queda sin efecto”.

En ese marco, la funcionaria agregó que “como no son ciudadanos platenses no realizan ningún tipo de actividades en la Ciudad. Por ejemplo sacar la licencia de conducir, abrir un negocio, vender un auto o requerir un libre deuda de infracciones de la Ciudad”.

En esos casos, opinó Razzari, “es muy difícil sancionarlos”. E insistió en que “hay a veces que son de acá, pero mayoritariamente no son de La Plata. Vienen organizados de afuera, cometen la contravención y se van”.

También ocurre, aunque en menor grado, que los “trapitos” prefieren pagar la multa y seguir desarrollando su actividad -en ese sentido se detectaron casos de reincidencia-. Pero es poco frecuente porque a medida que comete contravenciones el monto a pagar se va incrementando.

“ES EL ESLABON DE UNA ORGANIZACION DELITIVA”

La resolución que convirtió en prisión preventiva la detención de los “trapitos” (oriundos de Marcos Paz, capital federal y San Martín), acusados por “tentativa de extorsión”, la firmó el juez de Garantías platense César Melazo, en el marco de una investigación que lleva adelante el fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta.

La acusación indica que el mes pasado, en una competencia de Súper TC 2000 en el Estadio Unico, los sospechosos le habrían pedido dinero a un espectador para “cuidarle” el auto, supuestamente bajo amenazas.

En este tipo de actividad, cuando se forma una causa penal, los imputados suelen ser liberados, ya que por la pena en expectativa el delito es excarcelable.

Sin embargo Melazo -siguiendo el criterio de su par Guillermo Atencio que actúa en esta causa y ordenó las detenciones, aunque ahora está de licencia- convirtió la detención en prisión preventiva, en un fallo en el que hizo referencia a una aparente organización delictiva.

En diálogo con EL DIA, Melazo opinó que la presencia de los cuidacoches “es un eslabón de una organización delictiva, que muchas veces pueden ser la misma gente que trabaja con los barrabravas o al servicio de las internas partidarias o de empresarios para resolver internas de las cooperativas”.

Y sostuvo que “se mueven como dueños de la cosa pública”, algo a lo que, insistió, “no debemos acostumbrarnos a que suceda como normal”.

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